sábado, 10 de febrero de 2018

Los estrenos en Sevilla de 09-02-2018



4 películas se estrenan el 9 de febrero de 2018 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Tres son producciones estadounidenses y una australiana. Segunda semana consecutiva sin ningún estreno español en la cartelera sevillana y se queda sin editar en nuestra ciudad el documental francés sobre la infancia “Ganar al viento” (Anne-Dauphine Julliand, 2016) y la película dramática argentina “Oculto el sol” (Fabricio D'Alessandro, 2016), sobre la vida de siete personas que no se conocen entre sí y su repercusión tras un eclipse solar. Nuestro repaso semanal a los estrenos en Sevilla es el siguiente:      


The Florida Project. (USA, 2017). Dir. Sean Baker. 
Drama sobre la crisis económica de 2008 interpretado por Willem Dafoe, Brooklynn Prince, Bria Vinaite, Caleb Landry Jones y Mela Murder.
Nominada al Oscar al Mejor Actor de Reparto (William Dafoe).
En la zona de Florida que retrata el cineasta independiente Sean Baker hay dos tipos de parques temáticos. El que todos conocemos aunque no hayamos estado nunca, multitudinario, de colores chillones, repleto de atracciones, un sitio de paso para un día o un fin de semana a lo sumo. Y el lugar en el que vive la pequeña Moonee durante un verano, un motel con muchas habitaciones, pintado también con colores chillones, otro lugar de paso aunque varios personajes y familias enteras residan allí durante semanas porque no tienen dinero para pagarse un acomodo mejor.
El motel, una gran masa horizontal de ladrillo pintado de rosa, está cerca de Disneyworld, pero el universo Disney, al menos hasta la bellísima secuencia final, es algo prohibido y lejano para Moonee, sus dos amigos, su madre y el resto de personajes que pululan por el motel. Incluyendo al responsable del establecimiento, Bobby, magnífico Willem Dafoe. Porque 'The Florida Project' no es una película coral pese a los muchos personajes que intervienen, sino un relato con dos puntos de vista, el de Moonee, sus travesuras y la relación con su madre, y el del encargado del motel, del que vemos su día a día (el mantenimiento del lugar, cobrar los alquileres, repasar la pintura, echar a un posible pedófilo, poner paz entre disputas domésticas) y las interrelaciones que establece con alguno de los inquilinos.
Este lugar, este motel, desde el que se divisa el mundo de fantasía artificiosa del parque Disney, viene a ser un concentrado de la cara amarga del sueño americano. Pero Baker, que filma con un estilo directo, casi documental, no se regodea en sus miserias, que son muchas, y no solo económicas. Relata de forma casi costumbrista el tejido de relaciones del lugar, los trapicheos de la madre para salir adelante, el ecosistema de la convivencia forzada entre mujeres, hombres y niños que parecen estar de tránsito por el mundo, en un lugar en ninguna parte.
Vemos a la pequeña Moonee y al maduro Bobby, lo que hacen desde el amanecer hasta el anochecer. La cámara va equitativamente de una a otro contando, por el medio, pequeñas anécdotas. Algunos personajes, como el de la madre de la niña, están abocados a la autodestrucción. Pero siempre hay un curioso atisbo de luz, más que de esperanza, incluso cuando la historia deja la observación distendida para arrebolarse en el drama. Un filme magnífico y, sobre todo, muy personal. Recomendada.



15:17 Tren a París. (USA, 2018). Dir. Clint Eastwood.
Drama terrorista basado en hechos reales interpretado por Spencer Stone, Anthony Sadler, Alek Skarlatos, Judy Greer y Jenna Fischer.
A estas alturas Clint Eastwood puede hacer lo que le apetezca. Y, a juzgar por sus películas más recientes, lo que ahora le apetece es hablar de hombres americanos, amantes de la patria y el ejército, que no dudan a la hora de hacer lo que tienen que hacer y se convierten en héroes. Es lógico, pues, que quisiera recrear la historia de los tres jóvenes estadounidenses que en agosto del 2015 contribuyeron a frustrar un ataque terrorista a bordo de un tren Thalys con destino a París.
Eastwood recrea lo que allí sucedió con crudeza e intensidad deslumbrantes, pero lo que le interesa no es eso sino relatar las anodinas vidas que los hombres vivieron hasta ese momento crucial. Esa decisión es solo uno de los motivos que explican por qué durante la inmensa mayoría de su metraje '15:17 Tren a París' resulta tan profundamente aburrida.
Eastwood decidió contratar a los héroes reales de esta historia para que se interpretaran a sí mismos, presumiblemente para enfatizar la verosimilitud de la película. Al parecer también decidió que, pese a la falta de experiencia, no hacía falta dirigirlos. Error. Y a los efectos de esa incapacidad interpretativa hay que añadir un guion que no ofrece reflexiones sobre el destino o los mecanismos del coraje ni sobre el contexto de terrorismo global en el que el suceso tuvo lugar ni nada que no sea el heroísmo de tres americanos devotos de Dios, las armas y la bandera. ¿El resultado? 80 minutos de escenas banales que carecen por completo de complejidades psicológicas y suspense y drama sucedidas por unos pocos minutos de acción impecablemente rodada. Un precio muy alto para una recompensa tan corta. No Recomendada.



