viernes, 22 de septiembre de 2017

Los estrenos en Sevilla de 22-09-2017




5 películas se estrenan el 22 de septiembre 2017 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Una película es estadounidense, dos británicas, una alemana y una francesa. Ningún estreno español en la cartelera sevillana y se queda sin editar en nuestra ciudad la maravillosa película danesa nominada al Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa “A war (Una guerra)” (Tobias Lindholm, 2015), que pudimos ver en nuestra ciudad gracias al SEFF (Festival de Cine Europeo de Sevilla). Nada que recomendar esta semana de gran interés.
 
La reina Victoria y Abdul. (Reino Unido, 2017). Dir. Stephen Frears.  

De un lado, una mujer fastuosamente rica, obscenamente poderosa, naturalmente vieja y evidentemente obesa (además de irascible, perezosa e insoportable). Es decir, una señora adverbial. Y reina. Del otro, un hombre joven, inmigrante y musulmán. Es decir, un tipo adjetival y pobre. Sobre la novela de Shrabani Basu, Stephen Frears recrea un episodio de la historia del imperio británico tan extravagante como poco conocido. En sus últimos días, la reina, de la que Oscar Wilde dijo aquello de que a la vista de cómo trataba a sus prisioneros no se merecía tener ninguno, se encaprichó de un hombre completamente ajeno a su mundo, a su corte, a todo. Victoria, eternamente deprimida tras la muerte de su esposo, encontró en Abdul Karim, descendiente de fabricantes de alfombras indio, a un confidente para sus penas y un aliciente para su curiosidad. Lo hizo traer a Londres, lo colocó a su lado y con él comenzó a aprender urdu.

El director se limita a registrar con el rigor debido el ruido del contraste. Como ya hiciera en “The Queen” o en “Philomena”, las dos referencias claras, el pulso de la película se mantiene en el límite exacto entre la comedia más obvia y el drama más formal; siempre atento a la evidencia, a la efectividad tanto de la carcajada como del llanto. La iniciativa, por supuesto, siempre es de una Dench no tanto perfecta como sencillamente inevitable. La actriz cuyo Oscar se lo debe a otra reina (Isabel I en “Shakespeare in love”) oficia con majestad en unos dominios que sabe suyos. Come, se mueve, rompe a reír, se desespera y llora de la única manera posible que la amiga de Wilde habría osado.
Bien es cierto que, a fuerza de conservadora y consciente de sus virtudes, la cinta acaba por resultar casi enfermizamente esquemática. El guión olvida cualquier tipo de progresión dramática y cae enamorado quizá del divertido contrasentido de ver a la más poderosa del planeta encandilada por el más miserable, con perdón, de sus súbditos. Frears sabe que, hoy por hoy, pocos placeres como el de una reina en pleno lucimiento de sus reales y hasta miserablemente majestuosas funciones reales. Frears se empeña en confeccionar un discurso eminentemente político, comprometido y hasta ligeramente transgresor, desde un material perfectamente popular. Frears quiere ridiculizar a los que se pavonean de sus privilegios para reivindicar así la posibilidad del entendimiento. Y hacerlo con un folletín de digestión fácil, emotiva e instantánea. Fuera los grandes discursos intelectualizados o barnizados de un progresismo estomagante. Ahora, la idea es reconocer el simple poder de lo evidente desde la evidencia y con una película evidentemente obvia. Además de evidente. Frears o la política popular. No Recomendada.
 
Bye bye Germany. (Alemania, 2017). Dir. Sam Garbarski. 
Es un judío alemán que ha sobrevivido al Holocausto y, recién acabada la II Guerra Mundial, sueña con emigrar a Estados Unidos, pero el personaje al que da vida Moritz Bleibtreu con su habitual solvencia podría perfectamente ser el protagonista de cualquier novela picaresca española del Siglo de Oro. Porque su único objetivo es sobrevivir día a día y tirar siempre para adelante, sin mirar atrás. Para ello, se convierte en un artista de la mixtificación; por un lado, monta, con otros judíos, una red de estafas a pequeña escala para aprovecharse del sentimiento de culpa de sus paisanos y, por otro, edulcora los recuerdos de su estancia en el campo de concentración para que la memoria no se convierta en un tormento permanente.
Sin llegar a ser una tragicomedia, sí cabe definir al filme como una comedia amarga, porque, aunque las situaciones humorísticas son mayoría, el trasfondo es demasiado serio como para tomárselo a broma. Y luego está el inesperado final, que demuestra que al ser humano no hay quién lo entienda. No Recomendada.

