Título original: Ad Astra. Dirección: Michael Engler. País: Reino Unido. Año: 2019. Duración: 122
min. Género: Drama.
Mark Day (Montaje), Ben Smithard (Fotografía), Julian Fellowes (Guión), John Lunn (Música), Gareth Neame, Liz Trubridge, Julian Fellowes (Producción), Nigel Marchant, Brian
Percival (Producción ejecutiva),
Anne Nosh Oldham (Maquillaje), Anna
Robbins (Vestuario), Jill Trevellick
(Casting), Anne Nosh Oldham (Peluquería).
Presentada en la sección
oficial del Festival de Venecia 2019.
Estreno en Sevilla: 20 Septiembre 2019
Reparto:
Hugh Bonneville
(Robert Crawley), Laura Carmichael (Lady Edith), Jim Carter (Sr. Carson),
Raquel Cassidy (Srta. Baxter), Brendan Coyle (Sr. Bates), Michelle Dockery
(Lady Mary), Kevin Doyle (Sr. Molesley), Michael Fox (Andy), Joanne Froggatt
(Anna Bates), Matthew Goode (Henry Talbot), Harry Hadden-Paton (Bertie Hexham),
Robert James-Collier (Thomas Barrow), Allen Leech (Tom Branson), Phyllis Logan
(Sra. Hughes), Elizabeth McGovern (Cora Crawley), Sophie McShera (Daisy),
Lesley Nicol (Sra. Patmore), Douglas Reith (Lord Merton), Maggie Smith (Violet
Crawley), Penelope Wilton (Isobel Merton), Oliver Barker (George), Zac Barker
(George), Fifi Hart (Sybbie), Eva Samms (Marigold), Karina Samms (Marigold).
Sinopsis:
1927. La familia Crawley
y su carismática servidumbre se preparan para el momento más crucial de sus
vidas. Una visita del rey y la reina de Inglaterra desatará una situación de
escándalo, romance e intriga que pondrá en peligro el futuro de Downton.
Comentarios:
Parafraseando el título
de la famosa marcha orquestal creada por el compositor británico Edward Elgar
en 1901, la versión cinematográfica de “Downton Abbey” ha preferido la pompa
regia a la circunstancia histórica de los mejores momentos de la serie. En ella
están casi todas sus virtudes, sobre todo las más aparentes y lujosas, pero da
la impresión de que se ha perdido la oportunidad de ejecutar un salto
verdaderamente fílmico en lugar de apostar por una suerte de especial navideño
de duración extendida con el que celebrar, años después, los emocionantes ratos
al lado de una larga serie de personajes apasionantes y de enorme calado
sentimental.
Estrenada en la
televisión británica el 26 de septiembre de 2010, y culminada cinco años y 52
episodios después, “Downton Abbey” destacó, además de por su impresionante
labor artística en decorados y vestuario, por la rara facilidad de su creador,
Julian Fellowes, para relatar las radicalmente opuestas existencias de una
veintena larga de personajes a través de pequeños y conmovedores encuentros y
desencuentros en los pasillos y salones de una aristocrática mansión. Roles
complejos que huían del arquetipo, ya fueran los de arriba o los de abajo del
escalafón social, a los que Fellowes añadía la otra gran virtud de la serie: la
brillante inclusión de los acontecimientos históricos en el devenir de unos
seres humanos pertenecientes a un lugar y a una época determinados, relatada
con rigurosidad y pasión. Así, el drama de la Primera Guerra Mundial, el
nacionalismo irlandés, las luchas sociales y los inicios del movimiento
sufragista, por citar solo unos cuantos, convivían con las pasiones más
calladas que desbocadas y, lo mejor, el compromiso o la rebeldía para seguir
ocupando el lugar en el mundo que les venía dado por imposición social.
Sin embargo, en esta
versión cinematográfica, que aunque sea continuación del último capítulo de la
serie no será difícil de seguir por los neófitos, apenas se incluyen temas de
relevancia histórica y solo se añade un compló del republicanismo irlandés para
asesinar el rey Jorge V, mal desarrollado y filmado por Michael Engler, y que
se agota a mitad de metraje. Una cojera a la que hay que añadir algún desliz en
la configuración de los personajes, principalmente la de convertir en un bufón
al que únicamente era tímido lacayo Molesley, y la incorporación de un
estereotipado chef francés recién escapado de Ratatouille.
Quedan en cambio, además
del habitual entretenimiento, tres pequeñas grandes historias: la del chófer
irlandés reconvertido en miembro de la familia, al lado de un nuevo y precioso
personaje femenino; las dudas de Lady Mary con el futuro de la casa y el suyo
propio; y el de la homosexualidad del gran personaje que siempre fue el
mayordomo Thomas, con la inclusión de los primeros locales de ambiente gay.
Y, para los fanáticos de
la serie, un golpe de efecto final en relación a uno de los roles más queridos,
al que sólo le hubiera faltado que Engler, que ya había dirigido el capítulo
especial de Navidad de 2015, hubiese aplicado una puesta en escena que
engrandeciera el momento en lugar de atenuarlo. (Javier Ocaña)
Recomendada
(con reservas).
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