jueves, 1 de febrero de 2018

Muerte en Venecia

"Tu música nace muerta"


In memoriam de mi querida amiga Toñi Pascual




Venecia a principios del siglo XX. Gustav von Aschenbach (Dirk Bogarde), un compositor alemán maduro, visita la ciudad de las lagunas para recuperarse de una crisis nerviosa. Se hospeda en un hotel junto al mar, donde también se ha acuartelado una noble polaca (Silvana Mangano) con sus hijos y sus criados. Su hijo Tadzio (Björn Andresen), un adolescente pálido y delicado, con largos cabellos rubios, llama la atención de Aschenbach. Pronto incluso despertará en él una admiración apasionada que provocará que sus días cada vez estén más determinados por la observación del bello muchacho. Al final, la fascinación por el hermoso adolescente se apoderará por completo del compositor, que decide entrar en contacto con él. Ignora la amenaza del cólera que se propaga por la ciudad y, al final, enfermará y morirá. Son pocas las versiones cinematográficas de clásicos de la literatura que hayan conseguido salir de la sombra del libro. Muerte en Venecia de Luchino Visconti es una de esas excepciones. Algo que también se basa en el hecho de que el director italiano no vaciló en exponerse a los reproches de falta de fidelidad a la obra por su adaptación de la célebre novela de Thomas Mann, en la que efectuó cambios notorios, para llevar a la pantalla con más claridad su visión del argumento.



A lo largo de su carrera, Visconti no trabajó sólo en el cine, también puso en escena con gran éxito óperas famosas. Este segundo talento fluye siempre en sus películas. La importancia del aspecto musical en Muerte en Venecia se puede reconocer en que Visconti convierte en compositor al escritor Aschenbach, para el que Thomas Mann se inspiró en Gustav Mahler. La música de Mahler está cargada de significado en el film. Su “Quinta Sinfonía” sirve de fondo en la secuencia de los títulos de crédito iniciales y acompaña la llegada de Aschenbach a Venecia a bordo de un vapor que asoma en el amanecer. Se volverá a utilizar constantemente a lo largo de todo el film. En la película de Visconti impera una paz extraña que refuerza el poder de la música dosificada. Se habla muy poco, no hay voz en off, tampoco monólogos interiores. La cámara, que explora los acontecimientos a distancia, y la expresiva interpretación de Dirk Bogarde, traducen con mucho acierto a lo puramente visual las exquisitas descripciones de Thomas Mann.



Pasquale de Santis, como director de fotografía consigue composiciones de imágenes primorosas, movimientos de cámara y zooms. Visconti muestra en flash-backs el origen de la decadencia de Aschenbach. La felicidad familiar destruida. Frustración sexual. Pero, sobre todo, su fracaso como artista que, en su pretensión de expresar con la música la belleza verdadera y absoluta, no sólo sigue renqueando al gusto de la época sino que también niega la propia sexualidad. Su amigo Alfred (Mark Burns) le replica que la esencia de la música es ambigua. Aschenbach se cierra en contra desesperado. Son los instantes en que Visconti interrumpe el tranquilo fluir de su película y el pasado gana terreno como un recuerdo febril en el presente apático. Entonces se hace evidente la mentira existencial que Aschenbach descubre en Venecia: al reconocer en Tadzio la perfección y la sensualidad a la vez, el solemne esteta se ve proyectado en su deseo sexual. En Visconti, los rasgos homosexuales son más evidente que en Thomas Mann. Cuando Aschenbach reconoce su deseo, ya es demasiado tarde. Es un hombre envejecido con un cuerpo caduco. Visconti muestra con amarga ironía el intento de recuperar la juventud en la peluquería. Al final, el compositor está extenuado en una tumbona de playa. Los cabellos teñidos de negro le gotean por el rostro cubierto de sudor. Entonces se ve a Tadzio de pie junto a la orilla, que se gira y le hace señas desde lejos. Un último saludo del mensajero de la muerte.