La historia del amor. (Francia, 201). Dir. Radu Mihaileanu. 
Un largo (y falso) plano secuencia que parte, en blanco y negro, de la empalizada de una granja para culminar, a todo color, en un corazón grabado sobre el tronco de un árbol, mientras, a vista de pájaro, el recorrido ha ido borrando del paisaje las heridas de la Historia, ocupa el prólogo de “La historia del amor”, sexto largometraje de Radu Mihaileanu, que adapta la novela homónima publicada por Nicole Krauss en 2005. Las primeras palabras que escucha el espectador son un “Érase una vez” que, en principio, debería colocarle en el territorio de la fabulación más pura, pero las imágenes están diciendo otra cosa. Y la están diciendo a gritos: ¡Atentos, que entramos en el Olimpo de las Grandes Palabras, del Cine Literario Autoconsciente de su Importancia, Autosatisfecho Consigo Mismo! En suma, el ámbito de ese tipo de afectación irredimible que jamás sucumbirá a la tentación de pedir perdón. Da la impresión de que el cineasta afronta su película con el objetivo de que cada espectador abandone la sala con la sensación de haberse leído las cerca de trescientas páginas que escribió Nicole Krauus: lo que consigue, por el contrario, es que uno salga al exterior tan magullado como si una ciclópea reproducción en mármol de Carrara de un novelón de un millar de páginas se le haya derrumbado encima.
Con una trama que recorre siete décadas de amores contrariados, éxodos, exilios, amistades traicionadas, cruces azarosos y apropiaciones literarias para finalmente desembocar en un momento de trascendencia compartida, “La historia del amor” quiere hablar del poder transformador y redentor de la literatura, asociándolo a la pervivencia de un amor purísimo. Mihaileanu, el director rumano que menos rumano parece, traslada con claro sentido de legibilidad los diversos niveles narrativos de la historia, pero su estilo engola ridículamente la voz. No Recomendada.
 
Kingsman: El círculo de oro. (Reino Unido, 2017). Dir. Matthew Vaughn.  
Si 'Kingsman: Servicio secreto' (2014) se mostraba razonablemente eficaz -y eficazmente entretenida- reiventando los clichés propios de las películas de James Bond, esta continuación no parece saber muy bien qué hacer consigo misma aunque recicle intacto el gusto de su predecesora por la violencia de 'cartoon' y las moralejas reaccionarias -ahora como entonces, las causas progresistas son retratadas como el mal extremo-. 'El círculo de oro', de hecho, funciona como tres secuelas en una, argumentalmente saturada como está por tramas de dominación criminal, nuevas organizaciones de espías y reapariciones de superespías a los que dimos por muertos tras la primera entrega.
La saturación queda subrayada por el hecho de que la mayor parte de su estelar reparto se limita a pasar por ahí. Actores como Channing Tatum, Jeff Bridges y Halle Berry ofrecen poco más que cameos extendidos; mientras tanto, ninguno de los intérpretes principales ofrecen un ápice del carisma que los hizo memorables en primer lugar, en parte porque funcionan al servicio de un argumento que cuanto más metraje dedica a explicarse a sí mismo -y lo hace de forma consistente e incansable-, menos sentido tiene.
Por lo que respecta a las secuencias de acción, asumen la misma forma ahora que entonces, a través de una cámara que se mueve constantemente en busca de la imagen más brutal y que usa los planos de cabezas reventadas como si fueran emojis risueños. La práctica totalidad de esas escenas tratan de rivalizar con la masacre en la iglesia baptista que se convirtió en el punto álgido de la primera película, pero ninguna logra ofrecer niveles similares de energía o de capacidad de impacto.
De hecho, nada en esta película tiene impacto ni peso real. Tomarse a broma una amenaza mundial no es grave; las películas de 007 lo estuvieron haciendo hasta que llegó Daniel Craig. Pero 'El círculo de oro' está demasiado ocupada haciendo gracietas como para molestarse en crear sentido alguno de conflicto. Quizá la mejor ilustración de su actitud general esté en la gratuita inclusión en la trama de Elton John para que escupa obscenidades como una metralleta: tiene gracia un rato, y luego cansa. Más o menos lo mismo puede decirse de la trayectoria seguida por esta saga en solo dos películas. No Recomendada.
 
La LEGO Ninjago película. (USA, 2017). Dir. Charlie Bean, Paul Fisher y Bob Logan. 

'The Lego Ninjago Movie', spin-off de 'La LEGO Película', cuenta la atribulada historia de seis jóvenes ninjas que unen fuerzas para proteger su hogar de los monstruos y villanos que amenazan la ciudad. Estos seis adolescentes también tienen que lidiar con tener una doble vida, ya que por el día tienen que vivir de forma normal y por la noche deberán enfrentarse a los enemigos que intenten poner en jaque a la ciudad de Ninjago. En su reparto original, el trabajo dirigido por Charlie Bean cuenta con nombres como el de Dave Franco, Justin Theroux, Fred Arminsen, Abbi Jacobson, Olivia Munn o Michael Peña. Esta es la tercera película de animación de la saga "LEGO". Sigue siendo divertida, pero la fórmula empieza a flaquear. A veces le cuesta mantener el ritmo. No Recomendada.

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