Alberto
Iglesias es actualmente el compositor español más respetado a nivel
internacional. De hecho, es el primer músico nacional que es nominado a los
Oscar en el apartado de mejor banda sonora. Reconocimiento que ha obtenido
gracias a sus trabajos para las películas “El Jardinero Fiel” y "Cometas
en el Cielo", filmes que le ha abierto las puertas del mercado americano,
donde ya había hecho sus pinitos con Oliver Stone en el documental
“Comandante”.
Iglesias
estudia en San Sebastián piano, guitarra, contrapunto y armonía con Francisco
Escudero y Blanca Burgaleta; para, poco después, seguir sus conocimientos en
París con Francis Schwartz, y en Barcelona con Gabriel Brnçic.
Tras
permanecer un tiempo en Milán, se instala en Madrid en 1981, interesándose por
la música electroacústica, y formando durante cinco años un dúo musical con
Javier Navarrete (quien también ha exportado su carrera de compositor de cine
al otro lado del Atlántico). Su relación con el cine le viene de familia, ya
que su hermano José Luis era cineasta de películas experimentales y su primo,
Gonzalo Fernández Berridi, director de fotografía.
Utilizando
música de cuerda, emotiva y rica en matices, en 1995 es elegido por Pedro
Almodóvar como su “músico oficial”, después que el director manchego hubiese
vagado sin rumbo auditivo tras su distanciamiento de Bernardo Bonezzi en 1988.
Con Almodóvar, el reconocimiento de Alberto Iglesias alcanza la
internacionalidad antes comentada en "La flor de mi secreto",
"Carne Trémula", "Todo sobre mi madre", "Hable con
ella", "La Mala Educación", "Volver", “Julieta” y
“Dolor y gloria”, por lo que no le es necesario escoger otros proyectos
alimenticios españoles muy por debajo de sus posibilidades artísticas.
Otro
de los directores de cine con los que ha trabajado más es con el vasco Julio
Medem, por ejemplo, en “La ardilla roja”, “Tierra”, “Los amantes del círculo
polar”, “Lucía y el sexo” o “Ma Ma”. Con la realizadora Iciar Bolláin en “Te
doy mis ojos”, "También la lluvia" y “Yuli”; con Bigas Luna en “La
camarera del Titánic”; con Carlos Saura en “Dispara”; con Isabel Coixet en
“Spain in a Day”…
Alberto
Iglesias cuenta con 10 Premios Goya de la Academia de las Artes y Ciencias
Cinematográficas de España). En Septiembre de 2007 recibió del Ministerio de
Cultura el Premio Nacional de Cinematografía.
También
destacar que en el ámbito del ballet, es preciso referir la estrecha
colaboración de Alberto Iglesias con el coreógrafo Nacho Duato y su Compañía
Nacional de Danza, para quienes ha compuesto y producido las piezas “Cautva”,
“Tabulae”, “Cero sobre Cero” y “Self”.
En
2019 recibió la Medalla de Oro de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura.
Una docena de Bandas Sonoras imprescindibles:
·
2019: Dolor
y gloria
·
2010: También
la lluvia
·
2009: Los abrazos rotos
·
2007: Cometas
en el cielo (The Kite Runner)
·
2005: El jardinero fiel (The
Constant Gardener)
·
2002: Hable
con ella
·
2001: Lucia
y el sexo
·
1999: Todo
sobre mi madre
·
1998: Los
amantes del círculo polar
·
1997: Carne
trémula
·
1996: Tierra
·
1995: La
flor de mi secreto
|
Estudio de la Banda Sonora
Original “El jardinero fiel”.
Miguel Ángel Ordóñez.
Nadie
ponía en duda que Alberto Iglesias acabaría dando el salto al mercado
americano. El impacto del cine de Pedro Almodóvar en aquellos lares y la
complejidad musical que el donostiarra dota a estos filmes inclasificables que
hablan del amor y el desamor, le han convertido en un compositor dotado de un
atractivo especial para el intimismo y el cine que transita el ámbito psicológico
de personajes. Junto a Julio Medem ha definido un estilo cercano al
romanticismo de la desolación, trabajos donde la cuerda es capaz de aportar
texturas cálidas tanto como transformar las miradas de los personajes en
gélidos cuchillos de la desazón.
Con
el antecedente de “The Dancer Upstairs” (Pasos de baile), dirigida por el actor
John Malkovich, el cine de trasfondo político no es nada nuevo en el currículum
de Iglesias. De momento el salto a proyectos extranjeros llevan el sello de la
coproducción. Si la película interpretada por Javier Bardem era
hispano-americana, “El jardinero fiel” es sinónimo del acuerdo económico de las
industrias británica y americana. Para esta adaptación de la obra de John Le
Carre, el director brasileño de la magnífica “Ciudad de Dios”, Fernando
Meirelles, incide de nuevo en los problemas de las clases más desfavorecidas.
