Título original: Tenet. Dirección: Christopher Nolan. País: Reino Unido. Año: 2020. Duración: 150
min. Género: Ciencia-Ficción.
Guión: Christopher Nolan. Fotografía: Hoyte van Hoytema. Música: Ludwig Göransson. Montaje: Jennifer Lame. Vestuario: Jeffrey Kurland. Producción: Christopher Nolan, Emma
Thomas.
Estreno en Sevilla: 26 Agosto 2020
Reparto: John David Washington,
Robert Pattinson, Elizabeth Debicki, Kenneth Branagh, Dimple Kapadia, Aaron
Taylor-Johnson, Michael Caine, Clémence Poésy, Martin Donovan, Himesh Patel,
Andrew Howard, Yuri Kolokolnikov, Fiona Dourif, Jonathan Camp, Wes Chatham,
Marcel Sabat, Anthony Molinari, Rich Ceraulo, Katie McCabe, Mark Krenik, Denzil
Smith, Bern Collaco, Laurie Shepherd.
Sinopsis:
Armado con tan solo una
palabra –Tenet– el protagonista de esta historia deberá pelear por la
supervivencia del mundo entero en una misión que le lleva a viajar a través del
oscuro mundo del espionaje internacional, y cuya experiencia se desdoblará más
allá del tiempo lineal.
Comentarios:
La relevancia del cine, o
al menos de cierto cine, debería tener mucho más que ver con la trascendencia
de lo contado, con la meta, que con la dificultad de su tratamiento, con el
camino. Dicho de otro modo: se pueden desarrollar con sencillez los temas más
profundos o, en cambio, exponer los más sencillos partiendo de la complicación.
A estas alturas se puede afirmar que el siempre interesante director británico
Christopher Nolan está en el segundo grupo.
“Origen” (2010) partía de
una frase contundente: los parásitos más resistentes no son los virus sino las
ideas; una vez se han apoderado del cerebro, es imposible erradicarlas. Un
planteamiento fascinante de múltiples posibilidades políticas y sociales, que sin
embargo Nolan narraba del modo más arduo posible, con continuos jeroglíficos,
trucos y acertijos alrededor de los sueños y del tiempo, su gran tema, con los
que aún hoy corren ríos de tinta acerca de sus significados, para llegar
finalmente a una esencia sencilla: con tal de estar con nuestros hijos, nos da
igual que sea en un sueño o en una realidad paralela. Con “Tenet”, su nuevo
artefacto cinematográfico, elefantiásico, deslumbrante en su superficie y
seguramente imposible de elucidar conforme transcurre, sucede más de lo mismo:
la realidad puede ir hacia atrás y hay una reversión de las leyes de causa y
efecto, pero en el fondo no es más que una película de espionaje con un villano
que quiere acabar con el mundo y unos héroes que intentan evitar “una tercera
guerra mundial”.
A Nolan le gusta
complicar las cosas y a sus fanáticos les encanta que se las compliquen.
Incluso el prólogo de Tenet, espectacular en su puesta en escena, resulta
confuso en su narrativa. Con sus películas, desde la promoción de sus creadores
y desde el marketing, se abre paso un lema: disfrútala la primera vez, y
empieza a entenderla a partir de la segunda. O quizá tampoco. El problema es
que ni “Origen” ni “Tenet” son tan relevantes en su contenido como para querer
disfrutarlas cuando estás inevitablemente perdido. Y no hablamos tanto de que
venga bien un curso acelerado de física antes de ir al cine, sino de que
merezca la pena ese esfuerzo ante algo, en el fondo, tan nimio.
Es improbable que con la
fuerza visual de ciertas imágenes y ese espectacular tratamiento sonoro y
musical la película no te concierna. Pero lo hace solo en lo físico, por
atronamiento, no en lo emocional, donde hay que esperar a sus últimos diez minutos
para que te toque algo la fibra. Mientras, la conjunción de imágenes hacia
delante y hacia atrás en un mismo plano, multiplicando los juegos temporales de
su director y guionista, deben haber sido un reto. Pero eso inclusive está más
relacionado con lo tecnológico que con lo artístico.
La posteridad es la gran
palabra de la película: internamente, en el relato, y externamente, en cuanto a
las supremas ambiciones de Nolan. Pero la posteridad, al menos en el aspecto
cinematográfico, no tiene por qué ser un lío. (Javier Ocaña).
Recomendada
(con reservas).
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