El crítico Carlos Boyero se lamenta de
que “Vacaciones en el infierno”, la última película protagonizada por Mel
Gibson, pasará inadvertida por los prejuicios que despierta su protagonista y
por el mal momento que atraviesa su cotización en el mercado.
Es difícil encontrar un personaje público como Mel Gibson, en este caso
alguien que ha ejercido como megaestrella de Hollywood durante décadas, que
haya sido acusado de tantas cosas lamentables. Es sinónimo de gran
reaccionario, maltratador de mujeres, alcohólico violento, antisemita,
homófobo, feroz enemigo del aborto bajo cualquier circunstancia,
ultraconservador incendiario. Jamás se ha cortado de expresar opiniones
indefendibles y cavernícolas ni ha rehuido los enfrentamientos, aunque eso
perjudicara a su imagen. También ha sido juzgado y condenado por variadas
transgresiones de la ley.
Poseyendo tantas papeletas para sentir aversión hacia su persona, yo siento
una irreprimible simpatía por el Mel Gibson actor, un tipo que además de llenar
la pantalla, desprende hombría, magnetismo y sentido del humor (aunque sea
complicado encontrar grandes películas en su extensa filmografía y me aburran
notablemente series tan populares y triunfadoras como Mad Max y Arma letal) y
una admiración incondicional por el Mel Gibson director, autor de la compleja,
turbia y emocionante El hombre sin rostro la verdaderamente épica y grandiosa
Braveheart o ese magistral retrato de la capacidad de supervivencia que es
Apocalypto. Solo sentí rechazo ante su visión naturalista, a veces rozando el
sadismo, de La pasión de Cristo, una apuesta tan osada como todas las del
Gibson director, hablada en arameo y en latín (en Apocalypto utilizó las
lenguas precolombinas) y que multiplicó su arriesgada inversión.
Mel Gibson |
Vacaciones en el infierno está protagonizada, coescrita y producida por Mel
Gibson. Y le encarga la dirección de esta ópera prima a Adrian Grunberg, que
había trabajado como ayudante de dirección en varias películas de Gibson. Pero
no existe el balbuceo ni el exceso de pretensiones que tantas veces aquejan a
las primeras obras. Es una película muy bien escrita, rodada, ambientada e
interpretada. Desprende frescura y vitalidad, todos los personajes son
creíbles, los diálogos revelan ingenio y cinismo de primera clase, funcionan las
claves del cine de género, es una película notable que transcurre muy rápido,
que te da pena que termine.
Utilizando el escenario de una abigarrada, pintoresca y temible cárcel de
Tijuana, algo que funciona en palabras del narrador como el mayor supermercado
del cutrerío, describe un mundo en el que todo funciona como en el exterior,
con la corrupción como única norma, regido por las relaciones de poder, con
mafias con poder absoluto que son los jefes de los guardianes que les
custodian, de la policía, de todo lo que se puede comprar. Incluido el
trasplante del hígado de un niño endurecido y profesional de la supervivencia
que ha pasado su corta existencia en esa cárcel. La relación cómplice de ese
crío con un ladrón estadounidense al que todos quieren robar su botín está
contada con gracia y soterrada ternura. Hablada mayoritariamente en español,
interpretada por actores excelentes del cine mexicano, Vacaciones en el
infierno desprende talento y atmósfera por todos sus poros. Sería lamentable
que pasara inadvertida por los prejuicios que despierta Mel Gibson y por el mal
momento que atraviesa su cotización en el mercado. Lo que no sufre problemas de
salud es su transparente inteligencia y su sentido del cine.
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