Christopher Lee, archifamoso por
su papel de Drácula, falleció hace unos días a los 93 años en un hospital de
Chelsea a causa de un problema respiratorio. La tardanza en comunicar el deceso
fue debido a que la viuda quiso avisar antes a todos sus familiares, según The
Guardian. Lee no fue solo un intérprete famosísimo gracias a encarnar en el
siglo XX al vampiro más popular para la productora Hammer, sino rentable y
taquillero en este siglo por sus papeles de conde Dooku en la saga de Stars
Wars y de Saruman en El Señor de los Anillos. Además encarnó a Francisco
Scaramanga en El hombre de la pistola de oro en la saga Bond.
Nacido el 27 de mayo de 1922 en
Londres, en el aristocrático barrio de Belgravia, su elevada estatura (1,96
metros) le permitió mostrar en el cine un físico impresionante, sobre todo en
papeles de malos. De familia de clase alta, su padre era teniente coronel de la
Guardia Real británica y su madre, la condesa Estelle Mari Carandini di
Sarzano. Su infancia, tras el divorcio de sus padres, transcurrió en Suiza. De
vuelta a Londres su madre se casó con el banquero Harcourt Ingle Rose, tío de
otro mito del siglo XX, el escritor Ian Fleming, creador de Bond. Tras viajar
por media Europa -aseguraba, por ejemplo, que había asistido a la última
ejecución pública en Francia-, en la Segunda Guerra Mundial sirvió con éxito en
el ejército (participó en operaciones secretas), y acabó hablando francés y
alemán.
Considerado uno de los grandes
actores del cine, comenzó su carrera en 1947, en La extraña cita, de Terence
Young. Y aunque no paró de trabajar, durante toda su carrera participó en 250
producciones, su fama no le llegó hasta finales de los años cincuenta cuando entró
en la productora Hammer y dio vida al conde Drácula en la veintena de películas
que realizó junto a Peter Cushing. De su caracterización del chupasangre, dijo
Fernando Savater que era "un demonio carnívoro, con ímpetus brutales hacia
los jugos de la vida". Aun así, su primer filme en la Hammer no iba de
vampiros, sino que encarnaba al monstruo de Frankenstein y Cushing, a Víctor
Frankenstein en La maldición de Frankenstein.
En los sesenta y setenta fue uno
de los rostros más conocidos de la pantalla gracias a La momia, El perro de los
Baskerville, Medusa, Rasputín: el monje loco y a todo tipo de Dráculas,
incluido los dirigidos por Jesús Franco, que también le tuvo en la saga Fu
Manchú: "Cómo nos reíamos", recordaba Lee. "Tenía un talento
increíble, pero nunca un presupuesto decente. Así que usaba constantemente el
zoom para no enseñar mucho. Con más dinero hubiera llegado más lejos. Y cómo
nos lo pasábamos. Un día rodando en el club de golf de La Manga, yo estaba
cubierto completamente de sangre y heridas purulentas, y decidí entrar así al
bar del club. Me apoyé en la barra y le solté al camarero: 'El hoyo 18 es un
hijo de puta [en español]'. Nos lo pasábamos muy bien". También rodó con
otro español: con Pere Portabella hizo Cuadecuc, vampir (1970) documental con
aires a Nosferatu, un primigenio making of de El conde Drácula, de Franco.
El final de los setenta y los
ochenta fueron los del encasillamiento. Junto a buenos trabajos como La vida
privada de Sherlock Holmes, El hombre de la pistola de oro o Los tres
mosqueteros, rodó todo tipo de películas de terror, comedias y series de
televisión. "Mi mejor actuación fue en Jinnah [biopic de 1998], cuando
interpreté a Muhammad Ali Jinnah, fundador de Pakistán. ¿Mi mejor película? El
hombre de mimbre (The wicker man), de 1973", contó en varias ocasiones.
A pesar de aparecer en Loca
academia de policía, de estar en 1941 o en la saga de los Gremlins, Lee parecía
en franca retirada hasta que tres hechos salvaron y relanzaron la carrera: su
amistad con Tim Burton, que Lucas le llamara para las tres películas de Star
Wars que conformarían la trilogía inicial, y que Peter Jackson le fichara como
Saruman en El Señor de los Anillos. Con Burton rodó Sleepy Hollow, Charlie y la
fábrica de chocolate, La novia cadáver, Alicia en el país de las maravillas y
Sombras tenebrosas. En cuanto a Lucas, cuentan las leyendas, llamó Dooku a su
personaje en Star Wars como recuerdo sonoro a Drácula.
Entre sus últimos trabajos -junto
a su retorno a la Hammer con La víctima perfecta (The resident) (2011), su
colaboración con Scorsese en La invención de Hugo, o Tren de noche a Lisboa, de
Bille August- está su labor de actor de doblaje en Extraordinary tales (2015),
de Raúl García, con la que el animador español ha ilustrado las mejores
historias de Edgar Allan Poe.
Tras una carrera tan longeva,
¿qué le quedó por hacer? "Don Quijote", contaba en una entrevista en
2009. "¿Podría el público español aceptarme en ese personaje? Es un sueño,
y desgraciadamente estoy sobrepasando por muy poco su edad. Tengo desde luego
su cara y entiendo perfectamente su comportamiento. Un hombre de gran fuerza,
que trata a cada mujer como si fuera una princesa. Una historia
maravillosa". Y aseguraba: "Vivo en el presente, no en el pasado. No
estoy anclado en casa recordando mis décadas de trabajo. A los actores jóvenes
siempre les digo 'Hazlo lo mejor que puedas'. Es mejor ser profesional que
tener talento. He trabajado con los peores y los mejores directores. En varias
ocasiones me he planteado qué hacía yo en el plató. Sin embargo, nunca me he
largado de un filme, incluso cuando me engañaron con los nombres de mis
compañeros de reparto". Una lesión en la espalda en el rodaje de The
wicker tree, secuela de The wicker man, paró un poco su ritmo vital. En The
Guardian contaba en una entrevista: "Hacer películas no es mi trabajo,
sino mi vida. Me interesan muchas cosas fuera del cine: canto, escribo
libros... pero actuar es lo que me mantiene en marcha, el propósito de mi
vida".
Lee en El señor de los anillos |
Entre esas pasiones, destacaba su
afición por la música heavy, que le llevó incluso a colaborar con los grupos
Rhapsody of Fire o Manowar gracias a su voz grave y a grabar el álbum de heavy
metal sinfónico Charlemagne: The Omens of Death. Ya había grabado antes, en
2006, Revelaciones, disco que tenía peculiares versiones de clásicos como My
way de Frank Sinatra y de Noche de paz.
Su yerno, gallego, llevó en los
últimos años su carrera de manera férrea, sacando buen partido a su web y a su
legión de seguidores: "Me dijo que dejara de firmar autógrafos, ¡los
subastan por Internet a 600 dólares! Incluso escanean mi firma y la pegan a
otras fotos".
Gregorio Belinchón
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