lunes, 3 de diciembre de 2018

Recordando "Fanny y Alexander" en el centenario de Ingmar Bergman



Todo puede suceder, todo es plausible y probable
El espacio y el tiempo no existen

Ya desde las primeras secuencias de “Fanny y Alexander” (1982), Ingmar Bergman define su posición y señala abiertamente cuáles son sus intenciones: al principio de la película aparece un niño contemplando un teatro de marionetas. Uno a uno desmonta todos los elementos de la decoración. De forma similar, el muchacho irá penetrando en la fachada y desenmascarando el mundo de los adultos. La perspectiva de esta película es, sobre todo, la de este niño de diez años, y el drama se desarrolla en todo momento bajo la atenta mirada del joven alter ego de Bergman.


Alexander (Bertil Guve) y su hermana de ocho años Fanny (Pernilla Allvin) son los miembros más jóvenes de los Ekdahl, una familia que dirige un teatro en una adormecida ciudad sueca a principios del siglo XX. La abuela es quien dicta las normas del clan con sabiduría y paciencia. La vida de los Ekdahl transcurre así turbulenta y variopinta, y ofrece a Alexander constante inspiración para nuevos y fantásticos juegos. El muchacho sueña con hacer una brillante carrera sobre los escenarios, al igual que su abuela y su madre, pero la muerte del padre trastocará sus planes. Al año de morir su marido, Emile (Ewa Flölig), la joven viuda, se casa con el obispo Edvard Vergerus (Jan Malms). En nombre del amor y de la respetabilidad, renuncia a su carrera como actriz y se muda con sus hijos a la residencia del obispo. En la atmósfera estricta (e hipócrita) de su nuevo hogar, los niños viven intimidados y atormentados. Pero Alexander es un rebelde. A la hora de bendecir la mesa, recita indecencias poco cristianas y con su astucia cruel e infantil consigue a menudo sacar de quicio a su padrastro. El obispo le pega sin misericordia, por lo que, en lugar del amor de Dios, Alexander conoce más bien el látigo y los métodos humillantes de la inquisición. El hogar se ha convertido para madre e hijos en un infierno puritano y a todos ellos les parece un milagro cuando por fin logran escapar de él. El odiado obispo muere accidentalmente devorado por el fuego del infierno, ¡Bravo por el director!


La película “Fanny y Alexander” es un tejido de imágenes barrocas y de gran dramatismo, en el que Ingmar Bergman elabora la materia prima bruta de su propia infancia. La historia de los Ekdahl (no parece una casualidad que el apellido de la familia nos recuerde al del fotógrafo de la obra de Ibsen “El pato salvaje”) trata sobre la necesidad del teatro, es decir, de la imaginación en la vida humana. El propio Bergman era hijo de un pastor  y, quizás por ello, la película no deja dudas sobre la opinión del director acerca de la actitud de ciertos clérigos santurrones para quienes el amor y el temor a Dios no son más que instrumentos de poder que utilizan con el fin de dominar y tiranizar a sus congéneres.

Oskar Ekdahl (Allan Edwall), el padre de Fanny y Alexander, muere de un infarto durante un ensayo de la obra de teatro “Hamlet”, en la que interpretaba el papel de espíritu. Desde entonces, acude ocasionalmente en ayuda de su hijo Alexander, que se siente un poco como el personaje de Shakespeare. Bergman complementa así de forma fluida su realista historia familiar con otra de carácter sobrenatural. El director se esfuerza además por contrastar el dionisíaco amor por la vida que se respira en casa de los Ekdahl, con la opresiva disciplina de la residencia episcopal e intenta explorar el inevitable conflicto entre fantasía y razón.


Este filme tiene una duración de tres horas y media, pero la versión televisiva de cuatro episodios, montada por el propio director, se prolonga hasta 312 minutos. Para Bergman, “Fanny y Alexander” supone una especie de balance de su vida y de su obra. Aunque en los últimos veinte años, el prestigioso artista sueco ha dirigido un sinfín de trabajos para el teatro y la televisión, éste es, hasta el día de hoy, su último largometraje para el cine.

Fanny y Alexander” fue, por cierto, la primera película extranjera que obtuvo cuatro oscars: a la Mejor Película Extranjera, Mejor Fotografía (Sven Nykvist), Mejor Dirección Artística (Anna Asp y Susanne Linghelm) y Mejor Vestuario (Marik Vos-Lundh).


La Linterna Mágica: Alexander no sólo posee un teatro de marionetas, sino también una linterna mágica, en claro homenaje de Bergman al séptimo arte. Igualmente los fundadores integrantes de nuestra querida “Asociación Linterna Mágica” quisimos llamarnos así por lo mismo que el admirado Bergman. El primer paso hacia el cine contemporáneo lo dio en el siglo XVII Athanasius Kircher, un jesuita austriaco que inventó la llamada “linterna mágica”. El artilugio funcionaba con velas y lograba proyectar imágenes en la pared. Consistía en una caja iluminada ante la que se colocaban pequeñas imágenes pintadas sobre cristal. Cuando éstas giraban ante la luz, este aparato totalmente mecánico creaba la ilusión de reproducir el movimiento de, por ejemplo, trineos o molinos de viento. En 1820, la invención de la luz de calcio supuso un gran paso en la evolución del cine. Las nuevas posibilidades de iluminación permitieron la divulgación del aparato y sus “fantasmagorías”. Por fin se había hecho posible la representación de movimientos y efectos sorprendentes, y se podían reproducir de una forma convincente la lluvia, la nieve, el fuego y las olas del mar.

Fanny y Alexander es una suntuosa película de época, así como un rico tapiz de recuerdos e impresiones de la infancia, con sus miedos y sus alegrías, que emplea los mejores recursos y formas de la teatralidad cinematográfica, desde la comedia hasta la más oscura tragedia, con incursiones en lo gótico, lo fantasmal y lo horrible.” (Variety).

Este año se celebra el centenario del nacimiento de Ingmar Bergman, y esta película es mi preferida de este gran director sueco, digna de un 10.
                                                                                 

                                                                       Virginia Rivas Rosa





4 comentarios:

  1. Muy buena reseña de esta película. Estoy deseando verla de nuevo. Gracias Virginia.

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    1. Me alegro mucho que te guste mi entrada-homenaje. Ahora ¡¡¡a ver la peli!!!

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  2. Enhorabuena amiga, eres una estupenda critica cinematográfica!!!

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    1. Te agradezco tu cariñoso comentario. En esta entrada-homenaje he puesto todo mi esfuerzo para que fuera digna. Un beso.

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