Mabel
Normand y Roscoe Arbuckle (conocido popularmente como Fatty) eran a
mediados de los años 10 dos de los cómicos más célebres del cine americano.
Ambos se habían convertido en estrellas en la Keystone, el estudio más
importante de comedias slapstick del cual saldrían otros grandes cómicos
como Charles Chaplin. Mack Sennett, el jefe del estudio, era perfectamente
consciente de que ambos tenían más talento que la mayoría del resto de artistas,
y por ello decidió emparejarlos en una serie de cortometrajes. Ambos
funcionaron muy bien como pareja cómica, pero además su serie de cortos
coincidió con una época de evolución muy interesante en la Keystone. Los
cortometrajes de la serie «Fatty y Mabel», no solo nos permiten disfrutar de
las dotes cómicas de ambos, sino comprobar la evolución de los dos cómicos en
un espacio de tiempo de solo dos años.
En
sus primeras colaboraciones como pareja protagonista, los cortos de Normand y
Arbuckle no se diferenciaban en exceso del producto medio Keystone más
allá de la comicidad de sus protagonistas: Fatty and Mabel’s Simple Life
(1915), Fatty and Mabel at the San Diego Exposition (1915) -un clásico
de la Keystone: escoger un escenario real, llevar ahí a un par de actores e
improvisar escenas cómicas sobre la marcha-, Wished on Mabel (1915) o Mabel,
Fatty and the Law (1915). Cabe resaltar como primer hecho significativo que
en la mayoría de ellos ya se utiliza el nombre de ambos en el título, una forma
de enfatizar la intención del estudio de unirlos como pareja artística. Más
allá de eso, sus personajes son los clásicos cómicos de maneras algo infantiles
y exageradas que se mueven en las típicas situaciones de enredo (robos,
coqueteos más allá de lo permitido, posibles adulterios, etc.).
De
esta primera serie de cortos hay dos que destacan con luz propia. El primero es
Mabel and Fatty’s Wash Day (1915) que se inicia con un retrato de las
infelices vidas matrimoniales que sufren cada uno de ellos por separado. En un
día de colada, Fatty y Mabel, que viven puerta con puerta, se conocen y
simpatizan, pero deben volver a su aburrida vida conyugal. La segunda parte del
film es más convencional (Fatty y Mabel se reencuentran en el parque y se
sucede la clásica confusión relacionada con el supuesto robo de un bolso), pero
esos pequeños instantes de la primera mitad ya demuestran la química que había
entre ambos actores y su capacidad para despertar simpatía, aunque en este caso
fuera en momentos puntuales
Mucho
mejor aún es Mabel and Fatty’s Married Life (1915) el gran precedente de
los dos maravillosos cortos que filmarían el año siguiente. Aquí ambos encarnan
a un acomodado matrimonio burgués que tiene un encontronazo con un músico
callejero que jura vengarse. Cuando Fatty deja a su mujer en casa para irse a
trabajar, ésta temerá que el músico vuelva a casa a resarcirse. El film es una
clara parodia de las películas de rescate al último momento de David W.
Griffith como The Girl and her Trust (1910), pero más allá de eso
resulta muy clarificador comparar su estilo con el de los films precedentes:
Fatty y Mabel parecen más que nunca personas de carne y hueso (con comportamiento
cómico, claro, pero no infantil), no hay ningún gag delirante ni siquiera
cuando aparecen los Keystone Kops y la resolución del conflicto es
limpia y sencilla. El plano final en que Fatty y Mabel se sientan juntos y
sonríen ante lo sucedido muestra una ternura absolutamente insólita en una
producción Keystone, o al menos hasta ese momento. Porque el año
Mabel and Fatty’s Married Life
Antes
de pasar a comentar las dos grandes películas del ciclo Fatty y Mabel
convendría detenerse brevemente en la formación de la Triangle Film
Corporation. En 1915, el cine estaba ganando una batalla largamente
iniciada para alcanzar su ansiada respetabilidad. El público burgués empezaba a
aceptar cada vez más la idea del cine como un entretenimiento de calidad al que
podrían llevar a sus mujeres sin tener que fruncir el ceño ante lo que vieran
en pantalla. En ese contexto, los tres cineastas americanos más importantes de
ese momento decidieron unir sus fuerzas en la Triangle Film Corporation.
Se trataban de David W. Griffith, Thomas Ince y Mack Sennett. De los tres el
único que no tenía ganada ya la respetabilidad de antemano era Sennett -quien a cambio fue el que produjo más obras
rentables en su periplo en Triangle, bonita paradoja, ¿verdad? Sus
alocadas comedias contrastaban al lado de las películas serias de Ince y
Griffith, pero pronto le pondría remedio.
En
paralelo, Mabel Normand ya proclamaba en 1915 en entrevistas y artículos de
prensa sus deseos de hacer otro tipo de comedia o, yendo aún más lejos, la
necesidad de la propia comedia cinematográfica de evolucionar hacia otro estilo
en que se diera más importancia a las tramas. La señorita Normand no era ajena
a esta deriva respetable hacia la que se dirigía el cine y ella quería sumarse
a ese cambio. Arbuckle, que era el director de esta serie de comedias con
Normand, también demostraría unas inquietudes similares. Si sumamos la unión de
Sennett a Triangle, las ansias de Normand por dejar atrás la comedia slapstick
más básica y el hecho de que Arbuckle era uno de los mejores cómicos del
momento, podremos entender que en 1916 el dúo se desmarcara con dos pequeñas
joyas de la comedia primitiva cinematográfica.
