Título original: Vertigo. Dirección: Alfred Hitchcock. País: USA. Año: 1958. Duración: 120
min. Género: Suspense.
Guión: Alec Coppel, Samuel
Taylor, Maxwell Anderson (basado en una novela de Pierre Boileau, Thomas
Narcejac). Fotografía: Robert Burks. Música: Bernard Herrmann. Montaje: George Tomasini. Vestuario: Edith Head. Sonido: George Dutton. Producción: Alfred J.
Hitchcock Productions, Paramount Pictures.
2
nominaciones al Oscar 1958 (Mejor dirección artística, Mejor sonido). Mejor
director y Mejor actor (James Stewart) en el Festival de Cine de San Sebastián
1958.
Fecha del estreno: 29 Junio 1959 (España).
Reparto: James
Stewart, Kim Novak, Henry Jones, Barbara Bel Geddes, Tom Helmore, Raymond
Bailey, Ellen Corby, Lee Patrick, Konstantin Shayne.
Sinopsis:
Scottie Fergusson (James
Stewart) es un detective de la policía de San Francisco que padece de vértigo.
Cuando un compañero cae al vacío desde una cornisa mientras persiguen a un
delincuente, Scottie decide retirarse. Gavin Elster (Tom Helmore), un viejo
amigo del colegio, lo contrata para un caso aparentemente muy simple: que
vigile a su esposa Madeleine (Kim Novak), una bella mujer que está obsesionada
con su pasado.
Comentarios:
Desde mis incipientes comienzos de aficionado al cine tengo predilección por Alfred Hitchcock. Quizás ello tenga que ver con su aparición en programas de televisión que me encantaban, en los que hablaba de la magia del cine, del misterio y del suspense. Es probable que contribuya también la selección de grandes actores en sus películas, como James Steward, Cary Grant, Anthony Perkins, Rod Taylor, en compañía de grandes actrices, a la vez bellas y rubias, como Ingrid Bergman, Grace Kelly, Janet Leigh, Tippi Hedren y Kim Novack.
Vértigo es una de esas películas que no deja de sorprender y de llamar la atención, no importa cuántas veces se la vea. Pienso que ello tiene que ver con el impresionante trabajo que hace Alfred Hitchcock con relación a la puesta en escena y al montaje. Cada cuadro está cuidadosamente estudiado y diseñado, pleno en detalles capaces de atraer la atención del espectador, que no puede menos que encantarse mentalmente. El espectador sabe que varios de los objetos van a ser fundamentales en la historia, no solamente porque el director se encarga de resaltarlos por medio de sus formas y colores, y por los enfoques de la cámara, sino también porque provoca lo intuitivo, entregando claves y preguntas sutiles que se desprenden de la historia. En esa forma el espectador se convierte en un detective más, lleno de preguntas y de respuestas. Y ello ocurre en el ambiente de la bella ciudad de San Francisco y sus alrededores, y esta ciudad normalmente no defrauda a los amantes del cine.
Vértigo es la historia de John ‘Scottie’ Ferguson, un hombre ya maduro, bien parecido, inteligente, de humor fino, que oscila entre varios mundos. El personaje, protagonizado por James Stewart, se nos antoja que es un hábil investigador policial, un observador fino y paciente, capaz de descifrar cualquier historia de suspenso a la cual deba enfrentarse. Pero, a la vez, es un ser extraño, tímido en su acercamiento a las mujeres, por las cuales siente una fuerte atracción mezclada con temores prácticamente insuperables. Vive una extraña historia de amor, obsesionado por Madeleine, una misteriosa mujer que lo atrapa con sus misterios insondables y que lo deja abandonado y literalmente enloquecido.
Sin embargo, se trata más
bien de una aproximación bastante provocativa a la visión que Hitchcock tiene
sobre la mujer y sobre las complejas relaciones hombre-mujer. Aparecen varios
mundos paralelos femeninos delineados en el filme. Uno de ellos es el de la
mujer maternal, a punto de quedarse soltera, tierna, dispuesta a tratar al
hombre como a un niño en crecimiento, por el cual se está dispuesto a hacer
muchas cosas, sin esperar nada a cambio. Este rol lo desempeña bastante bien
otra rubia, Barbara Bel Geddes, como Midge Wood, amiga fiel de Scottie. Ella es
inteligente, de buena conversación y presencia atractiva, pero nada exuberante.
