7 películas se estrenan
el 29 de septiembre 2017 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Tres películas
son de producción española, una estadounidense, una francesa, una japonesa y
una argentina. Entre los siete estrenos nos encontramos con dos películas de
animación (con pajaritos y gatitos de por medio) y un documental. El resto son
películas de ficción. Seremos benevolentes y libraremos de nuestra personal
hoguera a sólo dos estrenos.
La llamada. (España, 2017). Dir. Javier Ambrossi y Javier
Calvo.
El artista multidisciplinar Martín Sastre
debutó en el cine con “Miss Tacuarembó” (2010), musical de sustrato camp donde
un parque temático a mayor gloria del Mesías –Cristo Park, inspirado en el muy
real Tierra Santa de Buenos Aires- era escenario de la autoafirmación de una joven
para quien le fe cristiana y las canciones de “Flashdance” (1983) eran dos
formas complementarias de una misma necesidad de elevación. Es probable que la
película dejara cierta huella en Javier Calvo y Javier Ambrossi que, con
parecidos mimbres, construyeron su obra teatral “La llamada”, en la que dos
adolescentes, unidas por el electrolatino, viven simultáneas experiencias
transformadoras –una vinculada con la fe; la otra con lo afectivo- en un
campamento religioso visitado por un Dios que canta a Whitney Houston.
Planteado como un musical de bolsillo, “La
llamada” también vivió su particular experiencia trascendente, convirtiéndose
en fenómeno de largo recorrido que, en el momento del estreno de esta luminosa
adaptación cinematográfica, ya ha alcanzado sus cuatro años en cartel. No hubo
nada sobrenatural en el proceso: el montaje derrochaba carisma y una energía
purísima por los cuatro costados, sustentado por personajes cuidadosamente
construidos, diálogos vivísimos y un reparto que se entregaba a cada
representación como si fuera la última fiesta. La distancia con “Miss
Tacuarembó” también era palpable: “La llamada” tenía menos malicia postmoderna,
más candor, casi el espíritu de un musical de parroquia. Una elección que
permite celebrar que no haya ni un trazo de resabiado cinismo a la hora de
contar esta historia que no subestima a ninguno de sus personajes.
En la película, la afortunada localización
del Campamento La Brújula amplifica la fuerza del material de partida. Hay
nuevos –y muy afortunados- personajes (la cocinera, el instalador de
tirolinas), soluciones inéditas (el montaje paralelo entre posiciones de baile
latino y posiciones de oración) y un reparto impecable –presidido por una
Gracia Olayo, cuya Sor Bernarda pide a gritos un Goya- al que solo le ha faltado
que, en momentos puntuales –como el número country and western Estoy alegre-, la puesta en escena
bailara con la misma energía que sus cuerpos. Recomendada.
Madre!. (USA, 2017). Dir. Darren Aronofsky.
Seleccionada
en la sección oficial de la Mostra de Venecia 2017. A Aronofsky podrán acusarle
de megalomanía por esta absorbente, provocadora y cismática película, pero
nadie debería tildarle de tramposo, porque todo está ahí. Desde el principio:
ese prólogo enigmático que instala al espectador en el terreno de la alegoría,
sugiriendo un ciclo incesante de aniquilación y renacimiento, una cosmogonía de
elementos mínimos: un hombre, una mujer, una casa aislada en el campo. Que “Madre!”
se haya convertido en una de las películas más polémicas y discutidas de la
temporada solo pone en evidencia hasta qué punto el espectador cinematográfico
(o el consumidor medio de ficción televisiva) –a diferencia del espectador
teatral o del lector literario o del amante de ciertas historietas que nunca se
etiquetarían como novela gráfica- vive, hoy en día, encadenado por la tiranía
de, en el mejor de los casos, la verosimilitud y, en el peor, de la
literalidad.
¿Qué
es “Madre!”? Podría definirse de muchas maneras, pero ninguna le haría completa
justicia, porque, por encima de todo, es un virtuoso ejercicio de pura forma
cinematográfica donde el estilo visual, el relato y su dimensión simbólica
están diabólicamente destilados en un todo avasallador, orientado a
proporcionar al espectador una experiencia subjetiva –modelo Tren de la Bruja
para Teólogos- que avanza en frenético crescendo hacia lo inexpresable. De
entrada, podría decirse que esto es una película de terror –variante irrupción
doméstica- que, entre estados carenciales de oxitocina, acaba soñando ser la
Biblia entera (Apocalipsis incluido). O el viaje alucinante (post-polanskiano y
post-vontrieriano) al fondo de una mente asediada en el campo de batalla entre
una masculinidad omni-impotente y una feminidad engendradora.
