sábado, 12 de mayo de 2018

Los estrenos en Sevilla de 11-05-2018


9 películas se estrenan el 11 de mayo de 2018 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Tres producciones son estadounidenses, tres francesas, una portuguesa, una alemana y una española. Hemos de agradecer que entre los estrenos de esta semana en Sevilla se haya recuperado la película alemana “Lou Andreas-Salome” (Cordula Kablitz-Post, 2016) que se quedó sin editar en nuestra ciudad hace un par de semanas. No se trata de una buena película, pero lo importante es que haya la posibilidad de verla si el público así lo desea. Por otro lado, seguir lamentando que esta semana se queda sin editar en la cartelera sevillana la película bélica estadounidense “The Wall” (Doug Liman, 2017) y la película española de intriga “Noctem” (Marcos Cabotá, 2017). Tampoco aparece en nuestra cartelera el film español “Media hora (y un epílogo)” (Epigmenio Rodríguez, 2018) ni el documental español “Arizmendiarrieta, el hombre cooperativo” (Gaizka Urresti, 2018). Muchas ausencias en la cartelera de esta semana, a pesar de la avalancha de estrenos. Lo peor es que, a veces, se queda sin estrenar lo mejorcito de la semana. Y vamos con nuestro repaso semanal de lo estrenado en Sevilla.       

 

 

La fábrica de nada. (Portugal, 2017). Dir. Pedro Pinho.

Giraldillo de Oro a la Mejor película en el SEFF 2017 (Festival de Cine Europeo de Sevilla). Premio Fipresci en la sección “Quincena de realizadores” del Festival de Cine de Cannes 2017.

Drama sobre el mundo laboral interpretado por Carla Galvão, Dinis Gomes, Américo Silva y José Smith Vargas.

Un final sin fin. Un apocalipsis sostenible. Un estado de permanente excepción con estudiado retraso del hundimiento colectivo. Con estas durísimas frases se define en “La fábrica de nada”, película del portugués Pedro Pinho, la situación social y laboral de Europa en general y de su país en particular, donde la lucha obrera se da de bruces con las estrategias del poder empresarial, donde la adopción de posiciones de fuerza choca con subterfugios como la “reorganización”. Una obra extrema, de fundamentada radicalidad en el fondo, en las formas y hasta en su duración, tres horas, que emociona desde su absoluta coherencia con sus postulados políticos.

“La fábrica de nada” es una ficción que se desarrolla a través de no pocas esencialidades del cine documental, incluidas las entrevistas a cámara, pero con la valentía de su libérrima actitud, representada incluso por una loca secuencia musical. Pinho, en su cuarta película, dos de ellas documentales puros, aborda así el desmantelamiento de una fábrica de ascensores, con una profunda reflexión acerca de la perdurabilidad de las tradicionales tácticas de lucha obrera, en un siglo XXI que quizá demande nuevos tipos de defensa y de ataque. Y lo hace con una propuesta viva y doliente, de vuelo lírico, rodada en 16 mm, sin alharaca alguna, en la que nunca se busca la expresividad formal ni en la puesta en escena ni en la luz ni en el montaje.

El resultado de todo ello es un trabajo apasionante, de numerosos paralelismos con las históricas “Numax presenta…” (1980) y “Veinte años no es nada” (2005), ambas de Joaquin Jordá, con el que el espectador no tiene más remedio que inmiscuirse personalmente, convertirse en uno de los trabajadores, quizá porque lo sea en esencia, y en una situación en la que deambulará entre las diversas posiciones, individualistas de “toma el dinero y corre”, o de grupo sindical, como uno de los ascensores que ya no se manufacturan en la fábrica de nada en la que se puede convertir Europa. Recomendada.

 


María by Callas.  (Francia, 2017). Dir. Tom Volf.

Película documental que muestra un íntimo retrato de la vida y el trabajo de la cantante de ópera Maria Callas.

El destino es el destino y no tienes escapatoria. Lo dice Maria Callas en una de las entrevistas recuperadas en este documental sobre la soprano griega nacida en Estados Unidos. Ella habría dejado de cantar. Pero su madre y su marido, de quien acabaría separándose, le impidieron dejar los escenarios. Así creció un personaje grandioso pero insatisfecho. Como dice en otros momentos del documental, habría preferido ser madre, cuidar de sus hijos y tener una vida más tranquila.

