Continuando con nuestro repaso por la infinidad de madres
a las que el cine ha dedicado películas, hoy vamos a fijarnos en tres nuevos tipos: la madre épica, la madre muerta y la madre
sacrificada.
Algunas madres, por la época que les toca
vivir, por las adversidades a las que han de enfrentarse, acaban adquiriendo tintes épicos.
Es el caso de Régula, en la
película, Los santos inocentes.
Hay madres que al morir, dejan un vacio
imposible de llenar. La madre de Ana,
en el film, Cría cuervos.
Aunque sea uno de los
rasgos más generales, ciertas madres sólo pueden ser consideradas y admiradas
por su sacrificio sin límites. El caso de Gloria,
en una película disparatada, pero con un enorme trasfondo ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
- La madre épica:
Con Los santos inocentes (1984), Mario Camus nos
muestra, una vez más, su dominio en adaptar obras literarias al lenguaje
cinematográfico. El resultado del trabajo con la obra de Miguel Delibes es una
película con identidad propia, como el propio autor reconoció.
Los santos inocentes |
Un maravilloso elenco
de actores dan vida a los trabajadores de un cortijo extremeño en los años 60
del siglo XX, y a los señoritos que acumulan riqueza que los demás generan y
producen, encontrando lo que desean al alcance de su mano.
Recorrer el
impresionante elenco de “Los santos inocentes” rebasaría con creces los elogios
y los adjetivos se agotarían, aunque eso puede lograrlo por si sola Terele
Pávez que, con su apabullante naturalidad, con su enorme facilidad para llenar
cada frase de sentido. “A mandar, para
eso estamos”, repite casi como un mantra, sus gestos humildes y medidos no
caen en el servilismo, sus labios fruncidos a medio camino entre la compunción
y la sonrisa, resignada pero sin perder la dignidad. Como el personaje de la
novela, sencillamente genial, por cómo
habla, cómo se mueve, cómo se coloca su ajada rebeca sobre los hombros cuando
alguien de la casa grande requiere su
presencia.
Terele Pávez es Régula,
la madre épica. La matriarca de la familia se convierte en omnipresente. Mantiene
el calor familiar, ojo avizor para que los conflictos de la casa grande no
entren en la suya, pendiente de la educación de sus hijos,- ella querría que
estudiasen-, entregada al cuidado de la Niña Chica (Susana Sánchez), vigilante
de los descalabros que la mente infantil de su hermano, Azarías (Francisco
Rabal) puede provocar, y preocupándose por su marido Paco el Bajo (Alfredo
Landa), cuando el señorito Iván (Juan Diego) viene a buscarlo para ir de
cacería, “a ver si esto nos va a dar que
sentir, señorito Iván”, se impone
sin querer hacerlo, sencillamente.
Puede afirmarse que
el festival de Cannes de ese año (cuyo jurado presidía Dick Bogarde, y del que
formaban parte entre otros, Stanley Donen, Isabelle Huppert y Jorge Semprúm)
perdió la oportunidad de premiar la película que más permanece ( y lo seguirá
haciendo) de todas las que optaron a la Palma de Oro (que fue a parar a manos
de Win Wenders, por “París, Texas”,
muy dañada por el paso del tiempo), y se cuenta que Alfredo Landa y Francisco
Rabal compartieron el premio de mejor actor, ante la intercesión de Pilar Miró,
en aquel momento Directora General de Cinematografía, ya que en un principio
sólo iba a ser distinguido el primero.
Una obra maestra que
no se puede olvidar.
- La madre muerta:
Con un maravilloso
guión también de Carlos Saura, en Cría
cuervos (1976) el director nos abre el mundo de la infancia a través de las
penetrantes percepciones de Ana (Ana Torrent), una sensible niña de nueve años,
y participaremos de sus intensas
invocaciones a su fallecida y amada
madre (Geraldine Chaplin) llenas de dolor y tristeza y también de tierna añoranza durante su primer verano de orfandad.
