“Te he estado buscando
toda la noche, pero no te he encontrado”
Florence (Jeanne Moreau) y su amante Julien (Maurice Ronet) han
planeado hasta el último detalle el asesinato del marido de Florence. Pero el
plan se desbarata apenas perpetrado el sangriento crimen, encubierto de
suicidio. Julien se queda encerrado en el ascensor del lugar del delito y, por
si eso no bastara, una pareja de jóvenes le roba el coche. Cuando el cabriolé
pasa por delante de Florence, que espera sin sospechar nada, la mujer empieza a
dudar del amor de Julien. Mientras ella vaga por el París nocturno en busca de
su amado y éste intenta liberarse en vano, el destino sigue su curso. Los dos
jóvenes ladrones matan a una pareja de turistas alemanes. Y cuando, acto
seguido, la policía inicia diligencias a gran escala, Julien está en lo más
alto de la lista por ser el propietario del automóvil.
Los amantes, el marido fastidioso, un asesinato planeado
minuciosamente y el poder destructivo del destino: no cabe duda de que se trata
de un argumento cinematográfico viejo y conocido. Pero, en su época, sí pareció
nuevo y excitante que Louis Malle modelara un drama existencial a partir de
esos ingredientes clásicos del género policíaco. Ascensor para el cadalso fue
el debut en el cine del director, que entonces tenía veinticinco años. Él mismo
comentó en una ocasión que, en su ópera prima, había dudado entre realizar un
thriller al estilo de Hitchcock o rendir homenaje a las películas impregnadas
de filosofía de Robert Bresson, con el que había trabajado anteriormente de
ayudante en Un condenado a muerte se ha escapado (1956). En realidad, ambas
influencias se condensan en el film de Malle.
Después de un comienzo lleno de suspense, poco a poco la acción
llega casi a estancarse. El director observa con mirada fría y
distanciada a sus protagonistas que, a medida que progresan los trabajos de
investigación de la policía, parecen cada vez más recluidos en su soledad y
desesperación existenciales. Igual que Bresson, Malle recurre una y otra vez a
las metáforas correspondientes. Julien está encerrado en su ascensor-prisión y
Florence, como si para ella tampoco hubiera escapatoria, vaga por las calles
mojadas por la lluvia de un París laberíntico. La gran ciudad como símbolo del
mundo moderno no promete ninguna libertad en la película de Malle. El brillo
superficial de los escaparates resplandecientes remite de forma tanto más
dolorosa al vacío emocional de los habitantes.
Si bien Malle remarcó una y otra vez su distanciamiento del
cine de la nouvelle vague, no puede
desestimarse la importancia de Ascensor para el cadalso como modelo y fuente
de inspiración del cine francés de finales de los años cincuenta. Puede que el
tono de su película sea mucho más melancólico, pero manifiesta el mismo
entusiasmo por las películas de serie B americanas que después mostrarían Al
final de la escapada (1959) de Jean-Luc Godard o Tirad al pianista (1960) de
François Truffaut.
El director de fotografía Henry Decaë plasmó el mundo sombrío del
cine negro en inmensas imágenes en blanco y negro de Paris. Iluminada
únicamente por las luces chillonas de neón de los cafés nocturnos y por faros
deslumbrantes, la metrópoli se convierte en un paisaje difuso de almas, en el
que Florence amenaza con perderse cada vez más.
El trabajo de dirección de Louis Malle nos impide tomar partido,
pero nos permite participar del estado anímico excepcional de Florence, puesto
que coloca sus pensamientos como monólogo interior en el rostro de Jeanne
Moreau, marcado por el cansancio y la tensión. Su inseguridad se experimenta de
forma francamente física gracias a la célebre banda sonora de Miles Davis. La
agresividad agotadora de su trompeta de jazz traslada el nerviosismo del
personaje a la sala de cine. El sonido estridente del instrumento es capaz de
plasmar la concepción pesimista de Malle.
No cabe duda de que si Orson Welles dijo de Jeanne Moreau que era
“la mejor actriz del mundo” no fue únicamente por su sorprendente capacidad de
pasar de forma convincente en un instante, de una seriedad discreta a una
alegría fascinante. De hecho, la actriz marcó como nadie el cine de autor.
Jeanne Moreau (Paris, 1928-2017) ya era una celebridad en los
teatros antes de triunfar en el cine con “Ascensor para el cadalso” (1957). Su
segundo trabajo con Louis Malle, “Los amantes” (1958), una película que supuso
un escándalo en la época, le reportó la fama internacional y provocó que, a
partir de ese momento, tuviera cierta reputación de libertina en el amor. Desde
entonces, Moreau, que influyó de forma determinante en el cambio de imagen de
la mujer en el cine de los años sesenta, también demostró su independencia al
escoger sus proyectos. Moderato cantabile (1960), de Peter Brook, le supuso
su primer gran premio, la Palma de oro a la mejor actriz, antes de convertirse
en el icono de la nouvelle vague, gracias
a su papel, quizás el más famoso, de la amante de dos amigos, tan liberal como
enérgica, en Jules y Jim (1961) de François Truffaut.
La actriz despertó un gran interés en los medios de comunicación
al actuar junto a Brigitte Bardot en “Viva María” (1965), una parodia del western dirigida por Malle. Otros
directores importantes con los que trabajó fueron Michelangelo Antonioni (La noche), Joseph Losey (Eva), Luis Buñuel (Diario de una camarera), Jacques Demy (La bahía de los ángeles), Tony Richardson (El marino de Gibraltar), Elia Kazan (El último magnate), Margueritte Duras (Nathalie Grange), Rainer Werner Fassbinder (Querelle), Wim Wenders (Más
allá de las nubes), François Ozon (El
tiempo que queda), Agnes Varda (Las
cien y una noches de Simón Cinema), Jean-Jacques Annaud (El amante), o Theo Angelopoulos (El paso suspendido de la cigüeña) entre
otros. La actriz también ha dirigido varias películas: Lumière (1976) y El
adolescente (1979) con Simone Signoret; rodó un documental sobre la actriz
Lillian Gish y dirigió varias óperas. Paralelamente a su trabajo en el cine, Jeanne
Moreau ha seguido una carrera de cantante plagada de éxitos, grabó discos y en
1984 cantó junto a Frank Sinatra en el Carnegie Hall.
VIRGINIA RIVAS ROSA
No hay comentarios:
Publicar un comentario