Callas fue una figura arrebatada pese a su calculada introversión. El filme de Tom Volf muestra todas sus facetas, sus éxitos líricos, su papel en la evolución del bel canto, los enfrentamientos con la prensa, las caídas en desgracia y el regreso triunfal, la relación con Aristóteles Onassis, las enfermedades y depresiones.

El montaje combina entrevistas con la lectura de sus cartas y un atractivo material de archivo, inédito o poco visto, con actuaciones, alguna película doméstica, el rodaje de “Medea” de Pier Paolo Pasolini o unos ensayos operísticos con Luchino Visconti. No pueden faltar fragmentos de “Norma”, “Madame Butterfly”, “Un ballo in maschera”, “Carmen”, “Macbeth”, “La traviata”, “La sonnambula” y “Tosca”, con el público de los teatros, y el que contempla en una sala de cine esta película, rendidos a una voz y presencia únicos.

Callas dominaba la escena en toda su amplitud. La diva en esta puro, cercana y a la vez tan lejana, amable pero precavida. No era tan solo los márgenes de los escenarios de los teatros más importantes del mundo en los que actuó. También los encuentros multitudinarios con la prensa y las entrevistas más directas. Su estudiada gestualidad imponía sin que lo pareciera, como demuestran los planos utilizados de una entrevista en blanco y negro de mediados los años 60: la convicción en ella misma es absoluta incluso cuando habla de sus penas.

Pero Callas no pudo controlar del mismo modo su vida personal, trazada a partir de unas convicciones conservadoras en cuanto a la idea de familia y el concepto de relación de pareja. "Mi aventura con él fue un fracaso, mi amistad fue un éxito", dice sobre Onassis, y hay tanta amargura como agradecimiento en estas palabras.

La cantante también hace suya una frase cantada decenas de veces en “La Traviata”: "De regenerarse en lo que un día cayó, su esperanza es nula". La utiliza cuando comenta el linchamiento mediático del que fue objeto en enero de 1958 por cancelar, a causa de una bronquitis, una actuación en Roma. Callas cantó como nadie pero, como certifica cada escena de este documental, su paso por la vida fue más áspero que agradable. Recomendada.



La mujer que sabía leer. (Francia, 2017). Dir. Marine Francen.

Premio Nuevos Realizadores en el Festival de Cine de San Sebastián 2017.

Drama ambientado en el siglo XIX, interpretado por Geraldine Pailhas, Pauline Burlet, Iliana Zabeth, Alban Lenoir y Françoise Lebrun.

La belleza pictórica de las obras de Camille Corot y Jean-François Millet, los paisajes del primero, las escenas de granjeros y campesinos del segundo, entre lo clásico y lo romántico, ambos contemporáneos del tiempo en el que se desarrolla la película, confluyen con una trama casi distópica, de sociedad alejada de lo convencional, quizá de lo ideal, donde un elemento difícilmente explicable domina un conjunto que abre caminos para la especulación social y la garra crítica. Son elementos en apariencia inconciliables, pero con los que Marine Francen, su directora y coguionista, se mueve con soltura, en una compleja fusión entre delicadeza y vigor, entre armonía y desafío. Es “La mujer que sabía leer”, una película abierta, que aborda el pasado para trascender hasta el presente, e incluso hacia el futuro.

Ese tiempo en el que se ambienta el relato es el imperio de Napoleón III, hacia 1852. Y el elemento perturbador es la ausencia total de hombres en una pequeña y aislada aldea, a causa de la represión gubernamental. Así, la desesperación, el aislamiento y el dolor de las mujeres por sus maridos e hijos provoca un nuevo orden social: un mundo en femenino. “Están en edad de ser mujeres y madres”, dice una de las ancianas respecto de las jóvenes generaciones, que acaban, primero entre risas, luego con absoluta sinceridad, estableciendo un pacto: si aparece un hombre, lo compartirán.

