5 películas se estrenan
el 16 de febrero de 2018 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Tres son producciones
estadounidenses, una británica y una producción china de animación. Nueva
semana sin ningún estreno de cine español. Precisamente se queda sin editar en
la cartelera de nuestra ciudad dos producciones españolas: el drama “Cuando
dejes de quererme” (Igor Legarreta, 2018) y el documental “En tránsito” (Oskar
Tejedor, 2016). Vamos con nuestro repaso semanal a los estrenos en Sevilla.
La forma del agua. (USA, 2017). Dir. Guilelrmo del
Toro.
Película de género fantástico ambientada en los años 60,
interpretada por Sally Hawkins, Doug Jones, Michael Shannon, Octavia Spencer y
Richard Jenkins.
León de Oro en el Festival de Venecia 2017.
2 Globos de Oro: Mejor Director y Mejor Banda Sonora
Original.
13 Nominaciones a los Oscars, incluida Mejor Película y
Director.
El score está compuesto por Alexandre Desplat.
De esta película se sale absolutamente empapado, por su
forma de gran alberca y por su contenido acuático. Pero, ¿cómo se entra?, desde
luego no por las escalerillas de algún borde, sino en plancha, o en «bomba»,
por su arranque de fábula (voz en off), por su reconocible música de Alexander
Desplat, por su estética de un futurismo de anteayer, por ese universo retro y
fantástico propio de Guillermo del Toro tan propicio a que otros, como Jeunet,
reclamen como «propio», y por esos personajes entre la ingenuidad de «Amélie»,
la delicadeza de Cocteau y la humedad de alcantarilla. La apasionada historia
de amor entre una chica solitaria y muda con un ser anfibio de laboratorio está
tejida con los mejores hilos del cuento romántico y fantástico, y con unos nudos
de astucia que los atan tanto al cine de serie B de hace más de medio siglo (la
atmósfera, el doctor enajenado, el villano extremo y caricaturizado…) como al
trasfondo social y «correcto» de nuestro presente (de clase, de sexo
alternativo, de respeto «al otro», de multicultura, multiespecie y politeísmo,
de comprensión y perversión…).
En la superficie de la película está la compasión y la
relación de amor (y sexo encubierto) entre dos seres atascados en su prisión de
monotonía y experimento, pero por debajo, en lo sumergido, en lo abisal, el
cuento se adorna con dos personajes positivos excepcionales, su viejo vecino
que interpreta Richard Jenkins y su compañera de limpieza, Octavia Spencer, que
aporta –sin venir al cuento– los mejores diálogos de la función y una lucidez,
gracia y malicia sobre la guerra de sexos que cruza precisamente las líneas
rojas que son el fondo ideológico de la historia de Del Toro: compasión,
sentimiento, sexo y milagro con «lo otro».
Y se sale absolutamente empapado de «La forma del agua»
porque como cuento es adorable, confuso, ni infantil ni adulto. Pero, como
realidad es rara y difícil de digerir. Recomendada.
The party. (Reino Unido, 2017). Dir. Sally
Potter.
Comedia presentada en la sección oficial del Festival de
Berlín 2017.
Interpretada por Patricia Clarkson, Bruno Ganz, Cherry
Jones, Emily Mortimer, Cillian Murphy, Kristin Scott Thomas y Timothy Spall.
No son muchas las películas actuales que abordan los más
altos temas de la sociedad contemporánea no desde la cotidianidad del ciudadano
medio, sino desde las más altas esferas, desde los verdaderos centros de poder.
Y además, con un desarrollo y una ambientación no en ambientes de trabajo y de
toma de decisiones, sino en la esfera más estrictamente doméstica: una simple
cena con amigos en casa de uno de ellos. Solo por esto, “The Party”, cuento
moral de Sally Potter, diatriba contra todo y contra todos disfrazada de
agilísima comedia negra, ya merece un respeto.
