Su
verdadero nombre era Bernhard Turpin o Bernard Turpin. Nació en Nueva Orleáns,
Luisiana, siendo su padre un vendedor de caramelos. Su fecha de nacimiento
aceptada es el 19 de septiembre de 1869, aunque se han usado otras fechas en
diferentes momentos en el material publicitario de Hollywood.
Trabajó
en el vodevil, en el género burlesco y en el circo. Desarrolló un vigoroso
estilo de comedia física, incluyendo una gran habilidad para representar caídas
cómicas que incluso impresionaban a sus compañeros de trabajo.
Ben
Turpin es uno de los cómicos más icónicos del cine slapstick por un
rasgo físico muy concreto que salta a primera vista: sus ojos bizcos. No
obstante, uno se formula inevitablemente la pregunta: ¿era Ben Turpin bizco de
verdad o formaba parte del papel?
Indagando
un poco hemos descubierto que en realidad no nació bizco, y de hecho se puede
verificar con algunas de las pocas fotografías que existen de él de joven. Resulta
pues innegable que la bizquera de Turpin surgió como un recurso humorístico que
le distinguiera de otros actores cómicos. Pero entonces, ¿por qué no existen
fotografías de él de su época como actor de slapstick sin bizquear?
Incluso Buster Keaton, que cuando veía una cámara se quedaba serio para
mantenerse en su personaje en todo momento, tiene algunas imágenes en que se le
ve riendo, después de todo no es posible mantenerse siempre en personaje o
evitar que te hagan una fotografía relajado en el ámbito personal.
Según
la leyenda, Turpin se quedó bizco en su época en el vodevil de tanto bizquear
sobre el escenario para interpretar su personaje cómico, y sencillamente un día
se despertó con un ojo bizco. “Mis ojos eran normales cuando empecé, no tenía
tan mal aspecto. Pero tanto practicar y actuar como Happy Hooligan bizqueando
para el papel los dejaron así. Una mañana me levanté y me miré en el espejo.
¡Mi ojo derecho estaba bizco y yo no lo estaba bizqueando a propósito! Lo froté
con mis ojos, pensaba que lo podría devolver a su sitio, pero no funcionó. (…)
No sabía qué hacer, así que simplemente lo dejé así. (…) Al principio lloré.
Pero me recompuse rápido y pensé que quizá había algo de verdad en esa frase de
«es mejor así». No me preocupé mucho aunque pensé bastante en ello”.
Obviamente
solo Turpin sabe si eso es cierto o fue una historia que se inventó, pero
conviene recordar que se pasó muchos años interpretando a ese personaje bizco
en el escenario unas dos veces al día durante 10 o 15 minutos por actuación. Lo
que sí es verdad es que pronto descubrió que podía solucionar esa bizquera con
una operación relativamente sencilla, pero jamás lo hizo. ¿Por qué? Pues porque
eventualmente esos ojos bizcos se convirtieron en su marca personal y la clave
de su éxito. Tal es así que los aseguró por 25.000 dólares por si acaso un día
volvían a estar normales. Esto puede que fuera otro truco publicitario de la
época, pero es innegable que este defecto físico acabó convirtiéndose para Ben
Turpin en su pasaporte para la fama y la fortuna después de tantos años
trabajando duro en el mundo del vodevil.
Ben
Turpin apareció por primera vez en el cine en 1907, en varias pequeñas piezas
cómicas a cargo de los estudios Essanay, en Chicago; además de aparecer en
estos cortos, Turpin trabajó como conserje para Essanay. En 1912 era una
personalidad de la pantalla muy conocida, concediendo entrevistas y escribiendo
artículos para las nuevas revistas de aficionados. Turpin se encontraba en la
compañía de Mack Sennett en el momento de la llegada de Charles Chaplin a la
misma a finales de 1913. El choque de las dos personalidades finalizó con la
retirada de Turpin de la compañía, tras la cual empezó a aparecer en papeles de
mayor entidad, y en sátiras que se crearon para su carácter único.
En
1917 Turpin volvió al estudio de Mack Sennett como una estrella. Durante los
años veinte sus papeles parodiaban a los actores y celebridades de la época y
Turpin se convirtió en uno de los más populares actores cómicos del cine.
Encantado con su éxito, se presentaba a sí mismo con la frase "Soy Ben
Turpin y ganó tres mil dólares a la semana." Uno de sus gags más conocidos
era una caída hacia atrás que llamó la "108".
Turpin
se retiró en 1924 para poder cuidar a su esposa. Había invertido con éxito en
bienes inmuebles, por lo que no tenía necesidad financiera para seguir
trabajando. Hacia 1926, sin embargo, y tras la muerte de su esposa, apareció de
nuevo en pequeños papeles cómicos. Llegó incluso a trabajar en la época del
cine sonoro; su último papel tuvo lugar en la película de Laurel y Hardy Saps
at Sea, en 1940. Falleció en 1940 y fue enterrado en Forest Lawn Memorial Park
en Glendale, California.
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