Y, claro, aparece. Con estos mimbres son múltiples las posibilidades de desarrollo de la historia, basada en una novela de Violette Ailhoud, escrita en 1919 a los 84 años de edad, de título original bien distinto al del estreno español de la película, “El hombre semen”, y de corte autobiográfico: ella era una adolescente cuando en verdad su pueblo se quedó sin hombres por las guerras. ¿Qué le ocurre a los cuerpos y a las mentes ante semejante tesitura?

Francen prefiere el sosiego y un cierto onirismo a la desesperación y el combate abierto, lo que en algún momento lleva al pensamiento de que algunos aspectos del relato pueden estar desaprovechados. Sin embargo, con la metáfora de la siembra siempre presente, la directora francesa, debutante tras ser ayudante de dirección de Olivier Assayas y Michael Haneke, aporta reflexión y mesura, y deja abiertos los posibles paralelismos con un presente donde el feminismo en lucha ha llegado para quedarse. Recomendada.



Lou Andreas-Salomé. (Alemania, 2016). Dir. Cordula Kablitz-Post.

Biopic de la escritora rusa Lou Andreas-Salomé (1861-1937), interpretado por Nicole Heesters, Katharina Lorenz, Liv Lisa Fries, Helena Pieske y Matthias Lier.

Entre las dos encarnaciones cinematográficas más completas de la figura de la escritora y psicoanalista Lou Andreas-Salomé median cuarenta años de distancia, con los cambios de sensibilidad y focalización que ello implica. Cuando, en 1977, Liliana Cavani dirige “Más allá del bien y del mal”, título paradigmático de su poética equidistante entre lo culterano y lo sensacionalista, lo que le interesa es la fundación de una nueva moral: el supuesto ménage à trois que unió a Andreas-Salomé con Friedrich Nietzsche y Paul Rée encontraba su correspondencia con un discurso capaz de entreverar ideas filosóficas e imágenes de impacto, empeñadas en pulverizar tabúes de representación. A pesar de sus escenas de cruising decimonónico y danza homoerótica y de la recordada set-piece que, tras mostrar a Andreas-Salomé orinando en un florero, desvelaba todas las tensiones sexuales del trío, la película de Cavani proponía una idea valiosa: entender al personaje como plausible encarnación del superhombre nietzscheano.

La “Lou Andreas-Salomé” de Cordula Kablitz-Post se enmarca en el contemporáneo contexto de la reivindicación militante de figuras femeninas cuya importancia se ha visto relativizada por su proximidad a relevantes personajes masculinos. Aquí, no solo Nietzsche y Rée, sino también Rilke y Freud funcionan solo en tanto que oraciones subordinadas a ese vector de desafío y modernidad que fue la autora de “Friedrich Nietzsche in seinen Werke”. En su primer largometraje de ficción, Kablitz-Post coloca a una madura Andreas-Salomé en el centro de la reconstrucción de su propia vida, mientras el fuego nazi intentaba reducir a cenizas la cultura judía. Con discutibles recursos estilísticos –esas feas postales tridimensionalizadas- y propósito didáctico, la película parece confirmar, no obstante, que Andreas-Salomé sigue condenada a que, antes que en sus ideas, el énfasis se ponga en lo que le sucedía –o lo que decidía- de cintura para abajo. No Recomendada.



Verdad o reto. (USA, 2018). Dir. Jeff Wadlow.

Película de terror que combina elementos sobrenaturales, interpretada por Lucy Hale, Tyler Posey, Violett Beane, Nolan Gerard Funk y Hayden Szeto.

El viejo juego de verdad o atrevimiento nunca fue del todo inocente, pero convertirlo en una película de terror denota cierta ansiedad. «Verdad o reto» llega avalada por los éxitos de la productora Blumhouse –«Déjame salir» y «Múltiple» son las más conocidas–, pero la originalidad de estos títulos se pierde en manos de Jeff Wadlow («Kick-Ass 2») y sus coguionistas. Entre todos saquean el almacén de los tópicos, lleno de recursos contrastados, eso sí, en las numerosas sagas del género. Por ello y por su astuta ambición viral, lo más normal es que los adolescentes se maten por dejarse el dinero en la taquilla.

