Pero tú no eres una mujer. Eres un
hombre.
Ni en broma puedes casarte, ¿y el porvenir?
Chicago, 1929: Jerry (Jack Lemmon) y
Joe (Tony Curtis), un par de músicos frustrados, son testigos involuntarios de
una matanza entre gánsteres. Huyendo de sus perseguidores, se suben a un tren
con destino a Florida disfrazados de miembros de una orquesta femenina. Ambos
se las arreglan con la farsa de forma distinta. Joe, alias Josephine , se
enamora de la infeliz cantante de ukelele Sugar Kane (Marilyn Monroe) y busca
maneras de deshacerse de su disfraz. Jerry, en cambio, empieza a cogerle cariño
a su papel de Daphne. Y es que ha encontrado a un admirador ardiente-y sobre
todo rico- en el canoso industrial Osgood Fielding III (Joe E. Brown).Los líos
inevitables alcanzan su punto culminante cuando Botines Colombo (George Raft) y
su banda se hospedan precisamente en el mismo hotel…
¿Por qué rodó Billy Wilder su película
más famosa, para muchos la comedia más perfecta de todos los tiempos, en blanco
y negro? Sólo hay que imaginarse en technicolor a dos hombres maquillados para
intuir las complicaciones artesanales de un argumento tan simple en apariencia.
Pero “Con faldas y a lo loco” es mucho más que una comedia de travestidos. El
film es un homenaje a los primeros años del cine, a las películas de gánsteres
de Hollywood, a las comedias locas de los años 40 y también al slapstick o cine
de payasadas de los Hermanos Marx. Con esos ingredientes y todos sus recursos
artísticos, Wilder prepara un cóctel lleno de chispa y efectos desenfrenados
que apunta directamente a la carcajada y le debe su sabor agridulce al
verdadero tema: el sexo.
Si alguien vio la película por última
vez en la infancia, no la reconocía. Incluso los diálogos más inocentes contienen
alusiones obscenas al amor libre, la homosexualidad o la impotencia. En la
versión original, el lamento resignado de Sugar I always get the fuzzy end of the lollipop,
despierta asociaciones que sólo podían escapar a los censores. En la versión española,
la frase se tradujo como: “Siempre me toca cargar con la peor parte” y así,
aunque ese es su significado, se pierde el sentido fálico que la palabra
“lollipop”, pirulí en español, le confiere al original.
No menos atrevida fue la coherencia de
Wilder al organizar su comedia en torno a crueles contradicciones: sexo y
dinero, vida y muerte, realidad y apariencia, gánsteres y músicos, hombres y
mujeres. Toda la comicidad se basa en esos opuestos y en una forma de
invertirlos que pone los pelos de punta. Para impresionar a Sugar, el viril Joe
se disfraza de magnate del petróleo corto de vista y con problemas de
impotencia. Así, pues, la cita en el yate de Osgood no sólo sirve para
seducirla, sino también para que ella le seduzca. La constante preocupación de
Wilder por obligar a sus héroes a ir disfrazados durante casi toda la película
provoca gags cada vez más delirantes. Pero, en realidad, se trata únicamente de
sobrevivir; aunque al pensar en la luna de miel con Osgood (Él quiere ir a la
Riviera, pero yo me inclino por las cataratas del Niágara), Jerry desearía
estar muerto.
Todo es leyenda en esta película,
desde el vestido casi invisible que lleva Marilyn mientras canta I wanna be
loved by you, hasta la asombrosa reacción de Osgood ante la verdadera identidad
de Daphne: “Nadie es perfecto”. La larga búsqueda de esta última línea de texto
fue tan rocambolesca como las pruebas de vestuario con el diseñador de ropa
Orry-Kelly. A Billy Wilder y a Tony Curtis, el rodaje caótico con Marilyn
Monroe les ofreció tema de conversación suficiente para toda una vida. Unas
veces, la actriz no se presentaba en el plató; otras, necesitaba más de
cuarenta tomas para una frase tan simple como: ¿Dónde está el coñac? Para Curtis y Lemmon, los tiempos de espera
significaron un martirio con los zapatos de tacón puestos y, según contó Wilder,
él sufrió un ataque de nervios. No obstante, el director quedó entusiasmado
después con la presencia de la estrella en la pantalla y su sentido del ritmo
de la comedia, que ambos perfeccionaron juntos en esta película.
Con faldas y a lo loco narra también
la triste historia de la desesperada diosa del sexo Marilyn Monroe. Empujada a
la bebida por sus ideales románticos y por hombres irresponsables, Sugar
suspira por un compañero comprensivo. ¿Fue una casualidad que, con el heredero con
gafas de la petrolera Shell, Wilder le estuviera sirviendo el vivo retrato de
su esposo intelectual, Arthur Miller?
Sea como sea, en el corazón de la
alocada historia se encuentra un sentimentalismo que supera con soltura al
cinismo de Wilder, a menudo censurado. Sugar recibe el beso redentor de una
mujer, el ligón reconvertido Joe, que no vacila en revelar sus verdaderos
sentimientos en medio del escenario y travestido. Al final, él y Jerry han experimentado
lo que la otra mitad soporta todos los días. Marilyn Monroe murió pocos años
después. Su película más hermosa aún vive.
En su autobiografía, Tony Curtis
escribió sin tapujos sobre una dura infancia judía en Brooklin y sobre la
inapreciable ventaja de ser guapo. Su atractivo le abrió las puertas de
Hollywood a Bernard Schawrts, pues ése fue su verdadero nombre de bautismo en
la lejana Hungría. Después de los primeros éxitos en películas de época
triviales como The son of Ali-Babá (1952), Curtis se convirtió en el primer
ídolo para adolescentes de la fábrica de sueños: una seria competencia para
James Dean. Le ofrecieron pocos papeles de galán, en cambio, actuó en epopeyas
como Espartaco (1960) y Taras Bulba (1962), haciendo a menudo de hijo
“adoptivo” de Kirk Douglas, Burt Lancaster Yul Brinner o Cay Grant. Fugitivos (1958) un drama sobre el racismo de Stanley Kramer, fue su primer intento por
hacerse respetar como actor de carácter. El estrangulador de Boston (1968),
el segundo y último. Su talento cómico fue el responsable de sus mayores éxitos
y de más de un fiasco artístico. En total rodó unas 120 películas. Tony Curtis estuvo toda la vida en los focos de la prensa amarilla. Después de casarse con Janet Leigh, la estrella de
Hitchcok en Psicosis, y con la actriz alemana Christine Kauffman, luchó
durante años contra sus problemas con las drogas. El amante de los automóviles
veloces y las mujeres hermosas, tiene sucesora en su hija la actriz Jamie Lee
Curtis.
VIRGINIA RIVAS ROSA
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