En el papel del compositor Gustav von Aschenbach, Dirk Bogarde consiguió realizar quizás el mejor trabajo de su carrera. Silvana Mangano, como la noble polaca madre de Tadzio, empezó en el Neorrealismo de la posguerra y del que se le consideró un icono. El joven sueco Björn Andresen, como el bello Tadzio, encarna en el film la belleza ideal, inalcanzable.



No quiero olvidarme del responsable del espléndido vestuario de este film, Piero Tosi trabajó con Visconti durante dos décadas. Estuvo nominado al Oscar por tres películas de Visconti: El Gatopardo, Muerte en Venecia y Ludwig. Para Tosi, el diseño de vestuario debe crear personajes auténticos que aporten a la narración, por lo que todo el vestuario estaba cuidadísimo en los films que vistió. Para Muerte en Venecia, la ropa usada fue planchada y almidonada a la manera de la época. Piero Tosi vistió a Bellísima (1951), Senso (1953), Rocco y sus hermanos (1960), El Gatopardo (1963) y La caída de los dioses (1969) entre otros filmes. Y también trabajó para otros grandes directores italianos: Pier Paolo Pasolini (Medea), Liliana Cavani (El portero de noche), o Franco Zeffirelli (La Traviata).  



La película se rodó en la propia Venecia, en el elegante establecimiento del Lido “Hotel des bains”.El Lido es un banco de arena a modo de playa de 11 kilómetros de largo.

Luchino Visconti era el vástago de una antigua familia noble italiana y se definía como marxista, cosa que no le impidió procurarse un estilo de vida opulento. Estas caras aparentemente tan dispares de su personalidad dejan huella en toda su filmografía.



Después de algunos años de aprendizaje colaborando con Jean Renoir, debutó como director, aún durante el fascismo, con Obsesión (1943) que, por su estilo naturalista, se convirtió en la chispa inicial del Neorrealismo italiano. Su película La tierra tiembla (1948), la historia de un pescador explotado por mayoristas, está considerada una obra maestra del movimiento italiano. Posteriormente, con Rocco y sus hermanos (1960), que trata de la desintegración de una familia que se muda a Milán desde el sur, para trabajar, Visconti también manifestó sus simpatías por la gente sencilla. Sin embargo, con Senso (1954) creó la primera de sus espléndidas películas en color que parecían óperas y que determinaron su obra posterior. Muchos críticos consideran que, de todas sus grandes producciones, es El Gatopardo (1963), basada en la novela de Giussepe Tomasi di Lampedusa, la mejor película de Visconti. La epopeya en imágenes majestuosas sobre una familia de nobles italianos en el siglo XIX le reportó la Palma de Oro en el Festival de cine de Cannes y le convirtió en un director internacional estrella. Pudo seguir revalidando su fama con películas como Muerte en Venecia (1970) o Luis II de Baviera (1972), una biografía del excéntrico rey. Paralelamente a su trabajo cinematográfico, Visconti trabajó también con éxito como director de escena en el teatro y en la ópera. La carrera de María Callas está estrechamente relacionada con él.      


                                           VIRGINIA RIVAS



5 comentarios:

  1. Excelente trabajo. Me uno en el recuerdo a Toñi Pascual. La película es una joya y la música maravillosa. Acabo de volverla a ver y siempre me sorprende. Ana

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    1. Muchas gracias querida amiga Ana. Se que a mi gran amiga cinefila Toñi Pascual le apasionaba esta pelicula. VIRGINIA

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  2. Magnifico trabajo Virginia, muy documentado. Descubrir así la obra de Luchino Visconti es una suerte. Lenguaje comprensible y gran sensibilidad. Hasta que no he visto la película no te he leído. Ha merecido la pena la espera. Enhorabuena.

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    1. Muchas gracias por tus elogios. Le puse mucho cariño para que los compis comprenderla mejor esta Joya de Visconti.virginia

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  3. Muchas gracias, Virginia. Me ha encantado tu trabajo y muchas ganas de volver a ver la película.
    Pilar Angulo

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