Título original: It follows. Dirección y guion: David Robert Mitchell. País: USA. Año: 2014. Duración: 97 min. Género: Terror. Productores: Rebecca Green, David Kaplan, Erik
Rommesmo, Laura D. Smith. Música: Rich Vreeland. Fotografía: Michael Gioulakis. Montaje: Julio C. Perez. Estreno en España: 29 Mayo 2015.
Intérpretes: Maika Monroe (Jay), Keir Gilchrist, Daniel Zovatto, Jake Weary,
Olivia Luccardi, Lili Sepe, Linda Boston,
Caitlin Burt, Heather
Fairbanks, Aldante Foster, Ruby Harris,
Christopher Hohman, Bailey
Spry, Rich Vreeland
Sinopsis:
Jay, de 18 años, tiene su primer encuentro sexual con su novio en la
parte trasera de un coche. Tras el hecho, aparentemente inocente, la situación
se pone algo tensa cuando su novio hace que ella se desmaye. Al despertar, el
joven le explica que lo hizo para ahuyentar a una serie de espíritus que lo acosan.
A partir de ese momento, es Jay quien sufrirá las consecuencias de ese acoso,
encontrándose sumergida en visiones y pesadillas; teniendo la sensación de que
alguien o algo la observa
Comentarios:
Presentada en el Festival de Cannes 2014, en la Semana de la Crítica, nos
llega esta película de terror espeluznante, un terror realizado con inteligencia
por el que debemos brindar, tal como hace el crítico Jordi Costa al afirmar que
su director David Robert Mitchell plantea un gratificante punto de renovación
formal: la reivindicación del plano general extremo como instrumento para
provocar inquietud y romper con las inercias expresivas de un género más dado a
encerrar a sus personajes en planos claustrofóbicos con control efectista del
fuera de campo. Este novedoso recurso transforma radicalmente la manera en que
el espectador contempla una película de terror puro, desnudísima y, al mismo
tiempo, tan susceptible de ser sometida a lecturas sesudas.
Mitchell, que ya había inoculado inesperadas dosis de tristeza y
melancolía en la comedia de iniciación con su ópera prima The Myth of the
American Sleepover (2010), se entrega aquí a deconstruir las formas que el
género llevó a su extenuación en los ochenta. En un Detroit espectral, casi
vaciado de presencias adultas, una joven se convierte en eslabón de una
maldición que, en una suerte de guiño macabro a La ronda de Schnitzler, parece
funcionar como una enfermedad de transmisión sexual. El cineasta posee la
capacidad de dotar de una cualidad enigmática a toda imagen, revela una
sensibilidad que se diría descendiente de la del gran Val Lewton –ese productor
que, con la complicidad de cineastas como Jacques Tourneur, Robert Wise y Mark
Robson, se erigió en gran poeta del fantástico–, brilla en sus soluciones de
puesta en escena –la panorámica circular del prólogo– y se muestra tan empático
con la sensibilidad femenina como mordaz a la hora de retratar la sexualidad
masculina.
La cinta puede resultar “aburrida” para aquel que busque más de lo mismo.
Pero resultará hipnótica para aquellos que busquen algo más en el cine de
terror.
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