Louis
Feuillade nació en 1873 en Lunel, una pequeña aldea ubicada al sur de Francia.
Sus padres y toda su familia estaban dedicados a la exportación de vino, y
desde pequeño le inculcarían ideas sumamente conservadoras, las cuales
Feuillade mantendría durante toda su vida. Después de realizar el servicio
militar, él se casaría con la hija de un comerciante local, y entraría a
trabajar al negocio familiar. Durante su tiempo libre, Feuillade se dedicaría a
escribir poemas los cuales posteriormente recitaba en los banquetes familiares
o en un café local. Su destino cambiaría con la muerte de su padre en el año
1986, y la de su madre dos años después. A sus 25 años, Feuillade sentiría que
no había nada que lo vinculara a su tierra natal, por lo que se mudó a Paris
junto a su esposa. Al igual que antes, él parecía dedicarle más energía a su
vida intelectual y social que a su carrera, razón por la cual estuvo un buen
tiempo de empleo en empleo, sin rumbo fijo.
Por
esas cosas del destino, Feuillade terminarían ganando fama y fortuna en el
mundo del cine. Mientras trabajaba como editor asistente en el periódico de
derecha, Revue Mondiale, sería sorprendido por la propuesta de uno de sus
viejos amigos quien recientemente había comenzado a trabajar como guionista
para la productora Pathé Frères. Éste le había conseguido a Feuillade una
entrevista con el más importante director de la productora, Ferdinand Zecca,
aunque debido a sus diferencia ideológicas y a la nula experiencia de Feuillade,
éste no consiguió ser contratado. Fue entonces cuando él se dirigió a los
estudios Gaumont, el segundo estudio más grande de Francia. Para diciembre de
1905, Feuillade se encontraba trabajando como guionista y segundo asistente de
la primera directora de la historia del cine, Alice Guy. Aunque Feuillade no
mostró gran entusiasmo al inicio de su nueva carrera, pronto se convertiría en
un energético guionista, director, y más tarde, jefe de producción de la
compañía, cuando Alice Guy dejó Paris con su nuevo marido en el año 1907.
El
repentino cambio en la personalidad de Feuillade se debió fundamentalmente a la
influencia ejercida por Alice Guy y Léon Gaumont, más que a la atracción que el
director sentía por las imágenes en movimiento. Además, la compañía de Gaumont
valoraba y compensaba el trabajo duro. El joven asistente trabajó sin cesar por
un salario de 100 francos a la semana, pensando que más tarde sería reconocida
su labor. Su primera película firmada fue “La porteuse de pain” (1906), la primera
de las más de 600 cintas que dirigiría, las cuales abarcarían prácticamente
todos los géneros cinematográficos que manejaba la Gaumont: drama histórico,
comedia, drama realista, melodrama, films religiosos, y cintas de aventura.
Pero más allá de su incesante actividad, el nombre de Feuillade fue asociado al
cine de episodios, el serial cinematográfico, formato en el que destacó por
encima de sus colegas. Abordó, entre otros, temas infantiles con la serie
“Bébé” (1910-13), y temas realistas con “La vie telle qu'elle est” (1911-12).
Ésta última, fue promocionada por el estudio como un avance significativo en
términos cinematográficos; “Estas escenas pretenden ser rebanadas de vida... se
evita por completo la fantasía, representando las cosas y las personas como son
y no como debieran ser”.
Pese
al buen recibimiento que tuvo este compilado de dramas domésticos, Feuillade
alcanzaría la fama estando al frente de un grupo de seriales centradas en
criminales, entre las que se encuentran: “Fantômas” (1913-14), “Les Vampires”
(1915), “Judex” (1916), “La Nouvelle Mission de Judex” (1917), “Tih-Minh”
(1918), y “Barrabas” (1919). Los seriales criminales eran un popular y
prolífico género en aquella época tanto en Francia como en los Estados Unidos.
Mientras
la Primera Guerra Mundial llegaba a su punto más crítico, Feuillade, tras
abandonar el campo de batalla por razones de salud, desarrolló plenamente la
estructura y el concepto de serial en “Les Vampires”, la cual relata las
audaces aventuras de un grupo de criminales llamados “Vampiros”, que mantienen
a Paris en la más completa incertidumbre. A lo largo de diez episodios, el
joven periodista Philippe Guérande, y su amigo Oscar-Cloud Mazamette (un
vampiro renegado), se dedican a seguir las huellas de la organización delictiva.
