martes, 4 de septiembre de 2012

Adiós a Aurora Bautista




El pasado 27 de agosto de 2012 fallecía a los 86 años en Madrid la actriz vallisoletana Aurora Bautista.

Su paso por el cine español quedará para el recuerdo, no ya solo por sus vehementes interpretaciones de Juana la loca en el mayor éxito de los años cuarenta Locura de amor (1948), o el de la perversa Aurora de Albornoz en Pequeñeces (1949), o la heroica Agustina de Aragón (1950), tres melodramas dirigidos con gran acierto por Juan de Orduña, sino también por otros trabajos diversos entre los que destaca con letras mayúsculas su genial interpretación de La tía Tula (1963) con la que el entonces neófito director Miguel Picazo quiso rescatarla ya de un primer olvido. Porque la historia profesional de Aurora Bautista ha estado plagada de vaivenes. Encumbrada por el público tras sus primeros éxitos en aquel cine grandilocuente propio de la posguerra, ella se empeñó en participar en películas más cercanas a la realidad española, y encomendó a Manuel Mur Oti la realización de Condenados, (1953) que resultaría un trabajo fallido, según el propio director, porque ambos eran excesivos, él petulante, y ella sobreactuada. “Me pedía que lo hiciera muy en Aurora Bautista”, recordaría años después la actriz, es decir, con la expresión desmesurada y la voz forzadamente trémula, características que convertidas en la caricatura acompañarían a la Bautista durante toda su vida.
 

Aurora Bautista en el cartel de Agustina de Aragón
 
 
La preocupación de la actriz por acercar sus películas a la realidad cotidiana española seguramente le venía de su padre, condenado a muerte tras la guerra por haber colaborado con la Segunda República, y luego deportado a 700 kilómetros de Madrid. De joven, en Barcelona, ella se empeñó en ser actriz de teatro y lo consiguió bien pronto, pero aunque el cine acabó convirtiéndola en gran estrella, se sentía decepcionada de su trayectoria. Regresó al teatro a las órdenes de José Tamayo o Luis Escobar: Antígona, Medea, Fuenteovejuna, La gata sobre el tejado de zinc o Yerma (1960) de García Lorca, cuando en pleno franquismo representar a este autor no era algo exento de riesgos. Es conocida la anécdota de Luis Escobar dirigiéndola en esta obra, diciéndole al principio de la obra; “Aurorita, guapa, cálmate, que aún no ha pasado nada“, dada la desproporcionada pasión que ella ponía.


Aurora Bautista
 
La Bautista fue mujer valiente, capaz de enfrentarse no pocas veces a la censura, especialmente en su empeño por llevar al cine la vida de Teresa de Jesús, lo que finalmente consiguió en 1962, de nuevo bajo las órdenes de Juan de Orduña, aunque con un guión tan mutilado que se avenía más a la crónica beata de aquellos tiempos que a la reconstrucción histórica que ella pretendía.


Aurora Bautitsa, ídolo de multitudes
 
Decidió marcharse a México y Argentina donde filmó varias películas que no tuvieron mayor relieve hasta que a su regreso a España La tía Tula volvió a entronizarla provisionalmente en el cine español, esta vez como actriz más comedida o alejada al menos de su habitual carácter de trágica, interpretación por la que obtuvo numerosos premios. Volvió a arriesgarse en el teatro, con Oye, patria mi aflicción, de Arrabal y otras obras de compromiso, pero su popularidad había pasado. El público, tan voluble, no la reconocía ya como la actriz que había propiciado grandes éxitos o abierto el cine español a países nuevos. A pesar de ello intervino en muchas otras películas (de Garci, Patino, Garcia Sánchez, Cuerda, Aguirre, Lucia…), siempre con empuje, generosidad y arrojo.
 
Aurora Bautista en una de sus últimas apariciones en público

Fue una persona entrañable y una actriz irrepetible.

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