La
sociedad dicta el cine que se produce. Y la de hoy en día sigue demandando
superhéroes, quizá debido a la relación entre las posibilidades que ofrece el
avance de los efectos visuales y el momento que vivimos en el que lo diferente
(el superhéroe como metáfora) tiende a integrarse en el conjunto, lo cual a
largo plazo acabará por hacerlo desaparecer. Así, Warner Bros ha reproducido en
2022 uno de sus personajes más icónicos, un Batman que ya ha sido interpretado
y reconducido media docena de veces (seis actores diferentes) en algo más de
treinta años, desde aquel hito cinematográfico dirigido por Tim Burton en 1989.
En esta ocasión se opta por dirigir la atención al lado más detectivesco del
personaje, a la vez que sórdido, en una película, la de Matt Reeves, que
alcanza las tres horas de duración.
No
ayuda a hacer más llevadero el tránsito intestinal de la película el score de
Michael Giacchino, pero sí en hacerlo más sórdido. Al final, si el objetivo era
convertir lo retro en cool, parece conseguido. Por encima de todo ello, lo que
tenemos es un score en la línea de los que el compositor de Nueva Jersey viene
creando junto a Matt Reeves, hasta el punto de qué quitando algún elemento de
la sección de percusión, podríamos estar escuchando perfectamente una tercera
entrega de El Planeta de los Simios.
The
Batman (2022) es, en lo que ha música
se refiere, un score puramente giachiniano. Ese ritmo lento y pulsante, tanto
para la acción como para la gestión del drama, que el compositor ya comenzase a
experimentar en su génesis compositivo, la serie Perdidos, aparece en The
Batman desde el minuto uno y hasta el final, durante dos horas de música,
lo que hace de la experiencia fílmica casi una contemplación. Y sinceramente,
con una hora menos de película, y una hora menos de música, estaríamos
probablemente hablando de un score redondo. Menos siempre es más.
Así
que tenemos un nuevo Batman, esta vez cien por cien Giacchino, lo cual es
bueno, pero que no deja de tener sus influencias, y entre ellas está el trabajo
realizado para el mismo superhéroe por otros compositores serios, especialmente
el de Elliot Goldenthal (Batman Forever y Batman y Robin) y Hans
Zimmer (la trilogía del Batman de Nolan). La influencia se deja sentir
más en el color orquestal que en las líneas temáticas, especialmente en lo que
se refiere a la combinación de percusión y el trabajo con metales. En uno de
los mejores cortes de acción del score, Highway to the Anger Zone puede
escucharse perfectamente esa influencia del trabajo de Goldenthal en la
ampulosidad del viento metal insertada en una construcción a largo plazo más
típica de Zimmer, incluso con ritmos y transiciones muy típicas del compositor
alemán hacia el final.
El
corte mencionado, por otra parte, es una de las pocas ocasiones en las que el
score puntúa (redundancia) una escena de acción, reduciéndose prácticamente a
dos los momentos en los que el Batman de Giacchino es una partitura de acción.
Aunque eso sí, son dos de los mejores momentos del trabajo en su conjunto,
porque Giacchino, y eso ya lo hemos dicho varias veces por esta página, es el
último de una larga tradición de grandes compositores de música de acción, y
desde luego el que más ocasiones tiene de sacar ese talento a reducir. A la
excepcional Highway to the Anger Zone hay que añadir las dos partes de A Bat
in the Rafters, menos excesivas, pero más densas dramáticamente.
Eso
sí, lo que va a distinguir el score de The Batman en los años venideros
no va a ser su retrocolor orquestal ni su música de acción, sino su contenido
temático. Como ocurre con la música de acción, Giacchino es uno de los
compositores actuales que más ocasiones tiene de escribir temas, melodías, como
hicieron los padres de la música de cine desde que se incorporó la banda sonora
al celuloide, y antes que ellos los compositores de ópera italianos o alemanes
y los de la Zarzuela españoles.
The
Batman se asienta sobre tres
identidades temáticas principales, con cuatro temas muy destacados. La primera
identidad es la de Batman/ Bruce Wayne, y aquí es donde me imagino que
Giacchino más vueltas tuvo que darle a la historia. Al fin y al cabo se trata
de continuar una senda en la que han dejado buenos temas otros compositores, y
especialmente icónicos en el caso de Danny Elfman (Batman, 1989) y de Zimmer
(Batman Begins, 2005). Tantas vueltas derivaron en cuatro notas que aparecerán
decenas de veces en el score. El tema de Batman, el detective, cuatro notas,
misterioso. Cuando se repite, la última de las cuatro notas es la primera del
siguiente ciclo. Así que además de misterioso, encadenado. Normalmente será
interpretado mediante campanas tubulares, el piano y el viento metal. En el
lado contrario, el tema de Bruce Wayne, la persona y no el detective, tiene una
expresión musical noble, aunque triste, que aparece por primera vez en Funeral
and Far Between, y que adquirirá más desarrollo en la parte final.
La
segunda identidad temática en aparecer es la del villano, Enigma, representada
por un pequeño coro de niños y una fina línea melódica interpretada por
violines de cuatro notas ascendentes y dos descendentes, y que en el score
puede escucharse ya desde el segundo corte, Mayoral Ducting. De las
cuatro identidades temáticas, me parece la menos interesante, por repetitiva,
si bien hacia el final del score tiene un momento de evolución hacia lo
ampuloso, convirtiéndose en la base temática de uno de los mejores cortes
musicales, como es el A Bat in the Rafters.
Por
último, y desde la cuarta pista, Don´t Be Voyeur with Me, Giacchino
desempolva el mejor de los cuatro temas, el de Catwoman. Con un aire lejano a
John Barry (como ya había ocurrido con algún tema de los dos scores que hizo
para El Planeta de los Simios, por cierto), un toque de Blues en su
naturaleza, y una melodía espléndida, sibilina, bella, ejecutada con delicadeza
por los violines.
En definitiva, The Batman es un buen score, que como sucede con muchos otros del compositor, preveo que con el tiempo envejecerá bien, admitirá nuevas perspectivas, y hará hueco a fijarse en esta y aquella orquestación interesante que había pasado desapercibida. Giacchino es un compositor total. Sus obras son ricas temáticamente, son suyas a pesar de las fuertes influencias (Williams, Mancini, Schifrin, siempre estarán presentes en su música), y sobre todo son inteligentes y elevan el film al que acompañan. Su único debe, a estas alturas de su carrera, dos décadas ya, es no haberse hecho un hueco en el género del drama, del cine serio, incluso, algo para lo que trabajos como su biblia de Perdidos le capacita sobradamente. De momento, es el mejor compositor de las dos últimas décadas del cine como pura forma de entretenimiento. The Batman es brillante, un poco larga y tediosa en algunos momentos, pero rica orquestal y temáticamente, y con un par de momentos de acción sencillamente sublimes. Ojalá tenga ocasión de hacer alguna cosa más como Jojo Rabbit (2019), porque son esas músicas las que conectan con las personas más profundamente. Si no, aún le quedarán esos sentidos momentos que no pasan desapercibidos de Up (2015), Inside Out (Del Revés, 2015) y Coco (2017). (Braulio Fernández)
Nos
quedamos con el corte que abre el álbum, cuyo título es: Can't Fight City
Halloween.
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