El esquema tampoco es nuevo, por otro lado. Los jóvenes protagonistas van cayendo, víctimas de una maldición mexicana que habría sido más justo aplicar a algunos políticos: mueren cuando no dicen la verdad o incumplen sus retos. El demoniaco truco final del filme consiste en una especie de filtro fotográfico que dibuja espantosas sonrisas en los rostros de los semidesconocidos actores. Si no ha salido ya al mercado, están tardando en lanzarlo.

Casi todo lo dicho es perdonable, pero la cinta termina de despeñarse por lo irritante de su argumento, coronado por un final del que solo preocupaba que quedara abierto. Lo mejor de «Verdad o reto» es que puede verse con el móvil encendido, a ser posible con el sonido activado. No pierde casi nada. No Recomendada.



Operación: Huracán. (USA, 2018). Dir. Rob Cohen.

Película estadounidense de acción y catástrofes, protagonizada por Toby Kebbell, Maggie Grace, Ryan Kwanten, Ralph Ineson y Ben Cross.

A casi nadie le sonará a estas alturas el nombre de Mikael Salomon, celebrado director de fotografía de origen danés que, tras dos décadas de recorrido en su país natal, desembarcó en Hollywood a mediados de los 80, donde probó suerte como director y donde lleva años abducido por la realización televisiva. En “Hard Rain” (1998), su segundo largometraje, un guión del responsable literario de “Speed. Máxima potencia” (1994) de Jan de Bont –uno de esos blockbusters con toque de distinción- le inspiró un estimulante cruce de géneros a partir de la historia de un robo desarrollado durante el transcurso de una severa inundación: cine de catástrofes, thriller y película de piratas se daban la mano en un afortunado ejercicio que introducía el desparpajo y la capacidad de sorpresa de la mejor serie B en el paisaje de un cine de consumo dominado por lo previsible.

La película de Rob Cohen podría ser la hija bastarda de ese trabajo. La fórmula es extremadamente similar: un grupo de atracadores decide aprovechar el paso de un tifón para hacerse con un cuantioso botín y escapar al amparo del acotado y frágil paréntesis de bonanza que ofrece el ojo del huracán. De nuevo, un híbrido genérico, algo menos imaginativo y seductor que el que dirigió Solomon y que añade al cóctel algún que otro gesto de desarmante ingenuidad: el prólogo dramatiza el trauma fundacional de los personajes principales y se remata con la imagen de una voraz calavera manifestándose sobre la textura del fenómeno meteorológico. Un destello de kitsch emocional que, en realidad, suma y no resta, porque “Operación: huracán” no promete más que la metralla efectista que ofrece, activa su dispositivo narrativo desde el primer minuto y se revela producto a medida para una agitada –y mojadísima- sesión de cine en 4D. No Recomendada.



Mi familia del Norte. (Francia, 2018). Dir. Dany Boon.

Comedia francesa sobre la familia, interpretada por Dany Boon, Line Renaud, Valérie Bonneton, Laurence Arné y Guy Lecluyse.

El estreno en España de “Mi familia del Norte”, nueva apuesta de Dany Boon por el estereotipo cómico regional tras el espectacular éxito de “Bienvenidos al Norte” (2008), viene marcado por un problema de base seguramente irresoluble: más del 80% de los diálogos y de los gags están basados en el modo de hablar de la zona, en el llamado ch’tis, caracterizado, entre otros aspectos, por las grandes semejanzas de sonido en tres de las cinco vocales, por la ausencia del modo subjuntivo, y por la presencia de palabras y expresiones autóctonas, procedentes de un dialecto del picardo, que en el resto de Francia son desconocidas.

¿Cómo se traduce eso en una película para cines españoles? En la versión doblada se ha optado por una mezcla de acentos y vocablos de distintas partes de la geografía española, que, aunque no sean exactos ni comparables, intentan trasladar la (presunta) comicidad, sobre todo en contraposición al acento parisino. Y en la versión original subtitulada, se han escrito los diálogos tal y como suenan, con las palabras con letra “s” escritas como “ch”, y con la grafía calcando el sonido, al modo de ciertos escritores españoles que, en sus novelas u obras de teatro, querían representar con su escritura un determinado acento de sus personajes —lo hay, por ejemplo, en alguna novela de Max Aub de su serie “El laberinto mágico”, y en abundantes piezas de Arniches—, o incluso el de la traducción de algunas prestigiosas novelas de escritores de habla inglesa, que también jugaban con la grafía de los acentos en su versión original, como en el caso de buena parte de “Llámalo sueño”, de Henry Roth.