La
primera es He Did and He Didn’t (1916) que supone un cambio increíble
respecto a los films que hemos visto anteriormente. De hecho, se podría decir
incluso que aquí el dúo ha abandonado el género del slapstick a favor de
la conocida como genteel comedy (comedias amables menos alocadas que las
de Mack Sennett). Ambos encarnan a un matrimonio burgués que tienen un
malentendido respecto a la visita de un ex-profesor de Mabel del que Fatty está
celoso.
En
este film Arbuckle y Mabel Normand están demasiado serios. Apenas hay margen
para que Fatty nos deleite con algún gag propio y al final el único que se
lleva las risas es el colaborador habitual Al St. John (sobrino de Arbuckle)
encarnando al ladrón. El último tramo de hecho es inusitadamente serio: Fatty
amenazando con una pistola al profesor y luego gravemente herido por un disparo
de Mabel. ¿No se suponía que en estas comedias a uno podían dispararle o
explotarle una bomba y simplemente se hacía mucho daño? Cabe decir a favor de
Arbuckle que consigue parecer convincente, y que el plano en que apunta al
profesor con el arma resulta realmente amenazador. Compárenlo con el payaso
alocado de los films anteriores.
Pocas
muestras puede haber más claras de las intenciones que tenían Normand, Arbuckle
y Sennett que el contraste entre los films rodados hacía solo un año y He
Did and He Didn’t. Parecen pecar de querer legitimarse demasiado
renunciando casi por completo al slapstick. Por ello creo que su obra mejor
conseguida fue la siguiente: Fatty y Mabel a la Deriva (1916).
Ésta
es sin duda la mejor de todas las películas del ciclo, consiguiendo inspirar
ternura y humor. El prólogo es especialmente encantador, con las caras de Fatty
y Mabel envueltas en unos corazones que se acaban uniendo mediante Cupido, una
declaración de intenciones sobre el tono de la película. La primera parte en la
granja es la más puramente slapstick de todas, con Fatty y Mabel
teniendo aún dejes de comportamiento infantiles mientras se enfrentan a un Al
St. John especialmente insufrible como clown antagonista.
Pero
una vez se casan el film cambia por completo de tono: es como si con la boda
los personajes también maduraran a su vez. La estampa de Fatty pescando al
atardecer junto a su fiel perro nos da una visión totalmente distinta del
personaje respecto al grandullón bobalicón que vimos antes. Hay más tarde otro
plano realmente hermoso en que Mabel está dormida y la sombra de Fatty se
inclina sobre ella como si le estuviera dando un beso de buenas noches.
Resultaría casi contraproducente en una comedia slapstick si no estuviera
realizado con tanto evidente cariño hacia los personajes. Por otro lado, la
escena de la comida en que éste se come el panecillo duro como una piedra
cocinado por Mabel para no herir sus sentimientos es un tipo de gag que luego
se emplearía mucho en comedias de tono más amable (por ejemplo en El mimado
de la abuelita de Harold Lloyd), y que solo tiene sentido si los personajes
resultan creíbles: únicamente si realmente Mabel parece humana y vulnerable
podría funcionar este tipo de gag. Por ello en cortos tan alocados como los
anteriores no sería tan eficaz.
A
cambio, su rival, Al St. John, parece un resquicio del pasado más slapstick de
los personajes al seguir con su comportamiento exagerado y caricaturesco. Las
escenas de la vida hogareña de Fatty y Mabel contrastan muy claramente en tono
con las de Al St. John, como si la tensión entre ellos fuera a su vez una rivalidad
entre el estilo antiguo de slapstick más pasado de rosca y el nuevo tipo
de comedia humana que representa la pareja. En consecuencia, St. John acaba con
esa idílica estampa hogareña conduciendo a Fatty y Mabel de nuevo hacia un
conflicto absurdo que parece sacado de una vieja trama de slapstick
(moviendo su casa al mar), que a su vez deriva en uno de los grandes tópicos
del género: la alocada escena de rescate al último momento.
Lo
que hace de Fatty y Mabel a la Deriva el cierre perfecto de este ciclo
es la forma como logra convertir a su pareja protagonista en dos personajes
creíbles y humanos sin renunciar por otro lado al elemento slapstick. Este film
es por tanto un precedente de un problema que preocuparía a los grandes del
género solo unos años después: como seguir usando humor slapstick pero
humanizando a los personajes. La forma que encontraron aquí de conjugar ambos
mundos fue a partir de la oposición. Más adelante gente como Chaplin o Harold
Lloyd lograrían hallar la forma de combinarlo del todo, pero hasta que eso
llegara Fatty y Mabel a la Deriva fue uno de los grandes hitos del
género. (Guillermo Triguero)
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