sábado, 19 de septiembre de 2020

Música de Cine: Alberto Iglesias (1955-)


Alberto Iglesias es actualmente el compositor español más respetado a nivel internacional. De hecho, es el primer músico nacional que es nominado a los Oscar en el apartado de mejor banda sonora. Reconocimiento que ha obtenido gracias a sus trabajos para las películas “El Jardinero Fiel” y "Cometas en el Cielo", filmes que le ha abierto las puertas del mercado americano, donde ya había hecho sus pinitos con Oliver Stone en el documental “Comandante”.

Iglesias estudia en San Sebastián piano, guitarra, contrapunto y armonía con Francisco Escudero y Blanca Burgaleta; para, poco después, seguir sus conocimientos en París con Francis Schwartz, y en Barcelona con Gabriel Brnçic.

Tras permanecer un tiempo en Milán, se instala en Madrid en 1981, interesándose por la música electroacústica, y formando durante cinco años un dúo musical con Javier Navarrete (quien también ha exportado su carrera de compositor de cine al otro lado del Atlántico). Su relación con el cine le viene de familia, ya que su hermano José Luis era cineasta de películas experimentales y su primo, Gonzalo Fernández Berridi, director de fotografía.

Utilizando música de cuerda, emotiva y rica en matices, en 1995 es elegido por Pedro Almodóvar como su “músico oficial”, después que el director manchego hubiese vagado sin rumbo auditivo tras su distanciamiento de Bernardo Bonezzi en 1988. Con Almodóvar, el reconocimiento de Alberto Iglesias alcanza la internacionalidad antes comentada en "La flor de mi secreto", "Carne Trémula", "Todo sobre mi madre", "Hable con ella", "La Mala Educación", "Volver", “Julieta” y “Dolor y gloria”, por lo que no le es necesario escoger otros proyectos alimenticios españoles muy por debajo de sus posibilidades artísticas.

 
Otro de los directores de cine con los que ha trabajado más es con el vasco Julio Medem, por ejemplo, en “La ardilla roja”, “Tierra”, “Los amantes del círculo polar”, “Lucía y el sexo” o “Ma Ma”. Con la realizadora Iciar Bolláin en “Te doy mis ojos”, "También la lluvia" y “Yuli”; con Bigas Luna en “La camarera del Titánic”; con Carlos Saura en “Dispara”; con Isabel Coixet en “Spain in a Day”…


Alberto Iglesias cuenta con 10 Premios Goya de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España). En Septiembre de 2007 recibió del Ministerio de Cultura el Premio Nacional de Cinematografía.

También destacar que en el ámbito del ballet, es preciso referir la estrecha colaboración de Alberto Iglesias con el coreógrafo Nacho Duato y su Compañía Nacional de Danza, para quienes ha compuesto y producido las piezas “Cautva”, “Tabulae”, “Cero sobre Cero” y “Self”.

En 2019 recibió la Medalla de Oro de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura.


Una docena de Bandas Sonoras imprescindibles:

·         2019: Dolor y gloria
·         2010: También la lluvia
·         2009: Los abrazos rotos
·         2007: Cometas en el cielo (The Kite Runner)
·         2005: El jardinero fiel (The Constant Gardener)
·         2002: Hable con ella
·         2001: Lucia y el sexo
·         1999: Todo sobre mi madre
·         1998: Los amantes del círculo polar
·         1997: Carne trémula
·         1996: Tierra
·         1995: La flor de mi secreto



Estudio de la Banda Sonora Original “El jardinero fiel”.
Miguel Ángel Ordóñez.


Nadie ponía en duda que Alberto Iglesias acabaría dando el salto al mercado americano. El impacto del cine de Pedro Almodóvar en aquellos lares y la complejidad musical que el donostiarra dota a estos filmes inclasificables que hablan del amor y el desamor, le han convertido en un compositor dotado de un atractivo especial para el intimismo y el cine que transita el ámbito psicológico de personajes. Junto a Julio Medem ha definido un estilo cercano al romanticismo de la desolación, trabajos donde la cuerda es capaz de aportar texturas cálidas tanto como transformar las miradas de los personajes en gélidos cuchillos de la desazón.