50 sombras liberadas. (USA, 2018). Dir. James Foley.
Drama romático con elementos eróticos interpretado por Dakota Johnson, Jamie Dornan, Eric Johnson, Eloise Mumford y Rita Ora.
Tercera entrega de la saga “Cincuenta sombras”.
El score está compuesto por Danny Elfman.
Entre los conceptos que maneja el título de esta película, sin duda el más relevante es la idea de liberación. Es posible que estemos ante la peor entrega de la saga 'Cincuenta sombras', pero verla proporciona un gustito que no es el tipo de orgasmo que su cartel promocional sugiere pero sí, al menos, alivia profundamente: gracias a ella, una de las peores trilogías de la historia del cine por fin se acaba.
'Cincuenta sombras liberadas' arranca con la boda y la luna de miel de Anastasia Steele y Christian Grey, y acto seguido construye dos conflictos a su alrededor: uno está relacionado con la posibilidad de ser padres; el otro es una intriga criminal increíblemente estúpida a la que el director James Foley, eso sí, presta una atención residual. Prefiere dedicarse a dar a los fans lo que esperan: escenas que convierten el sadomaso en algo parecido a un anuncio de perfume, imágenes de coches deportivos y yates gigantes y mansiones lujosas y, entretanto, algún que otro intento vano de hacer que una pareja carente por completo de química logre despertar nuestro interés.
A esos problemas hay que añadir otro relacionado con el 'zeitgeist': la historia de una joven sometida voluntariamente al control sexual y afectivo de su pareja simplemente no encaja en el clima social actual. Cierto que en esta tercera entrega Anastasia finalmente toma las riendas de la relación, pero ese proceso se fundamenta en actitudes retrógradas: porque asume que un intercambio sexual que juguetee con conceptos como la dominación es algo a corregir; por otro, porque asume que casarse es lo mejor que una mujer puede hacer para domar a su hombre. No Recomendada.


La abeja Maya: los juegos de la miel.  (Australia, 2017). Dir. Noel Cleary, Alexs Stadermann y Sergio Delfino.
Película de animación.
La canción, al menos en su versión española, ya lo decía todo: un país multicolor, la alegría, la bondad y el mundo sin maldad. Los que éramos niños en 1978, fecha de estreno en nuestro país, recordamos la serie de televisión japonesa “La abeja Maya” como una apoteosis del buen rollo, magníficamente doblada, que solo se podía ver de pequeños, o de mayores con nostalgia, porque, pasada cierta edad, el asunto se ponía demasiado blandengue.
Justo lo que le puede ocurrir también a su serie renacimiento, y a las dos posteriores películas para cines, producidas por estudios australianos, y en las que se vira de la animación tradicional a la digital: la inicial “La abeja Maya, la película” (2014), y ésta “La abeja Maya: los juegos de la miel. Un producto blanco para los más pequeños, con el que seguramente sus padres acompañantes jueguen a la morriña, que se presenta con un convencionalismo narrativo, temático y de diálogo un poco cargante, pero que sin embargo mantiene algunas de las mejores esencias de aquella serie nipona.
En el relato, su toque de arbitraria recaudación de impuestos, al estilo de “Los siete samuráis” y, naturalmente, de su remake encubierto producido por Pixar, “Bichos”, suena a visto y oído demasiadas veces. A lo que hay que unir una estructura de película deportiva —la segunda en cartelera, coincidiendo con “Cavernícola”, de los estudios Aardman—, con todos sus marcadísimos mecanismos en el tratamiento de los personajes y de sus giros narrativos, que acaba completando un cansino panorama donde el riesgo no es más que una leyenda urbana, dentro de una puesta en escena académica pero profesional, y unos diseños y volúmenes sin sorpresas.
Sin embargo, en esa colmena sin orden ni reglas —“¡Abejitas libres que hablan fuera de lugar!”, grita la villana de la película, una dictadora—, donde la anarquía se abre paso a golpe de cucharada de miel y azúcar biempensante, reina también un interesante panorama para los críos. Maya, chica de rompe y rasga en su espíritu dionisíaco, y su amigo Willy, chico indolente y conservador —“Es que a mí no me gusta probar cosas nuevas…” — forman una pareja de un espíritu sutil y aleccionador bien encantador. Y la película recupera, en boca de la malvada de la función, un insulto clásico dirigido a los niños, y sobre todo a las niñas, quizá en vías de desaparición: aquel “¡Mocosa!” que siempre endilgaban a las rebeldes, en tono añejo y machista, cuando hacían algo que supuestamente no les correspondía. No Recomendada.

 

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