El
rostro de Jennifer Lawrence es el centro de gravedad (y expresividad) en esta
extravagancia cámara al hombro donde el espacio privado se ve desintegrando en
la entropía tras la llegada de unos inesperados visitantes (Ed Harris, Michelle
Pfeiffer) a la casa que la protagonista comparte con su marido poeta (Javier
Bardem). Las primeras citas bíblicas (la herida en el costado de Adán, el
enfrentamiento entre Caín y Abel) se infiltran como sutiles notas de
desconcierto hasta que todo se desborda, la percepción del tiempo y las
concatenaciones lógicas se desbaratan y las imágenes extremas –la brutal
violencia sobre un rostro, por ejemplo- se acumulan en un asombroso tour de
force. Aronosfky ha querido reducir la riqueza de significados a uno solo: la
alegoría ecológica. “Madre!” podría ser eso, pero, por fortuna, es eso y mucho
más. Recomendada.
Converso. (España, 2017). Dir. David Arratibel.
Una película sobre la familia, la armonía y algo más difícil todavía: la
fe. Conceptos más o menos básicos desde los que intentar explicar algo tan
profundo como inefable: las hermanas del director se convierten de repente al
catolicismo, y el cineasta trata de averiguar qué hay detrás de ese mecanismo
de transformación personal. Desmontando el formato clásico del documental de
entrevistas (no hay que olvidar el doble juego del título; "converso"
viene también del verbo conversar), el director se sienta en una silla que
convierte en confesionario de los otros y en el suyo propio al lanzar preguntas
ante un espejo que no es otro que el espejo de casa. Film de familia con
búsqueda personal y con un gran interrogante cinematográfico: si el Espíritu
Santo entra en nuestra casa, ¿es posible hacer una película sobre él?
“Converso” es una película tremendamente honesta, de formas más desnudas
que ese “Oírse” (2013) –primer documental del director- que, de vez en cuando,
sucumbía a algún gesto estético: no obstante, el modo en que la mirada terrenal
del cineasta da voz y concede espacio a la transfiguración íntima de unas
subjetividades imprime al resultado la resonante fuerza de un gesto casi
político movido por el afecto. En un presente que asocia fe con ignorancia, “Converso”
desarticula ideas recibidas a través de las palabras de la madre y, en
especial, la hermana de Arratibel –el gran personaje de esta película: el
relato de su experiencia mística es un deslumbrante ejercicio de sinceridad, un
intento de transmitir lo indescriptible en cadencias cotidianas libres de toda
afectación o santurronería-. Recomendada (con
reservas).
La cordillera. (Argentina, 2017). Dir. Santiago Mitre.
Seleccionada para la sección “Una cierta
mirada” del Festival de Cannes 2017. Mientras acompaña a un presidente recién
electo que en el transcurso de una cumbre internacional se enfrenta a reuniones
clandestinas y sesiones de hipnosis, 'La cordillera' oscila constantemente
entre la intriga política, el drama familiar y el estudio psicológico para
sugerir un espacio mental en el que lo profesional y lo personal conviven de forma
entrópica y se nutren mutuamente. El director Santiago Mitre (Paulina, 2015) plantea varias tramas paralelas que no tiene
tiempo suficiente para desarrollar y, en consecuencia, la película en su
conjunto se percibe incompleta. A ello contribuye que, en general, los personajes
funcionen más como meros arquetipos que como seres humanos hechos de carne y de
hueso. En el reparto encontramos a Ricardo Darín, Dolores Fonzi, Érica Rivas y
Gerardo Romano. La música está compuesta por Alberto Iglesias. No Recomendada.
Operación Concha. (España, 2017). Dir. Antonio Cuadri.