Con una situación convertida en clásica, una celebración
que da pie a una catarsis moral en todos y cada uno de los recovecos de sus
ambiguos personajes, Potter habla de tantas cosas que (casi) apabulla: de la
necesidad de un buen sistema nacional de salud, de la peligrosa dicotomía entre
sanidad pública y curanderismo; de la regeneración del cuerpo, de la fe
religiosa, de ateísmo, de la conversión a la certidumbre a la hora de la
muerte; del ultracapitalismo, de la mentira de los juegos financieros con el
dinero que no está en parte alguna; de los ideales, de su triunfo y de su
fracaso en determinados ámbitos, los más relacionados con el corazón y las
tripas y no tanto con la cabeza, los del amor y el deseo; de la decencia, del
puro racionalismo; de la infidelidad, de la contradicción entre ideas y actos; de
la fecundación in vitro, de las nuevas estructuras familiares; de machismo, de
feminismo, de la rotunda posibilidad de que no todos los hombres sean unos
violadores. De vida, de nuestra vida. Y todo ello en casa de la recién nombrada
ministra de Sanidad de Reino Unido, con un personaje en plena agonía física y
existencial, filmada en blanco y negro, y en apenas 70 minutos de metraje.
No es poco. Cierto que llega un momento, justo cuando se
introduce también la huella del nazismo y el modo de ser alemán, en el que la
película parece que puede morir de ambición temática. Pero es solo un resbalón.
Porque el tono, desvergonzado y de altura dramática al mismo tiempo, siempre es
el más atractivo, y porque a pesar de la complejidad de las conversaciones,
enmarcadas en personajes que ejercen de arquetipo para sus muy variados
ideales, la película se toma a sí misma muy en serio, pero desde la
efervescencia, la rotundidad y la concreción.
Y además
tiene el buen gusto de utilizar una colección de brillantes canciones, siempre
adecuadas al espíritu de cada momento y al estado interior de sus personajes.
Potter no susurra, escupe. Y su sustancia acaba haciendo diana. Recomendada.
Black Panther. (USA, 2018). Dir. Ryan
Coogler.
Nueva
película fantástica del Universo Marvel interpretada por Chadwick Boseman, Lupita
Nyong'o, Michael B. Jordan, Andy Serkis, Angela Bassett y Forest Whitaker.
El
score está compuesto por Ludwig Göransson.
'Black
Panther', nos llevan tiempo diciendo quienes se encargan de promocionarla, no
es una película más de superhéroes. Se trata de la primera entrega del Universo
Cinematográfico de Marvel cuyo protagonista es negro. Además su director, Ryan
Coogler, es el primer cineasta afroamericano que trabaja para esos estudios. Y,
a excepción de algún personaje secundario, esta película se muestra más bien
desconectada de lo que les sucede los Vengadores.
Mientras
transita entre el cine de acción y la intriga de espías y toma inspiración de
fuentes como Shakespeare y James Bond y el Afrofuturismo y 'El Rey León',
asimismo, Coogler pone en evidencia un admirable deseo de hablar con propiedad
de asuntos que el género suele pasar por alto, como el racismo y las
obligaciones morales de los países poderosos. Lástima que mientras lo hace
complique el relato más de lo necesario y lo llene de personajes superfluos y
escenas de acción que simplemente no cumplen con los estándares de calidad del
cine de Marvel, en buena medida porque la tosquedad de los efectos visuales
deja claro que muchas de ellas no están protagonizadas por actores de carne y
hueso sino por creaciones digitales.
Por
lo que respecta al personaje titular (Chadwick Boseman), por momentos da la
sensación de ser un convidado de piedra en su propia historia, así que es de
agradecer que Coogler obtenga buena parte del peso dramático de la película y
su carisma tanto de un trío de guerreras indomables que secundan al héroe como
de Erik Killmonger (Michel B. Jordan), un antagonista complejo dotado de
conciencia social y razones legítimas para estar furioso, sin duda el mejor
villano jamás visto en una película de Marvel. No Recomendada.
Deber cumplido. (USA, 2017). Dir. Jason
Hall.
Basada en hechos reales sobre la guerra de Irak.
