Días
de radio (1987) constituye la película número veinte en la prolífica trayectoria
de Woody Allen (Nueva York, 1 de diciembre de 1935), cuya filmografía supera
los cincuenta títulos como director, a día de hoy, que cumple 80 años (y sin
intención de retirarse, por suerte para todos sus seguidores).
Son evidentes en Días
de radio las referencias autobiográficas, supone una evocación nostálgica de la infancia del propio Allen. La
historia transcurre a finales de los años treinta y parte de la década de los
cuarenta, en Nueva York y es fundamentalmente un homenaje al papel que tenía la
radio en la vida familiar de los norteamericanos durante los años de la Gran
Depresión. Aparecen seriales radiofónicos, concursos, programas musicales o
boletines informativos que sirven para reconstruir una época a través de las
retrasmisiones radiofónicas, como por ejemplo emisión del programa “La Guerra
de los mundos” (1938) o el ataque por la armada japonesa a la base militar de Pearl
Harbour (1941).
El
protagonista, Joe (Seth Green) es un chico judío de diez años que vive con su
numerosa y estrafalaria familia un barrio costero de clase media, próximo a
Nueva York. A través de la radio, Joe narra en primera persona su vida
cotidiana y familiar, y las anécdotas de los programas de radio que escuchan. Este
aparato era el principal medio de evasión de toda su familia, pues juntos la
escuchan a diario, aunque cada uno tiene un programa favorito. Además de sus
padres, Joe vive con sus tíos, la prima Rubie, los abuelos y la tía Bea.
La radio articula la existencia de todos los personajes y es el hilo conductor de una trama donde la música, la vida familiar, y la búsqueda del éxito son los protagonistas. A Joe lo que más le gusta es escuchar las aventuras radiofónicas de “El vengador enmascarado”, personaje con el que sueña en convertirse. El programa que le gusta a su madre es “Desayuno con Roger e Irene”, en el que cada mañana el matrimonio compuesto por Roger e Irene repasan los actos sociales a los que han asistido la noche anterior, dando cuenta de las numerosas fiestas compartidas con las estrellas de cine del momento. Para la madre supone una evasión momentánea, el salto de un nivel social a otro.
Pero si tenemos que destacar algún aspecto de esta película, tal vez sea la música, otra de las grandes pasiones de Woody Allen. Aquí recopila buena parte de los éxitos musicales que una época: artistas de la talla Glenn Miller, Artie Shaw, Cole Porter, Benny Goodman, Tommy Dorsey, Frank Sinatra, Duke Ellington, Carmen Miranda o Xavier Cugat, aparecen con canciones como In the Mood, Begin the Beguine, Tico Tico, Conga, Bailando en la oscuridad, Frenesí, Night and Day, La cumparsita y Babalú.
¡Feliz cumpleaños, Woody!. No dejes de regalarnos una película nueva cada año.
Me uno a tu felicitación M. Ángel. Estupendo artículo y recuerdo a una persona (artista) tan especial.
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