Debido
a la época en que fue filmada, Feuillade tuvo que enfrentarse a una serie de
problemas tales como la falta de actores, personal técnico, película virgen y
corriente eléctrica. Para colmo, si un actor se veía obligado a ir al frente de
batalla, su repentin a desaparición de la serie debía ser explicada
fílmicamente, y esto se hacía incorporando al guión su sorpresiva muerte. Lo
que el director perdía por las condiciones en las cuales debía producir sus
obras, lo ganaba con la ayuda de la estética cinematográfica; se servía del
apresurado y forzado cambio de actores para acentuar la violencia y el
dinamismo de las acciones en “Les Vampires”.
Las
improvisaciones de Feuillade, quien trabajaba bajo una gran presión,
impresionaron a los surrealistas, quienes veían en las construcciones de las
historias y sus improbables desarrollos temáticos algunas similitudes con sus
escritos. Es el desprecio del director por la lógica y la precisión narrativa,
combinado con sus invenciones visuales, suspenso criminal y los elementos
fantásticos, lo que convierte a sus obras en algo tan especial. Volviendo a la
historia de “Les Vampires”, la banda criminal es encabezada por sucesivos
líderes, que utilizan con ingenio los últimos adelantos técnicos de la época para
luchar contra sus enemigos. A partir del tercer episodio, Feuillade incluye la
figura de Irma Vep, quien como el resto de los miembros, siembra el pánico en
la ciudad valiéndose de elaborados disfraces que utiliza para llevar a cabo sus
arriegadas acciones. Irma Vep fue interpretada por Musidora, actriz cuyo
verdadero nombre era Jeanne Roquès y que había sido descubierta por el director
mientras ejercía como bailarina en el famoso cabaret, Folies Bergère. Musidora
trabajaría en 52 de las películas dirigidas por Feuillade, entre ellas
“Fantômas”.
El
éxito de “Les Vampires” no solo radicó en su estética y en su estructura
narrativa, sino que también repercutieron en el público los creativos inventos
que los criminales utilizaban para cometer sus fechorías. En sus asesinatos en
serie, asaltos, atentados y actos de terror, no solo se valían de instrumentos
descritos en la novelas policiacas, sino que también utilizaban los más
avanzados medios de comunicación y la innovadora dinámica técnica propia de la
época de las máquinas. El deseo de los “Vampiros” por provocar un completo caos
social, aparecía como una novedad histórico-cinematográfica, a lo que se suma
la novedad de presentar a una mujer como el cerebro de una hábil banda de
criminales. “Les Vampires” se adelantó varios años a las temáticas que se
comenzarían a tocar en los Estados Unidos durante la década de los treinta con
el cine de gangster, y en Alemania, con la cinta, “Dr. Mabuse” (1922), del
director Fritz Lang. También cabe mencionar que “Les Vampires” es la primera
serie fílmica que toca el tema de la criminalidad como un fenómeno
sociopolítico y socioeconómico. Es por esta razón que no resulta extraño tras
su estreno en Alemania en el año 1920, la cinta fuese víctima de una censura
temporal.
Tras
“Les Vampires”, Feuillade contrataría al escritor Arthur Bernède, con el cual
desarrollaría un misterioso vengador llamado Judex. A diferencia de sus
anteriores seriales, “Judex” (1916), estaría centrada en lo que podría
considerarse como una antesala al superhéroe moderno.
Feuillade
continuó realizando seriales hasta el día de su muerte en el año 1925, aunque
su periodo de mayor creatividad coincidiría con los años que duró la Primera
Guerra Mundial, siendo estos los años en los cuales el público demostraría un
marcado interés en el género. Después de terminada la guerra, se continuarían
produciendo seriales, pero claramente no existía el mismo interés por estos
productos. Es un hecho que el director supo aprovechar el éxito de este tipo de
producciones, las que manejó de manera formidable pese a la escasez de
recursos. Louis Feuillade ofreció una propuesta inteligente, constructiva y
repleta de imaginación al cine de episodios de los años diez. Sus historias se
acercaron a los hechos cotidianos con una gran dosis de realismo, descubriendo
al mismo tiempo todo lo mágico, poético y sorprendente que hay en ellos. Además
supo aunar criterios comerciales y estéticos, durante su carrera al interior de
los estudios Gaumont, pero lo que es más importante, Feuillade fue uno de los
pocos directores capaces de construir obras de calidad utilizando solo su
habilidad tras las cámaras. Por esto y por sus inolvidables e innovadoras
seriales, Louis Feuillade ocupa un lugar destacado en la historia del cine
mundial.
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