Interpretada por Miles Teller, Haley Bennett, Amy Schumer, Joe Cole y Keisha
Castle-Hughes.
El score está compuesto por Thomas Newman.
Ocho meses de seguimiento sobre el terreno a los miembros
de un batallón de infantería destinado a la guerra de Irak proporcionaron al
periodista del Washington Post David Finkel el material de primera mano con el
que compuso su celebrado libro “Los buenos soldados” (Crítica). Cuatro años más
tarde, el reingreso en la vida civil de los supervivientes del batallón le
permitió escribir una secuela, “Gracias por sus servicios” (también editado por
Crítica), donde el campo de batalla era sustituido por una asfixiante
combinación de síndromes post-traumáticos y atascos burocráticos. Debut en la
dirección de ese Jason Hall que pasó de ser actor poco llamativo a guionista a
tener en cuenta –suyos son los estimables libretos de “American Playboy” (2009)
y “El francotirador” (2014)-, “Deber cumplido” es la traducción un tanto
imprudente de ese texto de no ficción a las claves de un “Los mejores años de
nuestra vida” (1946) para el veterano de guerras menos épicas, al que aguardan
retiros aún más desalentadores que los de entonces.
Hall tenía la posibilidad de hacer una película incómoda,
pero ha preferido optar por el tranquilizador camino de los arcos dramáticos de
redención, las catarsis emocionales y las líneas narrativas atadas y bien
atadas. Su película acaba siendo un canto a la resistencia moral antes que el
cuestionamiento a un sistema que instrumentaliza, olvida y abandona a sus
efectivos. Todo parece demasiado construido por un aplicado lector de manual de
guión. Sólo sorprende una sobria Amy Schumer en un inesperado papel dramático. No Recomendada.
Boonie Bears: El gran secreto. (China,
2016). Dir. Ding Liang.
Película de animación.
Hubo un tiempo en el que, exceptuando los diferentes
periodos vacacionales, apenas se estrenaban en la cartelera española productos
destinados al público infantil. Era una época en la que, además, casi cada obra
que llegaba a los cines era un triunfo; muchas de ellas con una base artística,
otras, como mínimo, refrescantes y de técnica admirable.
Sin embargo, conscientes de que el destinatario puede ser
fiel consumidor semanal, las distribuidoras no paran de recolectar películas
procedentes de medio mundo, sobre todo en el formato animado, lo que hace que
casi cada semana haya como mínimo una nueva propuesta. Una sobredosis que,
aparte de desterrar la idea de la edad de oro de la animación en todo el mundo,
provoca que sea más necesario que nunca separar el grano de la paja.
“Bonnie Bears: el gran secreto”, tercera entrega de una
saga cinematográfica nacida a partir de una serie de televisión de gran éxito
en China, con capítulos de apenas 10 minutos, está en la línea de algunas de
las últimas propuestas de nuestras salas para los más pequeños: espíritu ñoño y
conciliador, nulo control de las secuencias de acción, técnica en la puesta en
escena (o su simulacro) cerca de lo pedestre, y dibujo digital en animales y
humanos, además de en sus fondos, de enervante ausencia de estilo y de carisma.
El fenómeno de sobrexplotación animada en la cartelera
parece ser global. Y estos días, por ejemplo, ha llegado a los cines de Reino
Unido la española, y triunfadora aquí, Tadeo Jones: el secreto del Rey Midas,
recibida con muy malas críticas en The Guardian, The Independent y The Times, y
tildada en el primero de ellos por el reputado Peter Bradshaw con esta
sentencia: “La narración, la caracterización y la técnica son mediocres”.
Nunca se puede poner la mano en el fuego, pero podría apostarse a que al
magnífico Bradshaw no le han tocado en suerte “Bonnie Bears: el gran secreto”,
y las recientemente estrenadas en España “Salvando al reino de Oz”, de Rusia; “The
jungle bunch: La panda de la selva”, de Francia, y, en menor medida, “Sola en
casa”, de Canadá. En ese caso quizá habría subido el listón un tanto con su
juicio sobre Tadeo. Recomendada.
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