El cómico Gene Wilder, una de las figuras más populares en su género, falleció
el 29 de agosto de 2016 a los 83 años en su casa en Stamford (Connecticut) por
complicaciones derivadas del alzhéimer que sufría desde hacía tres años, según
un comunicado de su sobrino. Wilder forma parte del imaginario colectivo
gracias a su participación en títulos como Sillas de montar calientes, Un mundo de fantasía (Willy Wonka y la
fábrica de chocolate), El jovencito Frankenstein, Los productores, La mujer de rojo o No me chilles que no te veo.
Wilder, cuyo
auténtico nombre era Jerome Silberman, fue dos veces candidato al Oscar: como
actor de reparto por Los productores en 1969 y como coguionista de El
jovencito Frankenstein en 1975. En televisión logró una candidatura a los
Emmy en 2003 por su aparición en Will & Grace. Al final de los setenta y en los ochenta, trabajó en cuatro
películas junto a Richard Pryor, convirtiéndose
en una de las parejas cómicas interraciales más famosas de la historia del cine
gracias a El expreso de Chicago, Locos de remate, No me chilles que no te
veo y No me mientas que te creo.
Ese invento, el de la pareja Pryor-Wilder, fue una
creación de Arthur Hiller, que murió
también durante este mes de agosto de 2016. Él los emparejó en El expreso de
Chicago. Pryor y Wilder
nunca se llevaron bien, por la adicción a las drogas de Pryor. Curiosamente, su
última colaboración, No me mientas... que
te creo, en 1991, fue la última aparición de ambos en la gran pantalla:
Pryor se retiró por culpa de una esclerosis múltiple que se puede intuir en esa
comedia y por la que moriría en 2005.
Pero si alguien marcó la carrera de Wilder, es sin
duda Mel Brooks, que le puso
al frente de El jovencito Frankenstein, Sillas de montar calientes
y Los productores. Brooks impulsó también su
aparición en Will & Grace.
Wilder había
estudiado Interpretación en la Universidad de Iowa y en Bristol, en Reino Unido
antes de servir dos años en la Armada estadounidense entre 1956 y 1958. Al
licenciarse, volvió a los estudios, y otro actor, Charles Grodin, le convenció
para que entrar en el Actor´s Studio. Allí fue donde cambió su nombre y desde
allí, la escuela de Lee Strasberg, empezó a trabajar en el off-Broadway como Roots y The Complaisant Lover, por el que recibió el galardón Clarence Derwent. En 1964, trabajó en Madre coraje con Anne Bancroft. A la actriz le gustó Wilder y se
lo presentó a su marido, Mel Brooks. Él le prometió un papel en una alocada
comedia con una subtrama con un musical filonazi, pero aún tardaría tres años
en poder producir Los productores,
cuando Wilder ya había debutado en la gran pantalla con Bonnie y Clyde.
A las pocas horas del óbito, el cineasta y escritor se despidió de su actor en
Twitter, al que definió como uno de los “auténticos grandes talentos de nuestro
tiempo”.
Gene Wilde en "Un mundo de fantasía" |
En sus años de
gloria, los setenta y los ochenta, este cómico judío nacido en una familia de
inmigrantes rusos en Milwaukee, dirigió cinco películas: El hermano más
listo de Sherlock Holmes, El mejor amante del mundo, Los seductores, La mujer
de rojo y Terrorífica luna de miel, todas protagonizadas por él. En
esos años actuó también en otras comedias como El pequeño príncipe, donde daba vida al zorro, o Todo
lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo pero nunca se atrevió a
preguntar, de Woody Allen,
en la que se enamoraba de una oveja, Daisy.
La tercera de sus cuatro esposas fue Gilda Radner, otro gran talento
cómico. Su muerte a los 42 años en 1989, por cáncer de ovarios, llevó a Wilder
a involucrarse en actos y fundaciones contra esta enfermedad. El cómico dejó de
actuar por voluntad propia, según le contó a Alec Baldwin en una entrevista
para el canal TCM en 2008: "Me di cuenta de que no me gusta el show business. En realidad, me gusta
el show, detesto el business". Y dedicó su tiempo a
obras benéficas, a escribir sus memorias -que publicó en 2005-, tres novelas y
una recopilación de cuentos, y a pintar acuarelas junto a su cuarta esposa,
Karen Webb, una amiga a la que conoció cuando ella le enseñó a él a leer en los
labios para el rodaje de No me chilles que no te veo, y con quien se casó en 1991.
Recordemos una vez más esta maravillosa escena protagonizada por Gene Wilder.
TEXTO: Gregorio Belinchón. El País
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