Está enamorada de él, pero sin que éste apenas se percate, lo cual no impide
que le mime, le cuide, le escuche y le soporte en los momentos depresivos y
extraños que acostumbra a vivir este protagonista, acosado por sus complejos
personales. Midge es la mujer que le acoge y le entiende, que no le deja caer
en los momentos de vértigo, como ocurre literalmente en una escena muy
significativa cuando recibe en sus manos a este hombre corpulento y bien
puesto, presa de súbitos desmayos, ocasión que aprovecha Midge para ofrecer un
momento de tierna cercanía corporal a su indiferente amor platónico. Se plantea
acá un estilo de desamor, el del hombre que no reconoce y no avanza y el de la
mujer que no se atreve y se resigna a la soledad.
Kim Novak es la rubia
espectacular, brillante en sus dos papeles, el de Madeleine y el Judy, que nos
introduce a su vez a varios mundos femeninos, en apariencia productos de la
ficción y de la actuación, pero bastante reales para el protagonista y
probablemente para las interioridades mismas de Hitchcock. Madeleine es, en
ciertos momentos, una esposa obsesionada por fantasmas, que se identifica con
una misteriosa dama del pasado, como si de una reencarnación se tratara. Una
mujer de impulsos suicidas, que viste con una elegancia absoluta, de piel
suave, de miradas a la vez maliciosas y suplicantes, inalcanzable,
indescifrable. Este es el mundo de la mujer imposible, fatal, que atrae
enamoramientos absolutos y absurdos, que terminan en la locura. Así ocurre en
la película, cayendo Scottie en un vértigo de emociones que le hacen sentir una
mezcla de impotencia y de deseo. Es el
desamor de la locura, de lo imposible.
Madeleine, no obstante,
es también la amante cercana, una especie de virgen del deseo hecha realidad, a
la que Scottie, a espaldas de su esposo y de su amiga Midge, puede tener en su
hogar, para él solo, así sea furtivamente, a quien puede desnudar y vestir,
porque ella ha pasado por momentos difíciles y juega el papel de mujer débil,
que acepta ser acogida, mimada y admirada. Con este tipo de mujer, Scottie
experimenta vértigos de pasión y de ternura, siente una felicidad amorosa, pero
que sabe duradera solamente en cuanto Madeleine deje sus obsesiones y sus
fantasías. Entonces ocurre lo inevitable, cuando los dos amantes despiertan de
sus sueños y se deben enfrentar a sus propias realidades y miedos. Es el
desamor causado por la realidad, por lo inevitable, es la máxima frustración y
puede conducir a una cierta locura, incluso la depresión y hasta la muerte,
cuando todo finalmente se destruye.
Aparece sorpresivamente
Judy, mujer poco profunda y sencilla, dependienta de tienda, con suficiente ingenio
para sobrevivir en la gran ciudad, pero siempre mezclado con algo de temor.
Novak es entonces una rubia venida del campo, en busca de mejor vida, quizás
curiosa y ansiosa de aventuras con algún galán, sin mayores escrúpulos, muy
hermosa, una mezcla de inocencia y malicia. Es la mujer que se deja conquistar,
aceptando pequeños y grandes detalles, que van conformando una red de amor en
la cual cae el conquistador… hasta que surge la verdad escondida que apaga el
amor naciente y lo transforma en una mezcla de desprecio y decepción, y el
conquistador, abandonada la esperanza, se aleja indiferente, sordo a las
posibilidades que aparecen cuando el amor es sinónimo de confianza ilusionada.
Es curioso que un maestro
del cine de misterio aproveche una historia detectivesca para mostrar sus
búsquedas, sus impotencias, sus frustraciones y sus delirios ante el alma
femenina. Al hacerlo, se ha revelado también como un maestro explorador de los
insondables misterios femeninos. (Enrique Posada)
Recomendada.
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