4 películas se estrenan el
9 de febrero de 2018 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Tres son producciones
estadounidenses y una australiana. Segunda semana consecutiva sin ningún
estreno español en la cartelera sevillana y se queda sin editar en nuestra
ciudad el documental francés sobre la infancia “Ganar al viento” (Anne-Dauphine
Julliand, 2016) y la película dramática argentina “Oculto el sol” (Fabricio
D'Alessandro, 2016), sobre la vida de siete personas que no se conocen entre sí y su
repercusión tras un eclipse solar. Nuestro repaso semanal a los estrenos en
Sevilla es el siguiente:
The Florida Project. (USA, 2017). Dir. Sean
Baker.
Drama sobre la crisis económica de 2008 interpretado por Willem
Dafoe, Brooklynn Prince, Bria Vinaite, Caleb Landry Jones y Mela Murder.
Nominada al Oscar al Mejor Actor de Reparto (William
Dafoe).
En la zona de Florida que retrata el cineasta
independiente Sean Baker hay dos tipos de parques temáticos. El que todos
conocemos aunque no hayamos estado nunca, multitudinario, de colores chillones,
repleto de atracciones, un sitio de paso para un día o un fin de semana a lo
sumo. Y el lugar en el que vive la pequeña Moonee durante un verano, un motel
con muchas habitaciones, pintado también con colores chillones, otro lugar de
paso aunque varios personajes y familias enteras residan allí durante semanas porque
no tienen dinero para pagarse un acomodo mejor.
El motel, una gran masa horizontal de ladrillo pintado de
rosa, está cerca de Disneyworld, pero el universo Disney, al menos hasta la
bellísima secuencia final, es algo prohibido y lejano para Moonee, sus dos
amigos, su madre y el resto de personajes que pululan por el motel. Incluyendo
al responsable del establecimiento, Bobby, magnífico Willem Dafoe. Porque 'The
Florida Project' no es una película coral pese a los muchos personajes que
intervienen, sino un relato con dos puntos de vista, el de Moonee, sus
travesuras y la relación con su madre, y el del encargado del motel, del que
vemos su día a día (el mantenimiento del lugar, cobrar los alquileres, repasar
la pintura, echar a un posible pedófilo, poner paz entre disputas domésticas) y
las interrelaciones que establece con alguno de los inquilinos.
Este lugar, este motel, desde el que se divisa el mundo
de fantasía artificiosa del parque Disney, viene a ser un concentrado de la
cara amarga del sueño americano. Pero Baker, que filma con un estilo directo, casi
documental, no se regodea en sus miserias, que son muchas, y no solo
económicas. Relata de forma casi costumbrista el tejido de relaciones del
lugar, los trapicheos de la madre para salir adelante, el ecosistema de la
convivencia forzada entre mujeres, hombres y niños que parecen estar de
tránsito por el mundo, en un lugar en ninguna parte.
Vemos a la pequeña Moonee y al maduro Bobby, lo que hacen
desde el amanecer hasta el anochecer. La cámara va equitativamente de una a
otro contando, por el medio, pequeñas anécdotas. Algunos personajes, como el de
la madre de la niña, están abocados a la autodestrucción. Pero siempre hay un
curioso atisbo de luz, más que de esperanza, incluso cuando la historia deja la
observación distendida para arrebolarse en el drama. Un filme magnífico y,
sobre todo, muy personal. Recomendada.
Drama
terrorista basado en hechos reales interpretado por Spencer Stone, Anthony
Sadler, Alek Skarlatos, Judy Greer y Jenna Fischer.
A
estas alturas Clint Eastwood puede hacer lo que le apetezca. Y, a juzgar por
sus películas más recientes, lo que ahora le apetece es hablar de hombres
americanos, amantes de la patria y el ejército, que no dudan a la hora de hacer
lo que tienen que hacer y se convierten en héroes. Es lógico, pues, que
quisiera recrear la historia de los tres jóvenes estadounidenses que en agosto
del 2015 contribuyeron a frustrar un ataque terrorista a bordo de un tren
Thalys con destino a París.
Eastwood
recrea lo que allí sucedió con crudeza e intensidad deslumbrantes, pero lo que
le interesa no es eso sino relatar las anodinas vidas que los hombres vivieron
hasta ese momento crucial. Esa decisión es solo uno de los motivos que explican
por qué durante la inmensa mayoría de su metraje '15:17 Tren a París' resulta
tan profundamente aburrida.
Eastwood
decidió contratar a los héroes reales de esta historia para que se
interpretaran a sí mismos, presumiblemente para enfatizar la verosimilitud de
la película. Al parecer también decidió que, pese a la falta de experiencia, no
hacía falta dirigirlos. Error. Y a los efectos de esa incapacidad
interpretativa hay que añadir un guion que no ofrece reflexiones sobre el
destino o los mecanismos del coraje ni sobre el contexto de terrorismo global
en el que el suceso tuvo lugar ni nada que no sea el heroísmo de tres
americanos devotos de Dios, las armas y la bandera. ¿El resultado? 80 minutos
de escenas banales que carecen por completo de complejidades psicológicas y
suspense y drama sucedidas por unos pocos minutos de acción impecablemente
rodada. Un precio muy alto para una recompensa tan corta. No Recomendada.