De modo que, si ya en la literatura la fórmula es de dudosa eficacia, en cine se hace ardua: ¿puede tener gracia una película asentada en este tipo de comicidad para alguien que no sepa francés y deba leer el subtitulado? Difícilmente.

Con independencia del problema para los no francófonos, la película tiene cierta simpatía, un par de buenos giros de guion —el golpe en la cabeza de su engolado protagonista, que reniega de sus orígenes, y que lo hace volver a hablar ch’tis, y el hecho de que una pija parisina quiera aprenderlo por amor—, y una acerada crítica, una más, al arte contemporáneo. Pero, como en lo del idioma, Boon siempre prefiere lo fácil a lo complejo, lo popular a lo sofisticado. Y ahí la secuencia del ultramoderno baño es paradigmática: pudiendo acudir a Jacques Tati, se inclina por la senda de Jean-Marie Poiré y “Los visitantes”. No Recomendada.



Niñato. (España, 2017). Dir. Adrián Orr.

Documental español premiado a Mejor Película en el BAFICI 2017 (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente). Mejor Película en la sección “Las nuevas olas” del SEFF 2017 (Festival de Cine Europeo de Sevilla). 

Adrián Orr ha tenido una nutrida trayectoria de festivales y premios con este largometraje que, según explica, prolonga un corto que hizo hace unos años con los mismos protagonistas. Estamos pues ante un documental de seguimiento, un formato que parece que inventó Linklater con «Boyhood» pero que tiene ilustres precedentes en el cine de no ficción. Es, de hecho, una idea fuerte para el proyecto documental: volver al «lugar de los hechos» para ver como el tiempo y la vida han cambiado dichos hechos cuando la cámara no estaba delante.

El protagonista es amigo directo del director y lo que vemos es su vida cotidiana, que tiene algo de lucha. Preside una familia monoparental criando a tres hijos que le dejan poco tiempo para su antigua vocación de convertirse en rapero; se entiende que no lo tiene fácil y hasta su hijo rapea con más gracia que él. Orr mira de cerca, muy de cerca, la intimidad de la familia, como si temiera que se le fuera a escapar la esencia de esta pequeña crónica familiar. Habrá que esperar a la siguiente entrega de la saga…

La crítica argentina, a raíz de su premio en BAFICI, se dijo de este filme español que era un regalo demasiado grande para un filme pequeño. Una magnífica escena en la que un niño canta en una ducha un rap no salva una película. No Recomendada.



Sherlock Gnomes. (USA, 2018). Dir. John Stevenson.

Película de animación donde los famosos gnomos de jardín Gnomeo y Julieta contratan a un mundialmente conocido detective: Sherlock Gnomes.

La búsqueda a ultranza de nuevos personajes e historias para el muy rentable género de animación ha llevado a una decena de guionistas y argumentistas poco imaginativos a recurrir a esos gnomos de cerámica con los que algunas familias inglesas adornan los jardines de sus hogares y a parodiar las figuras de Sherlock Holmes y el Dr. Watson, reducidos a su mismo tamaño, y de su archienemigo, el profesor Moriarty, para hacer un largometraje farragoso.

Lo primero que se promete es aventura, misterio e, inevitablemente, lo que al momento se pregunta un espectador adulto es si acaso sabe alguno de los espectadores de muy pocos años a los que se destina la película quiénes son esas figuras, casi podría decirse mitos, de la literatura y del cine de intriga. La referencia a Romeo y Julieta y sus amores dificultosos tampoco ayudan a la eficacia de la parodia y la animación es correcta, como era de esperar en una producción de este tipo, en la que se nota la influencia mal asimilada de obras maestras de la factoría británica Aardman. No Recomendada.

 

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