“Eres tan diferente, eres tan perfecto”
Los Ángeles, año 2019. Altísimos rascacielos, a modo de modernos templos parduzcos, se pierden en un cielo nublado de polución. Las chimeneas de las fábricas escupen llamas y la lluvia ácida se acumula entre las fisuras que separan los mastodónticos edificios iluminados con neón. Las calles de la ciudad están pobladas por una exótica mezcla de razas, mientras que los blancos se refugian en rascacielos gigantescos. Todos los que se lo pueden permitir se han ido a vivir a “las colonias del mundo exterior”.
Precisamente para colonizar esos nuevos planetas, la compañía Tyrell Corporation diseñó los llamados “replicantes”. Estos androides tienen prohibido visitar la Tierra. Sin embargo, algunos desobedecen las órdenes y la patrulla especial de los blade runners tiene el deber de buscarlos y destruirlos. Rick Deckard (Harrison Ford) era un blade runner. Desilusionado y con ese aire lacónico de los héroes del cine negro, el ex-policía camina por las calles mojadas por la lluvia. Era el mejor en su profesión y por ello sus superiores deciden que vuelva al servicio cuando un pequeño grupo de replicantes, dos mujeres y dos hombres, consiguen llegar a Los Ángeles. Los androides programados para funcionar cuatro años, quieren saber cuánto tiempo les queda de vida y, si es posible, prolongarla.
El lider de los replicantes, Roy Batty (Rutger Hauer), es rubio, fuerte, casi demoníaco. El encuentro con su creador, Eldon Tyrell (Joe Turkel), un Frankenstein futurista, resulta una total decepción: Tyrell, que vive en una pirámide similar a las construcciones mayas y duerme en una cama casi papal, no escucha la súplica de Roy para que le alargue la vida. Entonces Batty, el ángel caído, mata a su creador, padre y destructor al mismo tiempo.
La película “Blade runner” (1982), dirigida por Ridley Scott, era una libre adaptación de la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?. Fue un fracaso comercial en su momento, pero está considerada como todo un hito en el género de la ciencia ficción. Es un cuento filosófico deprimente con decorados extraordinarios e impresionantes; una sofisticada iluminación y una grandiosa banda sonora de Vangelis.
Se le podría poner la etiqueta de “posmoderna”. Scott utiliza códigos de diversa naturaleza que nos causan asombro y sintetiza la confusión babilónica en el lenguaje mestizo que se oye en las calles.
Inspirada en el clásico de Fritz Lang “Metrópolis” (1926), en el estilo visual del cine negro, en las imágenes de Edward Hopper, y en los comics de Moebius, Ridley Scott consigue crear una obra extravagante que invita al público a cuestionarse la esencia de la identidad humana. El sustrato de la película se va mostrando poco a poco a lo largo de la trama, que trata aspectos del universo consciente y subconsciente. El parecido fonético entre el nombre del protagonista, Deckard, y el del matemático Descartes es sólo uno de los abundantes elementos filosóficos en el filme. Tampoco hay que pasar por alto el motivo del “ojo” a lo largo de toda la cinta: Scott vuelve a utilizar el potencial homónimo aprovechando la similitud fonética de las voces inglesas “eye”(ojo) y “I” (el yo). El ojo es un símbolo universal de reconocimiento y representa un sentido de autoconocimiento “único” en los humanos. Pero en “Blade Runner” los androides también están dotados con ese nivel de conciencia. “No somos ordenadores, Sebastian, somos seres físicos”, explica Batty en una ocasión, reclamando su humanidad y aludiendo así a uno de los temas más importantes de los años 80: el cuerpo, la corporeidad.
Y es precisamente el cuerpo lo que hace a los replicantes idénticos a los humanos. Rachel (Sean Young), la secretaria de Eldon Tyrell, pone de manifiesto a Deckard el riesgo que supone su profesión cuando le pregunta si no ha matado alguna vez a un humano por error. La cuestión sensibiliza al espectador, ya que las diferencia entre el ser humano y su creación son intangibles. La propia Rachel se mueve entre dos fronteras. Aunque siempre ha creido ser humana, finalmente se ve enfrentada a la realidad y descubre que sólo es un androide. Pero de una clase diferente. Rachel fue programada a modo de experimento con las vivencias de la sobrina de Tyrell, lo que le da la ilusión de poseer una biografía. Sus recuerdos están basados en fotografías. Y es también la fotografía el medio que delata a los replicantes. Deckard utiliza la imagen de una habitación de un hotel vacía como lo haría un detective del siglo XXI, o al menos, como se creía que lo haría desde la mirada de la década de los 80. Con la ayuda de un aparato llamado “Esper” amplía fragmentos de la foto en un monitor. De ese modo consigue una especie de visión de rayos X que le permite adentrarse en los diversos niveles de profundidad del espacio en dos dimensiones.
El gusto de Scott por dar vueltas a los paradigmas culturales contribuye sin duda a la fascinación que provoca el film. Algunas de sus imágenes se han convertido en recuerdos de nuestra memoria visual colectiva como, por ejemplo, cuando Deckard sigue a la encantadora de serpientes Zhora a través de las calles caóticas, laberínticas y abarrotadas de Los Ángeles. Finalmente dispara a la mujer que cae a cámara lenta sobre un escaparate. Se podría decir que esos fragmentos de cristal representan la realidad hecha añicos por el cambio de la historia. Deckard se convierte en el perseguido y el androide Batty, en un individuo compasivo y generoso. Batty salva la vida del blade runner en el último minuto y muere en su lugar. La diferencia moral entre replicante y ser humano ya no existe. Sobre todo cuando tenemos cada vez más indicios de que el propio Deckard puede ser un androide. En 1992 se estrenó el llamado “montaje del director”, que suprime la voz en off del narrador y el final feliz, lo que hace más plausible esta teoría. En julio de 2002, el propio Scott afirmó que Deckard era un androide. Harrison Ford, escandalizado, dijo que durante el rodaje el director había asegurado lo contrario. El debate sigue abierto….
VIRGINIA RIVAS
Estupendo artículo Virginia. Con esta película empecé a interesarme por el género de ciencia ficción que antes no me atraía
ResponderEliminarGracias por tu apoyo. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl artículo recoge a la perfección la esencia de la película. Blade Runner consiguió atraer a espectadores que no eran aficionados al género de ciencia ficción y por supuesto, nos atrapó a los que sí lo eramos.
ResponderEliminarNo sé si Blade Runner 2049 estará a la altura.
Enhorabuena por tu articulo
Gracias.Me alegro que te haya interesado mi reseña.La escribi desde el cariño que le tengo al film.
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