Película: Felices 140. Dirección: Gracia Querejeta. País: España. Año: 2015. Duración: 98 min. Género: Drama. Guion: Gracia Querejeta y Santos Mercero. Producción: Gerardo Herrero. Música: Federico Jusid. Fotografía: Juan Carlos Gómez. Estreno en España: 10 Abril 2015.
Intérpretes: Maribel Verdú (Elia), Antonio de la Torre (Juan),
Eduard Fernández (Ramón), Nora Navas (Martina), Marian Álvarez (Cati), Alex
O’Dogherty (Polo), Ginés García Millán (Mario), Paula Cancio (Claudia).
Sinopsis:
Elia cumple 40 años y su aniversario le sirve de pretexto para reunir en
una casa rural de lujo a unos pocos amigos y familiares. Hay algo que tiene que
comunicarles: es la única ganadora del bote que el Euromillón sorteaba esa
semana. A partir del instante en que los invitados son conscientes de que Elia
es la afortunada a la que le han caído del cielo 140 millones de euros, el
ambiente comienza a enrarecerse y lo que en un principio parecen alegrías
compartidas se tornarán poco a poco en codiciosas argucias para conseguir quedarse
con el dinero de Elia.
Maribel Verdú en "Felices 140" |
Comentarios:
Maribel Verdú es la protagonista de la nueva película de la realizadora
madrileña Gracia Querejeta. Rodeada de un plantel de grandes actores y actrices
ponen en marcha este proyecto en clave de comedia negra sobre el valor de la
amistad.
Las críticas han sido muy positivas para la séptima película de Gracia
Querejeta, tal como apunta Javier Ocaña en el diario El País: Durante la
primera hora de Felices 140 podemos pensar tres cosas al mismo tiempo: las hemos
visto mejores, las hemos visto peores y, sobre todo, las hemos visto antes. El
engranaje basado en una reunión de amigos de la infancia o la universidad que,
en torno a la cuarentena de edad, se reúne durante un tiempo limitado y por una
novedosa razón para celebrar, llorar, conmemorar o reflexionar es casi un
subgénero dentro del cine generacional desde la fundacional Reencuentro, con
Los amigos de Peter quizá como gran hito. Una esencia en la que se enclava de
nuevo Felices 140. Y, sin embargo, hay un momento en el que todo gira. Para
bien. Para muy bien. Y casi sin necesidad de cambiar de género, a medio camino
entre el drama, la comedia negra y la tragedia, la película se eleva gracias a
una magnífica idea.
Estamos ante uno de esos trabajos en los que cuanto menos se sepa de la
trama, mejor. Encontrarán lugares donde se cuente el primer giro, incluso donde
se atisbe el segundo (en el tráiler, sin ir más lejos), pero es bueno
desconocer incluso el motivo que les ha llevado a la casa. Esa primera parte del
metraje se ve bien pero sin gozar, porque a, lo mejor, la ambigüedad de los
personajes, se contrapone, lo peor, una puesta en escena y un montaje entre
esquemáticos y pedestres: ¡el plano del chino en el ordenador!; ¿por qué no un
único plano bonito en lugar de dos feos en la presentación de cada personaje
rompiendo la cuarta pared?
Pero llega el segundo tramo de la historia y salen a relucir los
verdaderos subtextos: el ser humano y la crisis, la ambición, los modos de
relacionarnos, la amistad, la fachada personal, la debilidad de unos, la fuerza
de otros. Esa media hora final tiene garra, convicción y originalidad. Y algo
no demasiado habitual en el cine español: poder comercial. Porque todos nos
sentimos concernidos. De todas las edades, de todas las clases sociales. Las
buenas personas y también los hijos de perra. O la mezcla de cada uno de ellos,
que es lo que quizá seamos (casi) todos.
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