Incluso
el mejor chiste del mundo puede no tener maldita la gracia. Por exceso, por defecto,
por automatismo, por equivocación del tempo a la hora de contarlo. Y
exactamente igual le ocurre a la comedia como engranaje general, como conjunto
de situaciones con tendencia a la diversión, a la sorpresa, a la risa. De “El
golpe” a “Nueve reinas”, la comedia de estafas es un clásico del cine, pero una
gran idea y una profesional escaleta de sucesos no tiene por qué converger en
una buena película. Ese esquema hay que nutrirlo, interiormente, de sentido
interpretativo, de puesta en escena, de montaje, de graduación del chiste, de
concreción de la gracia a través del diálogo y del plano, de visualización. Y
eso es lo más complejo.
“Operación
Concha”, quinto largometraje de Antonio Cuadri, puede dar buena cuenta de que
en estos casos los peligros son múltiples, y todos están al acecho. El director
andaluz es un cinéfilo, y tiene la experiencia suficiente como para conocer
también la picaresca que demasiadas veces anida en la construcción exterior, la
económica, de una producción cinematográfica. Por eso su comedia de timos, de
cine dentro del cine, ambientada en el Festival de San Sebastián, podía tener
sentido exterior. Sin embargo, salvo la interpretación de Jordi Mollà, que sale
vivo de un doble personaje peligrosísimo, pocas secuencias llevan a la
implacable conjunción entre la ruindad del engaño de convertir al camarero
onubense de un puticlub de San Sebastián en el doble de un prestigioso actor
cubano al que han otorgado el Premio Donostia, y el glamour inherente al
Kursaal, al María Cristina, al acontecimiento. Y ahí incluso unos falsos
contraplanos del público, filmados ad hoc con extras, se pueden convertir en la
tumba de una buena secuencia climática, rodada in situ, con aroma al “Tootsie”
de Sydney Pollack.
El
chiste es acción, pero también reacción, y la segunda se puede cargar la
primera. Es la temible mecánica del gag, y en “Operación Concha” hay demasiados
acentos, demasiados peluquines, demasiadas interioridades que, sumadas, acaban
enturbiando un conjunto que podía tener posibilidades en su dispositivo
externo, en su fachada, pero que habitación por habitación (casi) nunca provoca
la chispa. No
Recomendada.
Amarillito. (Francia, 2014). Dir. Christian De Vita.
Película de animación donde nos presente al personaje Yellowbird, “Amarillito”.
Él es un pequeño pájaro huérfano que nunca ha dejado el nido, no tiene familia
y quiere una desesperadamente. Yellowbird liderará a una bandada de pájaros en
su migración a África. Acostumbrados al molde hiperactivo, de ritmo sin freno y
con estruendosa acumulación de gags y recursos visuales y sonoros de la mayoría
del cine animado que nos llega casi cada semana, el aterrizaje apacible y
esquivo de la producción francesa “Amarillito”, protagonizada por un pájaro
huérfano de viaje migratorio, tiene, como mínimo, el sabor de la valiente
novedad que huye de un tiempo despavorido. La dirige el debutante en el
largometraje Christian De Vita, hasta ahora ayudante de Wes Anderson con los
storyboards de “Fantástico Mr. Fox” y “Gran Hotel Budapest”, y de Tim Burton
con el de “Frankenweenie”. Para aficionados al género de animación. No Recomendada.
Gatos. Un viaje de vuelta a casa. (Japón, 2016). Dir. Mikinori
Sakakibara y Kunihiko Yuyama.
Película de animación donde un gato negro llamado Rudolf se separa de su
amado dueño e, inesperadamente, se despierta en un camión que lo transporta
hasta Tokio. Allí, conoce a Ippai-attena, un gato jefe que es temido por todos
en la ciudad. Incapaz de regresar a su casa, Rudolf comienza una nueva vida
junto a Ippai-attena, quien en realidad no es como aparenta. Como anime,
'Gatos. Un viaje de vuelta a casa' se aparta de algunos de los cánones de la
animación japonesa. Su vocación es más digital, menos orfebre, alejada de los
grandes clásicos del género en un interesante proceso de renovación. Pero
además de una buena concepción en las expresiones de los personajes animados y
una brillante paleta de colores, los directores del filme destacan en
soluciones de puesta en escena como el medido plano-secuencia con que empieza. Para
aficionados al género de animación. No Recomendada.
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