Singular, como la
personalidad de la propia estrella, la carrera de Mae West, iniciada con el
siglo XX, refleja no sólo los profundos cambios operados en el mundo del
espectáculo, sino también la impresionante revolución de la moralidad pública
en lo tocante a la sexualidad.
Actriz y guionista
estadounidense nacida en Brooklyn (Nueva York) el 17 de agosto de 1893 y
fallecida en Hollywood (Los Ángeles, California) el 22 de noviembre de 1980.
Aunque su auténtico nombre era el de Mary Jane West, ha pasado a la historia
del Séptimo Arte por su sobrenombre artístico de Mae West. Encarnó a la
perfección el papel de la mujer sexy, lenguaraz e insolente que es capaz de
provocar y seducir a cualquier hombre, utilizarlo a su antojo y abandonarlo
cómo y cuándo desea (la mujer vamp o vampiresa).
Hija de emigrantes
europeos (un boxeador irlandés y una modelo alemana), heredó de sus
progenitores su inclinación hacia el mundo del espectáculo, en el que debutó
siendo aún una niña. Su madre la llevó, en efecto, en presencia de los
cazadores de talentos que pululaban en los teatros vecinos al domicilio
familiar, y así se introdujo en los escenarios del show-bussines de
Broadway, con pequeños papeles en vodeviles y otros espectáculos englobados
dentro del denominado "teatro de variedades".
Pronto dio muestras de
poseer una gran soltura y un talante provocador que la convertían en una actriz
idónea para la comedia amable, pero también para otro tipo de espectáculos más
atrevidos y escandalosos. Consciente, entonces, de que tenía un brillante
porvenir sobre los escenarios, en plena adolescencia tomó clases de baile y
canto, actividades con las que reforzó sus papeles más seductores. Y tanto
incidió en el cultivo de esta faceta provocativa de su personalidad que, a los
catorce años de edad, fue bautizada con el remoquete de "The Baby Vamp"
("La Vampiresa Adolescente"), apodo al que correspondió con la
lujuriosa ejecución, sobre las tablas de Broadway, del shimmy, un
atrevido baile que la jovencísima actriz puso de moda en aquella primera década
del siglo XX.
Al tiempo que daba estos
primeros pasos en el mundo de la interpretación, la joven Mae West se iba
procurando una buena formación cultural, con el propósito de acabar escribiendo
sus propias obras. Fue así como debutó como autora de brillantes espectáculos
teatrales que ella misma protagonizó, como los titulados Sex (1926), The
Drag (1927) y Diamond Lil (1928), piezas con las que logró cautivar
al público neoyorquino, seduciendo a los hombres y escandalizando a sus madres
y compañeras.
Cobró, así, un inmediato
protagonismo, aunque no meramente artístico: con su primera incursión en el show-bussines,
Sex -una pieza escrita, producida, dirigida e interpretada por ella
misma-, Mae West dio con sus huesos en la cárcel, acusada de provocar un
escándalo público con la obscenidad del texto y de su puesta en escena. La
autora y actriz comprobó, entonces, que su audacia y desenvoltura en el
tratamiento de argumentos de contenido sexual redundaba en provecho de su fama,
con lo que, lejos de arredrarse por su reciente detención, redobló la carga
erótica en su segunda obra, The Drag (1927), que fue censurada por los
empresarios de Broadway, ya que trataba abiertamente el tema de la
homosexualidad.
Sí estrenó en la meca del
teatro neoyorquino su tercer espectáculo, Diamond Lil (1928), con el que
cosechó un rotundo éxito de crítica y público, lo que le dio ánimos para
escribir una novela, The Constant Sinner (1931). Pero pronto relegó a un
segundo plano esta vocación literaria, ya que, seducida por la incipiente
industria del celuloide, pasó a interpretar algunas películas en las que los
directores y productores le exigían mostrar el mismo desembarazo que le había
hecho célebre sobre los escenarios teatrales. Sin embargo, no abandonó del todo
la creación de situaciones y personajes, lo que le permitió ser guionista de
algunas de sus primeras películas.
Debutó en la gran
pantalla en 1932, con Noche tras noche, del director Archie L. Mayo,
donde interpretaba un papel secundario lleno de gracia y picardía. Un año
después, merced al interés que había despertado en las salas de proyección
americanas la presencia en un filme de una joven intérprete teatral famosa por
su libertinaje, convirtió en cinta cinematográfica su éxito teatral Diamond
Lil, que, bajo el título de Lady Lou, fue rodado en 1933 por el
cineasta Lowell Sherman. Esta obra, que pronto se convirtió en una joya del
cine erótico -aunque por la sensualidad de sus diálogos, antes que por la
voluptuosidad de sus imágenes-, contó con la interpretación masculina de un
joven y casi desconocido Cary Grant, quien, a partir de entonces, habría de
convertirse en partenaire laboral de Mae West en otros muchos rodajes.
