Título original: Al
Araf (Las alturas). Dirección:
Alejandro Salgado. País: España. Año: 2022. Duración: 16 min. Género:
Animación, Documental, Cortometraje.
Guión: Alejandro
Sallgado. Fotografía: David Gª López de la Osa. Montaje: David Gª López de la Osa.
Sonido: Rafa Martínez, Alonso
Velasco. Animación 2D: Manuel Expósito, Angela Arregui. Dirección Artística: Oscar Ortiz Marzo. Relato: Fatima Dzora. Producción Ejecutiva: Irene Hens. Producción: La Maleta Films.
Mejor Cortometraje en el Festival de Cine Documental de
Cádiz (Alcances 2022).
Sinopsis:
Se parte de la dura
realidad del comercio atípico en las fronteras de Ceuta y Melilla que separan a
África de Europa. Tomando como punto de partida el tránsito cíclico que
realizan a diario cientos de mujeres porteadoras de un lado a otro de la
frontera, la obra reflexiona sobre la trascendencia de la carga, la
imposibilidad de prosperar, la esclavitud o la aceptación. En la creencia
islámica Al Araf (Las Alturas), representa un enorme e infranqueable
muro que divide el infierno del paraíso. El universo reflejado en “Las
Alturas”, adopta el concepto de Al Araf como metáfora del espacio
fronterizo, y plantea un mundo fantasmagórico lleno de elementos antropomorfos
(ojos y manos) que dirigen a estas siluetas deshumanizadas en su deambular.
Comentarios:
El cortometraje de animación Al Araf (Las Alturas), escrito y dirigido por el cineasta Alejandro Salgado, premiado en el Festival de Cine Documental “Alcances” en su 54 edición, es una apuesta valiente que da voz en su propia lengua a los sin voz, en este caso, a las mujeres marroquíes que trabajan como cargadoras en las fronteras valladas, amuralladas, de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
El cortometraje está dedicado en sus títulos de crédito del final: “a todas las mujeres mulas” que para sobrevivir dignamente y mantener a sus familias sufren el maltrato, el tormento y la esclavitud del comercio informal en las fronteras que, entre Ceuta y Melilla, separan África de Europa”. Más de 30.000 personas, mayoritariamente mujeres, transitan a diario por ese espacio fronterizo para comprar a un precio más bajo, casi libre de impuestos, las mercancías que llegan en los barcos, atracados en los puertos de Ceuta y Melilla. Esos productos tan solo se pueden adquirir en una franja horaria limitada, de 9 a 12 de la mañana y de lunes a jueves. Después estas mujeres, de todas las edades, muchas de ellas ancianas, emprenden el regreso a Marruecos, cargadas con fardos de más de 50 kgs sobre sus espaldas, mimetizadas con la carga, sin poder usar carretillas u otros medios de transporte ya que la legislación marroquí solo permite que "las personas pueden entrar a pie a su territorio con lo que lleven en su cuerpo”.
El cortometraje documental de Alejandro Salgado nos
desvela poéticamente esta lacerante realidad que cada día sucede ante ese muro
fronterizo dominado por un gran ojo somnoliento, que todo lo ve, vigilante
impasible y testigo mudo ante tanta injusticia. A través de la obra de Salgado
penetramos en el mundo de estas mujeres, la mayoría ancianas, como revelan los
planos medios del perfil uniformado de sus rostros; pero en algunos picados son
vistas desde arriba, desde las alturas, como pequeñas manchas oscuras en la
inmensidad del desierto o diminutos insectos sociales en un laberinto de
escaleras por el que cada día bajan para subir con una pesada carga. Una voz en
off en árabe, colectiva y femenina, va narrando el sentir profundo de estas
mujeres porteadoras, la aceptación, fatalista quizá, del momento presente que,
desde las alturas, Alá contempla ¿compasivo? ¿providente? alentando en ellas la
esperanza en el más allá. Mujeres que no intentan pensar su situación, solo
sobrevivir a este infierno fronterizo y pasajero, sobrevivir a un presente que,
semejante al mito de Sísifo, es transcendido por la fe al vislumbrar el cielo y
la luna llena que, desde el laberinto, nos trae a la memoria el mito platónico
de “La Caverna”. La voz colectiva de las porteadoras invita solo a caminar, a
no detenerse, como única posibilidad de supervivencia a un aciago presente:
“Antes era cabeza y ahora soy pies. Intento en la medida de lo posible, no
pensar mucho en el pasado, sino centrarme en vislumbrar el futuro. Vivir en
paz”.
La dualidad está muy presente en todo el cortometraje.
Una noche azul de luna llena lo inunda todo para sumergirnos en una profunda
melancolía y al mismo tiempo en la esperanza, pues la luna llena es luz en la
noche, es presencia de Alá: “No hay luz sin oscuridad, ni la oscuridad es
eterna existiendo Alá”. Una vez más, Alejandro Salgado filma la noche y de
noche, lo que nos recuerda su original largometraje Barzaj (2019), pues
la noche es el mejor momento para contar historias, la noche nos iguala a todos,
nos quita las máscaras y deja fluir los sentimientos más puros y profundos del
ser humano.
A lo largo de todo el documental las manos y sus
formas de expresión están muy presentes, más allá del mero contenido simbólico
de las mismas en el Islán, las manos del cortometraje me recuerdan las pinturas
del ecuatoriano Oswaldo Guayasamín (1919-1999) que en sus cuadros de manos
llegó a expresar más de trece sentimientos. En este cortometraje las manos
también muestran los sentimientos: manos abiertas, cerradas, amenazantes,
violentas, suaves, esperanzadas, providentes, solidarias, y, sobre todo,
indicadoras de caminos y fronteras. Es, por tanto, la obra de Salgado una
película gestual y de silencios cuyo protagonismo lo tienen la voz humana de
las silenciadas y el sonido de la naturaleza en sus cuatro elementos. El documental
es muy fiel al contexto cultural y natural, pues a través de imágenes
bellísimas contemplamos el perfil de la urbe musulmana con su minarete y, sobre
todo, el entorno natural constituido por las dunas del desierto, las plantas
xerófilas rodantes, agaves florecidos y agonizantes, cañas cimbreantes y
pájaros que vuelan, que migran sin que las leyes fronterizas los detengan, una
naturaleza libre y en movimiento que se renueva, frente a unos seres humanos
estáticos, esclavizados, anclados en el fatalismo religioso.
El realizador Alejandro Salgado junto a la fotografía
y montaje de David Gª López de la Osa, el sonido de Rafa Martínez y Alonso
Velasco, la animación 2D de Manuel Expósito y Ángela Arregui y la dirección
artística de Óscar Martín Mazo logran mostrar y denunciar un presente duro pero
expresado cinematográficamente con suma belleza y riqueza simbólica. (María
Dolores Pérez Murillo)
Recomendada.
Magnífico artículo, como todos tus trabajos y con mucho sentimiento. Un drama que pasa desapercibido . A. Marquez
ResponderEliminarFantástico artículo
ResponderEliminarNice post thank you Joe
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