Con el antecedente de “The Dancer Upstairs” (Pasos de baile), dirigida por el actor John Malkovich, el cine de trasfondo político no es nada nuevo en el currículum de Iglesias. De momento el salto a proyectos extranjeros llevan el sello de la coproducción. Si la película interpretada por Javier Bardem era hispano-americana, “El jardinero fiel” es sinónimo del acuerdo económico de las industrias británica y americana. Para esta adaptación de la obra de John Le Carre, el director brasileño de la magnífica “Ciudad de Dios”, Fernando Meirelles, incide de nuevo en los problemas de las clases más desfavorecidas. En aquella, los huérfanos sociales de las favelas brasileñas, en “The Constant Gardener” los tejemanejes de la industria farmacéutica en la desolada África. Una película que huele a premios. 

 
Como nos tiene acostumbrados, Alberto huye de las grandes orquestaciones, entregando a una orquesta de cuerdas y a un pequeño ensamble de instrumentos el evocador contenido de sus notas. De entre ellos destacan por su inhabitual presencia, el nyatiti (arpa keniata originaria del valle del Nilo), la kawala (instrumento egipcio similar al nai o flauta roja) y el roncoco (guitarra muy utilizada en los países andinos), con los que construye un score localista, sirviéndole para situar geográficamente la historia, aunque huye de la exhuberancia sonora común a los grandiosos paisajes de este vergel natural, centrándose en la reflexión, en la mirada que Ralph Fiennes (y por ende su alter ego tras la cámara, Meirelles) realiza a un entorno olvidado, oprimido.

Es por ello por lo que el score presenta una gran variedad temática, huyendo del leitmotiv al centrarse la mirada de Meirelles en el entorno, a pesar de esconder el filme una historia de amor que el espectador descubre al tiempo que el protagonista la narra, tras la temprana muerte de su esposa, aparentemente en actitud infiel, realmente fruto de una urdida trama política. Así con el corte que abre la grabación, “Tessa´s Death”, el oyente puede creer erróneamente que se enfrenta a una romántica partitura donde las cuerdas y la introducción de reiterados silencios llevan al score a texturas cercanas a la impronta morriconiana. Nada más lejos de la realidad, puesto que el amor de Tessa (Rachel Weisz) vive sólo en el recuerdo de Justin (Ralph Fiennes), reapareciendo en el corte “Justin Returns to the House”, aunque sí marque los senderos melancólicos por los que transita gran parte de la partitura.


Así, la viola funciona como contrapunto emocional en rítmicos cortes donde afloran vestigios del exótico Continente (“Roadblock I”) o en temas de cargado acento dramático como la funesta “Funeral”. Lo festivo, desde vertientes arábigas, se hace presente con “Jorno Gets and HIV Test”, con incisivo empleo percusivo y mayor componente dramático durante “Landing in Sudan”. La dispersa variedad temática lleva a Iglesias a crear ciertas piezas deudoras de la libertad creativa del jazz, de su ejercicio improvisatorio (“Tessa in the Bath”, “Motorbike”), funcionando en su vertiente romántica con la intensa y emocionante “Justin´s Breakdown”.

El misterio, la trama política, queda reflejado en sobrios cortes donde bien el piano ejerce de interlocutor inquietante (“We´ll Both Be Dead By Christmas”, a la manera Shore para “The Game”), bien la tensa y rítmica cuerda queda enfrentada a percusión de raíz africana (“To Germany”, “To Loki”, “Raid”, aquí con magnífico empleo de coros masculinos). Ayub Ogada, contribuye con un par de canciones donde se mueve desde el rítmico empleo coral (“Dicholo”) al sutil y romántico subrayado del nyatiti (“Kothbiro”), antes de regalarnos su capacidad para generar tensión en el sorprendente “Roadblock II”, entre el sollozo y la protesta.


Iglesias logra con este “The Constant Gardener” un score lleno de matices donde cada instrumento adquiere su propia importancia, un auténtico ejercicio de estilo donde se distancia de otras aproximaciones recientes de cariz político (léase la vacía “The Interpreter” o la interesante “The Quiet American”), apostando por el drama de los más desfavorecidos cuando otros acentúan la convencional tensión que rodea al personaje central de turno. Para ello, no hace más que acudir a la mirada de los desheredados, enfrentándose a la manida visión que de esos eventos tienen los países más desarrollados, que en el fondo financian este tipo de películas. Miradas valientes las de Meirelles e Iglesias frente a un blanco intocable, el poder.



Y, para finalizar, nos vamos a quedar con unos instantes del programa musical  neerlandés “Podium Witteman”, donde se pueden escuchar exquisiteces como esta versión de FUSE del tema principal de “Hable con ella” de Alberto Iglesias. Gloria para Almodovar e Iglesias. 


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