Fue la propia actriz y guionista quien se erigió en una de sus valedoras en
aquellos primeros compases de su carrera, tras haberle visto interpretar un
papel secundario en una versión cinematográfica de Madame Butterfly.
Con Lady Lou, Mae
West puso en boga en la industria de Hollywood un paradigma de protagonista femenina
caracterizada, en su aspecto formal, por una figura escultural acentuada por
una indumentaria ajustada y sugerente, y, en su caracterización psicológica,
por el descaro, la desenvoltura, el descreimiento y la falta de respeto a los
modales establecidos por la sociedad "bien pensante". Un tipo de
mujer, en suma, sensual e iconoclasta, para la que los hombres no son más que
meros objetos de placer que puede manejar a su antojo. Y este modelo caló tan
hondo en la población masculina norteamericana de los años treinta, que los
marines de la Armada estadounidense llegaron a bautizar sus salvavidas con el
nombre de Mae West. La actriz, consciente del éxito alcanzado por un personaje
en el que ni ella misma creía demasiado -y que, en consecuencia, poco a poco se
fue convirtiendo en caricatura, por la exageración extrema de sus
característicos rasgos físicos y psicológicos-, alimentó su crédito con frases
de este tenor, que pronto le otorgaron celebridad mundial: "cuando soy
buena, soy muy buena; y, cuando soy mala, soy aún mejor".
En 1933 obtuvo otro
clamoroso triunfo con I'am no angel (No soy ningún ángel), escrita
también por ella misma y dirigida por Wesley Ruggles, cinta cuyo éxito en
taquilla fue tan arrollador que situó a la desinhibida chica de Brooklyn entre
las diez primeras Money Making Stars ("actrices más
taquilleras"). Luego supo adaptarse a la perfección a la gran revolución
cinematográfica de la época, la irrupción del sonido en las películas, y siguió
despertando la admiración de los espectadores (especialmente, del sector
masculino) con otros filmes de excelente factura, concebidos también por su
talento de guionista; entre ellos, cabe destacar los titulados Belle of the
nineties (No es pecado, 1934), dirigido por Leo McCarey (1898-1969); Goin
to town (Ahora soy una señora, 1935), de Alexander Hall; Go west, young
man (1936), de Henry Hathaway (1898-1985); Klondike Annie (1936), de
Raoul Walsh (1887-1980); y Every day's holiday (1937).
A pesar del éxito
cosechado entre el público, Mae West comenzó a sentirse molesta por los ataques
lanzados por la prensa y por la envidia de muchos colegas (especialmente, de
actrices incapaces de encarnar, por sus condiciones físicas e intelectuales,
ese papel de rubia explosiva que seduce tanto por la voluptuosidad de sus
curvas como por su réplicas audaces y descaradas). Pero, sobre todo, se le hizo
insoportable la lucha constante que, en su condición de guionista, tenía que
mantener con los censores, avalados por una reglamentación mojigata (el código
Hays) que obligaba a Mae West a revisar una y otra vez sus escritos, tachando
muchas de las procacidades inherentes al personaje que había lanzado al
estrellato. Por eso, harta de tantos inconvenientes, optó por abandonar el cine
a finales de la década de los años treinta, para regresar a esos alegres escenarios
de su juventud, donde la presión de la censura era mucho menor.
No obstante, volvió a
asomarse a la gran pantalla en alguna ocasión esporádica, como en My little
chickadee (1940) y The Heat's on (1943) -cinta en la que colaboró el
español Xavier Cugat. Al cabo de treinta años, cuando la censura había
desaparecido de Hollywood, regresó al cine con Myra Breckinridge (1970),
en la que compartió cartel con Raquel Welch. Su aparición postrera en una
producción cinematográfica tuvo lugar en 1978, cuando, a sus ochenta y cinco
años de edad, compartió protagonismo con figuras de la talla de Ringo Star,
Keith Moon y Alice Cooper en la película Sextette.
Filmografía esencial.
·
1932 | Night After Night (Noche tras noche) |
Dir. Archie Mayo
·
1933 | She Done Him Wrong (Lady Lou) | Dir. Lowell
Sherman
·
1933 | I'm No Angel (No soy ningún ángel) |
Dir. Wesley Ruggles
·
1934 | Belle of the Nineties (No es pecado) |
Dir. Leo McCarey
·
1935 | Goin' To Town (Ahora soy una señora) |
Dir.
·
1936 | Klondike Annie | Dir. Alexander Hall
·
1936 | Go West, Young Man | Dir. Henry
Hathaway
·
1938 | Every Day's A Holiday | Dir. A. Edward
Sutherland
·
1940 | My Little Chickadee | Dir. Edward F.
Cline
·
1943 | The Heat's On | Dir. Gregory Ratoff
·
1970 | Myra Breckinridge | Dir. Michael Sarne
·
1978 | Sextette (Seis maridos para Marlo) |
Dir. Ken Hughes
Nos quedamos con un video
que recorre lo más representativo de la vida cinematográfica de Mae West. A
disfrutar!!!
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