Cría cuervos |
La turbadora mirada
de Ana nos guiará hasta los expresivos trazos de una desgraciada figura materna
en la que sin embargo residía cuanto aliento de ternura precisaba su hija. Los
recuerdos que la niña creará a lo largo de un verano que tendrá como escenario la luctuosa casa familiar donde vivirá
con sus dos hermanas, su abuela incapacitada (Josefina Díaz), su tía materna
(Mónica Randall) y Rosa (Florinda
Chico) la asistenta de cálido corazón, se llenarán de sentimientos inexpresados;
el amor hacía la madre que llena su corazón, el odio a su padre por el cruel
trato infringido a su madre y la del
mudo espanto ante la agonía sufrida por su progenitora que rasgará su inocencia
de manera irremediable.
“Cría cuervos”
resulta inconcebible sin la abismal negrura de los ojos de Ana Torrent y su
enigmático poder de sugestionar y embargar al público a través de su hipnótico
dominio del objetivo de la cámara. Es impensable una representación materna más
ajustada al sentimental puzle imaginado por Saura que la perfilada por la
personalidad irrepetible de Garaldine Chaplin.
Las conocidas
estrofas de la canción “Porque te vas”
que, en la quebrada voz de Jeanette, escucharemos repetidamente a lo largo de
la película son para Ana que la oye una y otra vez, la expresión de sus confusos
sentimientos. Al término de la película
en el camino de Ana al colegio para iniciar el nuevo curso sonará la canción de manera omnisciente.
“Cría cuervos”, es
una obra maestra, una ventana abierta al mundo infantil que, Carlos Saura nos
muestra con exquisita delicadeza.
- La madre sacrificada:
Rastreando en la
filmografía de Pedro Almodóvar y buscando entre los roles femeninos encontramos en ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984) a
Gloria, una madre sacrificada interpretada magistralmente por Carmen Maura.
¿Qué he hecho yo para
merecer esto?
|
Almodóvar, reconocido
como retratista del alma femenina, nunca ha olvidado la faceta maternal de sus
personajes, la ha explorado, analizado y convertido en el centro de sus
motivaciones.
La rivalidad
materno-filial de Marisa Paredes y Victoria Abril en “Tacones lejanos”. El desgarro de la madre que pierde a su hijo, Cecilia
Roth en “Todo sobre mi madre”. Una
madre trastornada por el adulterio de su marido, Julieta Serrano en “Mujeres al borde de un ataque de nervios”.
Sin lugar a dudas
Carmen Maura borda el papel de Gloria en
esta película, (papel que, según se
cuenta, estaba destinado inicialmente para Esperanza Roy) demuestra su amplio
abanico de registros, su enorme talento para la comedia, sobre todo porque ella
no preparó el papel para hacer reír y logró conmover desde la carcajada.
Un ama de casa
aparentemente abnegada, con un hartazgo de años que ha ido sepultando como ha
podido, en un momento dado no puede más y estalla, dejando a su marido seco
sobre el suelo de la cocina golpeándolo con
el hueso de una pata de jamón.
Chus Lampreave, la
suegra de Gloria, con apenas unos
minutos en pantalla, mereció un galardón en Cannes, compartido con sus cinco
compañeras de reparto: Carmen Maura, Verónica Forqué, Kiti Manver, Cecilia Roth
y Amparo Soler Leal.
Pedro Almodóvar es
uno de los cineastas que más ha estudiado el rol maternal y que más ha hecho
notoria la influencia de su madre en cada uno de los planos que ha rodado. Porque no conviene
olvidar que Francisca Caballero, su madre, la de verdad, hizo apariciones al
más puro estilo “hitchcockiano” en gran parte de sus películas, convirtiéndose
en un personaje cercano, un ingrediente fundamental del llamado universo almodovariano.
Ana Márquez
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