En aquella, los huérfanos sociales de las favelas brasileñas, en “The Constant
Gardener” los tejemanejes de la industria farmacéutica en la desolada África.
Una película que huele a premios.
Como
nos tiene acostumbrados, Alberto huye de las grandes orquestaciones, entregando
a una orquesta de cuerdas y a un pequeño ensamble de instrumentos el evocador
contenido de sus notas. De entre ellos destacan por su inhabitual presencia, el
nyatiti (arpa keniata originaria del valle del Nilo), la kawala (instrumento
egipcio similar al nai o flauta roja) y el roncoco (guitarra muy utilizada en
los países andinos), con los que construye un score localista, sirviéndole para
situar geográficamente la historia, aunque huye de la exhuberancia sonora común
a los grandiosos paisajes de este vergel natural, centrándose en la reflexión,
en la mirada que Ralph Fiennes (y por ende su alter ego tras la cámara,
Meirelles) realiza a un entorno olvidado, oprimido.
Es
por ello por lo que el score presenta una gran variedad temática, huyendo del
leitmotiv al centrarse la mirada de Meirelles en el entorno, a pesar de
esconder el filme una historia de amor que el espectador descubre al tiempo que
el protagonista la narra, tras la temprana muerte de su esposa, aparentemente
en actitud infiel, realmente fruto de una urdida trama política. Así con el
corte que abre la grabación, “Tessa´s Death”, el oyente puede creer
erróneamente que se enfrenta a una romántica partitura donde las cuerdas y la
introducción de reiterados silencios llevan al score a texturas cercanas a la
impronta morriconiana. Nada más lejos de la realidad, puesto que el amor de
Tessa (Rachel Weisz) vive sólo en el recuerdo de Justin (Ralph Fiennes),
reapareciendo en el corte “Justin Returns to the House”, aunque sí marque los
senderos melancólicos por los que transita gran parte de la partitura.
Así,
la viola funciona como contrapunto emocional en rítmicos cortes donde afloran
vestigios del exótico Continente (“Roadblock I”) o en temas de cargado acento
dramático como la funesta “Funeral”. Lo festivo, desde vertientes arábigas, se
hace presente con “Jorno Gets and HIV Test”, con incisivo empleo percusivo y
mayor componente dramático durante “Landing in Sudan”. La dispersa variedad
temática lleva a Iglesias a crear ciertas piezas deudoras de la libertad
creativa del jazz, de su ejercicio improvisatorio (“Tessa in the Bath”,
“Motorbike”), funcionando en su vertiente romántica con la intensa y
emocionante “Justin´s Breakdown”.
El
misterio, la trama política, queda reflejado en sobrios cortes donde bien el
piano ejerce de interlocutor inquietante (“We´ll Both Be Dead By Christmas”, a
la manera Shore para “The Game”), bien la tensa y rítmica cuerda queda
enfrentada a percusión de raíz africana (“To Germany”, “To Loki”, “Raid”, aquí
con magnífico empleo de coros masculinos). Ayub Ogada, contribuye con un par de
canciones donde se mueve desde el rítmico empleo coral (“Dicholo”) al sutil y
romántico subrayado del nyatiti (“Kothbiro”), antes de regalarnos su capacidad
para generar tensión en el sorprendente “Roadblock II”, entre el sollozo y la
protesta.
Iglesias
logra con este “The Constant Gardener” un score lleno de matices donde cada
instrumento adquiere su propia importancia, un auténtico ejercicio de estilo
donde se distancia de otras aproximaciones recientes de cariz político (léase
la vacía “The Interpreter” o la interesante “The Quiet American”), apostando
por el drama de los más desfavorecidos cuando otros acentúan la convencional
tensión que rodea al personaje central de turno. Para ello, no hace más que
acudir a la mirada de los desheredados, enfrentándose a la manida visión que de
esos eventos tienen los países más desarrollados, que en el fondo financian
este tipo de películas. Miradas valientes las de Meirelles e Iglesias frente a
un blanco intocable, el poder.
Y, para finalizar, nos vamos a quedar con unos instantes del
programa musical neerlandés “Podium
Witteman”, donde se pueden escuchar exquisiteces como esta versión de FUSE del
tema principal de “Hable con ella” de Alberto Iglesias. Gloria para Almodovar e
Iglesias.
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