50 sombras liberadas. (USA, 2018).
Dir. James Foley.
Drama romático con elementos eróticos interpretado por Dakota
Johnson, Jamie Dornan, Eric Johnson, Eloise Mumford y Rita Ora.
Tercera entrega de la saga “Cincuenta sombras”.
El score está compuesto por Danny Elfman.
Entre los conceptos que maneja el título de esta
película, sin duda el más relevante es la idea de liberación. Es posible que
estemos ante la peor entrega de la saga 'Cincuenta sombras', pero verla
proporciona un gustito que no es el tipo de orgasmo que su cartel promocional
sugiere pero sí, al menos, alivia profundamente: gracias a ella, una de las
peores trilogías de la historia del cine por fin se acaba.
'Cincuenta sombras liberadas' arranca con la boda y la
luna de miel de Anastasia Steele y Christian Grey, y acto seguido construye dos
conflictos a su alrededor: uno está relacionado con la posibilidad de ser
padres; el otro es una intriga criminal increíblemente estúpida a la que el
director James Foley, eso sí, presta una atención residual. Prefiere dedicarse
a dar a los fans lo que esperan: escenas que convierten el sadomaso en algo parecido
a un anuncio de perfume, imágenes de coches deportivos y yates gigantes y
mansiones lujosas y, entretanto, algún que otro intento vano de hacer que una
pareja carente por completo de química logre despertar nuestro interés.
A esos problemas hay que añadir otro relacionado con el
'zeitgeist': la historia de una joven sometida voluntariamente al control
sexual y afectivo de su pareja simplemente no encaja en el clima social actual.
Cierto que en esta tercera entrega Anastasia finalmente toma las riendas de la
relación, pero ese proceso se fundamenta en actitudes retrógradas: porque asume
que un intercambio sexual que juguetee con conceptos como la dominación es algo
a corregir; por otro, porque asume que casarse es lo mejor que una mujer puede
hacer para domar a su hombre. No Recomendada.
La abeja Maya: los juegos de la
miel. (Australia, 2017). Dir. Noel
Cleary, Alexs Stadermann y Sergio Delfino.
Película de animación.
La canción, al menos en su versión española, ya lo decía
todo: un país multicolor, la alegría, la bondad y el mundo sin maldad. Los que
éramos niños en 1978, fecha de estreno en nuestro país, recordamos la serie de
televisión japonesa “La abeja Maya” como una apoteosis del buen rollo,
magníficamente doblada, que solo se podía ver de pequeños, o de mayores con
nostalgia, porque, pasada cierta edad, el asunto se ponía demasiado blandengue.
Justo lo que le puede ocurrir también a su serie
renacimiento, y a las dos posteriores películas para cines, producidas por
estudios australianos, y en las que se vira de la animación tradicional a la
digital: la inicial “La abeja Maya, la película” (2014), y ésta “La abeja Maya:
los juegos de la miel. Un producto blanco para los más pequeños, con el que
seguramente sus padres acompañantes jueguen a la morriña, que se presenta con
un convencionalismo narrativo, temático y de diálogo un poco cargante, pero que
sin embargo mantiene algunas de las mejores esencias de aquella serie nipona.
En el relato, su toque de arbitraria recaudación de
impuestos, al estilo de “Los siete samuráis” y, naturalmente, de su remake
encubierto producido por Pixar, “Bichos”, suena a visto y oído demasiadas
veces. A lo que hay que unir una estructura de película deportiva —la segunda
en cartelera, coincidiendo con “Cavernícola”, de los estudios Aardman—, con
todos sus marcadísimos mecanismos en el tratamiento de los personajes y de sus
giros narrativos, que acaba completando un cansino panorama donde el riesgo no
es más que una leyenda urbana, dentro de una puesta en escena académica pero
profesional, y unos diseños y volúmenes sin sorpresas.
Sin embargo, en esa colmena sin orden ni reglas —“¡Abejitas libres que
hablan fuera de lugar!”, grita la villana de la película, una dictadora—, donde
la anarquía se abre paso a golpe de cucharada de miel y azúcar biempensante,
reina también un interesante panorama para los críos. Maya, chica de rompe y
rasga en su espíritu dionisíaco, y su amigo Willy, chico indolente y
conservador —“Es que a mí no me gusta probar cosas nuevas…” — forman una pareja
de un espíritu sutil y aleccionador bien encantador. Y la película recupera, en
boca de la malvada de la función, un insulto clásico dirigido a los niños, y
sobre todo a las niñas, quizá en vías de desaparición: aquel “¡Mocosa!” que
siempre endilgaban a las rebeldes, en tono añejo y machista, cuando hacían algo
que supuestamente no les correspondía. No Recomendada.
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