La aparición del sonoro en la URSS («El camino de la vida», de Nikolai Ekk, de 1931) produjo en algunos directores (Eisenstein, Pudovkin, Alexandrov entre ellos) una reacción hostil. Era, al fin y al cabo, la negación de una forma de entender el cine basada en el montaje. La lógica de los hechos terminó imponiéndose, como es natural, y el viejo cine silente desapareció. Eisenstein, sin embargo, nunca renunció a la aspiración de convertir el “inevitable” sonido en algo más que un acompañante trivial de las imágenes. El sonido, y de un modo muy especial la banda sonora, tenía que cumplir un fin artístico: más allá de la mera sincronización, había que aspirar al “montaje vertical”, a una integración perfecta y coherente entre la música y los planos de cada secuencia.
Y así fue como se encontró en su camino a uno de los grandes de la música rusa, a Sergei Prokofiev. «Alexander Nevski» (1938) y las dos partes de «Iván el Terrible» (1944 y 1958 -póstuma–) son los frutos de esta colaboración, y constituyen dos ejemplos, yo diría que excepcionales, de compenetración al máximo nivel entre la música y el cine. Ambos, director y compositor, se refieren entusiasmados a su trabajo en equipo, que podía ser en ambas direcciones: adaptar el montaje a la música ya compuesta o crear la música a partir de las imágenes elaboradas por el director, en bruto o incluso ya montadas. Todo ello dentro de un clima de respeto y entrega absolutos. “En algunas de las secuencias –afirma Eisenstein– hemos logrado con Prokofiev los resultados que yo estuve soñando desde hace mucho tiempo”.
En este blog ya hemos aludido a la banda sonora de «Alexander Nevski»: en la dirección http://linternamagicasevilla.blogspot.com/2011/03/la-musica-de-prokofiev-en-el-taller-de.html. Ahora le toca el turno a «Iván el Terrible», cuyas notas se inspiran en el la música tradicional rusa y subrayan en cada secuencia la solemnidad del momento, las intrigas palaciegas, el amor y la devoción por el zar o las conspiraciones de los Boyardos contra el poder de Iván. La prohibición del segundo «Iván» por parte de Stalin y la muerte del director fueron devastadoras para Prokofiev, que guardó la partitura en un cajón y ni siquiera la reconvirtió en cantata como hizo con «Alexander Nevski». Esta tarea correrá a cargo del soviético Abram Stassevich en 1962, nueve años después de la muerte del compositor. En este versión se basa la interpretación de Valery Gergiev con la Rotterdam Philharmonic Orchestra y el Coro de la Ópera del Kirov que a continuación os ofrecemos con planos inolvidables de la que es para mí, sin duda, una de las grandes películas de la historia.
Muy buena la música, Joaquín. Tengo también el ordenador conectado al amplificador (recomiendo) Me gustó mucho la peli cuando la vi, hace ya bastante tiempo (Iván el Terrible). Pienso que tal vez sea esta la que más me llamó la atención de este director, aunque también es cierto que las anteriores eran mudas, aunque no menos excelentes. Si he de ser sincero, no me viene ahora a la memoria el nombre del prota, pero lo recuerdo bastante bien en la película. Me fijé en la interpretación teatral que hacía pero que, a pesar de forzar un poco la gesticulación, como se hace en el mundo de la escena, no me resultó chirriante, posiblemente por el contexto de todo el film.
ResponderEliminarAprovecho para comentar que siempre he sido un forofo de Prokofiev, aunque más por su piano, lo que no quiere decir que sus composiciones corales también sean estupendas (la de Alexander Nevsky espectacular). Tengo debilidad por este instrumento, el piano, en todas las épocas, y el siglo XX es una de ellas, por lo que a este compositor, junto a otro compatriota suyo, Shostakóvich, con sus conciertos también pianísticos, los he tenido siempre muy presentes. Entiendo que estamos en el mundo del cine y no es el sitio para hablar de música (tranquilo que no derrapo), sin embargo, sí quiero aprovechar la ocasión para reivindicar a esa gran olvidada por nuestro país que es la música clásica del siglo XX. Y os animo a que, entre película y película, en los descansos, os metáis a fondo con la sonoridad mágica y cristalina que sale del piano.
Volviendo a lo anterior, decir que fue una lástima que estos artistas tuviesen que convivir con tío Stalin (como le llamaban los yankis, que tampoco han sido mejores), y con toda la incomprensión de una clase política, la de la URSS de aquellos tiempos, con ideas fijas y poco flexibles para entender ese nuevo arte, en todas sus dimensiones, al que catalogaron de “burgués”, etiqueta simplona con la que trataban de ocultar su propia ignorancia. Recomiendo peli: Dr Zhivago (David Lean), viviréis con Omar Sharif lo que estas pobres víctimas de la incomprensión tuvieron que padecer. Todos mis respetos hacia los nostálgicos de aquella URSS que aún quedan en nuestro país y a la que nunca conocieron, y no me refiero a los del 15 M, ni tampoco a un partido político concreto, solo a “los nostálgicos de aquella URSS”. Aquellos camaradas del Politburó y nuestros nostálgicos solo acertaron en una cosa: que el capitalismo fracasaría.
(Nota: me considero socialdemócrata. Y no conozco a nadie del taller, por lo que nadie debe sentirse aludido a título personal)
Joaquín, me vuelvo a Madrid. Tardaré en reaparecer por aquí, esta vez de verdad.
Un saludo. Galo.