Título
original: The Apartment. Dirección: Billy
Wilder. País: USA. Año: 1960. Duración: 125 min. Género:
Comedia dramática.
Guión: Billy Wilder, I.A.L.
Diamond. Fotografía: Joseph LaShelle.
Música: Adolph Deutsch. Montaje: Daniel Mandell. Producción: B. Wilder, I. A. L. Diamond,
Doane Harrison.
Ganadora de 5 Oscars 1960
(incluido Mejor Película, Mejor Director y Mejor Guion Original). Globo de Oro
1960 a la Mejor Película, Mejor Actor de Comedia/Musical (Jack Lemmon) y Mejor
Actriz de Comedia/Musical (Shirley MacLaine). Premio a la Mejor Actriz (Shirley
MacLaine) en el Festival de Venecia 1960. Premio BAFTA 1960 a la Mejor
Película.
Estreno en España: 19 diciembre 1962.
Reparto:
Jack Lemmon (C. C.
"Bud" Baxter), Shirley MacLaine (Fran Kubelik), Fred MacMurray (Jeff
D. Sheldrake), Ray Walston (Joe Dobisch), Jack Kruschen (Dr. Dreyfuss), David
Lewis (Al Kirkeby), Edie Adams (Srta. Olsen), Hope Holiday (Sra. Margie
MacDougall), Joan Shawlee (Sylvia), Naomi Stevens (Sra. Mildred Dreyfuss).
Sinopsis:
C.C. Baxter es un modesto
pero ambicioso empleado de una compañía de seguros de Manhattan. Está soltero y
vive solo en un discreto apartamento que presta ocasionalmente a sus superiores
para sus citas amorosas. Tiene la esperanza de que estos favores le sirvan para
mejorar su posición en la empresa. Pero la situación cambia cuando se enamora
de una ascensorista que resulta ser la amante de uno de los jefes que usan su
apartamento.
Comentarios:
Billy Wilder inició su
carrera como guionista, y es coautor del guion de todas sus películas como
director. No es de extrañar por ello que concediera siempre gran importancia al
proceso de escritura de sus películas, tendiendo a una puesta en escena
“invisible” que permite que sus historias fluyan con gran facilidad ante el
espectador. Sin embargo, esto no significa que Wilder no impregne sus mejores
películas de un personalísimo estilo que las hace perfectamente reconocibles
también en el aspecto formal. “El apartamento” es uno de los mejores ejemplos
de esta perfecta armonía entre guion y puesta en escena en la obra de Wilder.
Tercer trabajo en
colaboración con el guionista I.A.L. Diamond, después de “Ariane” (1957) y la
magistral “Con faldas y a lo loco” (1959), y afianzando una fructífera relación
profesional que se iba a prolongar hasta prácticamente el final de la carrera
de ambos, con ocho títulos en total, “El apartamento” narra la patética
historia de C.C. "Buddy" Baxter (Jack Lemmon) un miserable oficinista
que cede su apartamento para las aventuras extramatrimoniales de sus
superiores, con la vana esperanza de obtener un ansiado ascenso. A partir de
esta rocambolesca línea argumental, Wilder nos ofrece una amarga comedia en la
que salen a flote algunos de los peores defectos de la sociedad norteamericana
(y de cualquier sociedad del mundo occidental), como son el egoísmo, la
hipocresía, el materialismo o la insolidaridad.
Ya en el arranque de la
película, y aprovechando al máximo las posibilidades del formato panorámico,
Wilder plasma de manera ejemplar el que
va a ser uno de los temas puntales del film: la soledad del hombre en la sociedad
moderna. Una soledad que se manifiesta tanto en la inmensa oficina en la que
Baxter trabaja rodeado de una multitud de oficinistas anónimos (aquí una
soledad “psicológica”, entre una multitud deshumanizada), como en el magnífico
plano del mismo Baxter recostado en plena noche en el banco de un parque
desierto, a la espera de poder regresar a su apartamento. Únicamente un espacio
va a quedar al margen de esta puesta en escena “deshumanizadora”: el pequeño
reducto del ascensor comandado por Fran Kubelik (Shirley MacLaine). Es allí
donde Wilder se permite ubicar la cámara a la altura de los ojos de sus
personajes, encuadrándolos en un plano corto que los aísla del resto de
“pasajeros”, para así individualizarlos con respecto a la masa informe. Y es
que Baxter y Fran, personajes de una ingenuidad conmovedora, representan para
Wilder la última posibilidad de esperanza frente a la sociedad materialista y
deshumanizada que la película retrata.
“El apartamento” es en
este sentido una ‘comedia triste’, que sitúa al espectador en una incómoda
posición entre la hilaridad y la compasión que provoca su protagonista. Esto es
evidente en la mayoría de escenas de la primera parte del film: los
malentendidos con el matrimonio vecino de Baxter (que le tienen por un juerguista
empedernido), los desesperados intentos de éste por “cuadrar la agenda” de
reservas de su apartamento, o la escena en la que el protagonista es seducido
por una solitaria y madura mujer (magnífica Hope Holiday) durante la noche de
navidad. Escenas todas ellas rodadas desde una actitud de profunda complicidad
por parte del director, en las que el humor surge casi ‘a pesar’ de los
personajes. Todo lo contrario a lo que ocurre con la implacable mirada de
Wilder hacia los personajes del entorno laboral de Baxter, especialmente hacia
Jeff D. Sheldrake (Fred MacMurray), un individuo despreciable y carente de
escrúpulos para el cual el director no reserva la más mínima indulgencia (una
mirada muy distinta a la que aplica a buena parte de los personajes “negativos”
de su filmografía: piénsese sin ir más lejos en los mafiosos de “Con faldas y a
lo loco”, a los que Wilder retrata con mucha más simpatía).
De hecho, a medida que el
conflicto sentimental entre el triángulo Baxter-Fran-Sheldrake va tomando
protagonismo, la película se va despojando del tono de comedia inicial y adopta
las formas de un peculiar melodrama con tintes de cuento infantil (hay un poco
del personaje de la Cenicienta, en la combinación de la pareja protagonista),
lo que permite a Wilder justificar un indudable maniqueísmo en el dibujo de los
personajes (la cándida inocencia de Baxter y Fran en contraposición a la
mezquindad de Sheldrake y del resto de jefes del departamento). Un tono de
cuento que explica asimismo la completa ausencia de referencias sexuales en la
relación entre la pareja protagonista, tanto por lo que vemos en la película
como por lo que el desenlace de la misma nos deja adivinar: seguramente Baxter
no despierta grandes pasiones físicas en Fran (en un momento de la película
ella se lamenta ante el pobre Baxter de “no poder enamorarse de alguien como
él”) pero al final la bondad y la honestidad del protagonista se imponen a
otras pulsiones más perentorias y la bella ascensorista decide jugar la partida
de cartas que le propone el bueno de Baxter, tal como vemos en el magnífico
final de esta espléndida película. (David Vericat)
Recomendada.
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