La actriz Pilar Bardem murió el 17 de julio de 2021 a los 82 años en Madrid, según confirmó la familia en un comunicado. “Queremos compartir la noticia de que nuestra madre, nuestro ejemplo, ha fallecido. Se ha ido en paz, sin sufrir y rodeada del amor de los suyos”, han escrito sus hijos Carlos, Mónica y Javier en la nota. La intérprete estaba ingresada en la clínica Ruber, en Madrid, debido a una infección renal. “Sabemos del cariño y admiración que por ella sentían muchísimas personas, dentro y fuera de España, por la actriz y la persona luchadora y siempre solidaria que fue. Agradecemos de todo corazón ese amor hacia nuestra madre”. La familia desea que su despedida sea en la más estricta intimidad.
En más de 50 años de carrera profesional, la actriz, nacida en Sevilla en 1939, participó en más de 80 películas, 43 obras de teatro (gateaba antes de aprender a andar por el teatro Infanta Isabel de Madrid, donde su padre, Rafael Bardem, era primer actor) y 31 series televisivas. En 1995 obtuvo el premio Goya a la mejor actriz de reparto por su trabajo en Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, de Agustín Díaz Yanes.
Pilar Bardem y Agustín Díaz Yanes
Aunque siempre se destaca su parentesco con su hermano el cineasta Juan Antonio Bardem y su sobrino, el guionista Miguel Bardem Aguado, y, sobre todo, por ser madre de Carlos, Mónica y el internacionalmente conocido Javier Bardem, así como suegra de la actriz Penélope Cruz, a la que cariñosamente siempre llamaba “la niña”, no hay que olvidar que la Bardem, (como siempre se la ha llamado en el mundo del espectáculo), era miembro de una larga e ilustre saga de artistas por parte de padre, Rafael Bardem, y de madre, la gran actriz Matilde Muñoz Sampedro.
A pesar de ser fumadora compulsiva durante años y de estar diagnosticada de cáncer de pulmón, Bardem ha estado al pie del cañón, de una forma u otra, hasta el final. Empezó en el cine a mediados de los años sesenta y trabajó con directores como Fernando Fernán Gómez en El mundo sigue. A partir de los años ochenta, tras su paso por la televisión en Estudio 1, hizo series como Los gozos y las sombras y Lorca, muerte de un poeta. Será en los noventa, tras tres décadas sin descanso, cuando su carrera vivirá un nuevo ascenso después de ganar el goya por su papel en la película de Díaz Yanes. Participó en Airbag, de Juanma Bajo Ulloa, Las edades de Lulú, de Bigas Luna, Carne Trémula, de Pedro Almodóvar. En televisión, participó en Hermanas y Abierto 24 horas, entre otros proyectos.
Es una de las pocas profesionales de la escena, y puede que la única, que durante más de seis décadas ha luchado de manera infatigable y nada silenciosa por los derechos sindicales de sus compañeros de oficio, hasta el punto de que se la recuerda como una de las mayores impulsoras a la hora de conseguir que se dejaran de hacer dos funciones diarias. Esa labor se vio incrementada cuando fue elegida presidenta de AISGE (Artistas, intérpretes, Sociedad de Gestión) cargo que ocupó desde 2002 hasta 2018, aunque seguía involucrada en dicha organización desde la que se impulsaron numerosos proyectos con los que mejorar la situación de estos profesionales.
Divertida, irónica y si hacía falta mordaz y deslenguada, no dudó en abanderar el movimiento de No a la guerra, en la época en la que el Gobierno de José María Aznar involucró a España en el conflicto bélico de Irak, así como otras causas en las que creía firmemente, como era su lucha contra la violencia machista, de la que ella misma fue víctima en su matrimonio, del que no le gustaba ni hablar ni recordar; fue una etapa que siempre quería borrar a pesar de que fuera la que le proporcionó lo que más le interesaba en su vida: sus hijos. En 2017, fue galardonada con el Premio Cine, Ayuda y Solidaridad, que otorgaba por primera vez la Academia de Cine con el objetivo de impulsar y reconocer anualmente las acciones solidarias y los valores humanitarios de los cineastas.
El pasado noviembre escribió una carta para la AISGE (ahora era la cara visible de su fundación), en la que se dirigía a sus compañeros del gremio. “Alguna vez he comentado que me siento actriz casi desde el mismo día en que vine al mundo, hace algún que otro año ya. O, si queremos quitarle un poco de énfasis al asunto, desde que tengo uso de razón. Adoro esta profesión con todas mis fuerzas, me enorgullezco de haber dejado mi impronta en ella siempre que las circunstancias lo han permitido”, comenzaba. “Solo puedo confesaros, para quien quiera leerlo, que mis hijos, mi oficio y el compromiso con la sociedad y las causas que considero justas han sido y son mi vida”, continuaba en referencia a sus tres hijos, en una carta que ya avanzaba una despedida.
A pesar de su precario estado de salud, Bardem, mantuvo hasta poco antes de morir una intensa actividad social a través de su WhatsApp, con numerosos amigos, ya fuera de manera individual, o como miembro de varios grupos en los que seguía no solo la actualidad, sino que siempre colaboraba y solicitaba ayuda para ponerse al lado de causas justas, al tiempo que sabía compartir afectos y ternuras con su gente más cercana.
“Las crisis, los malos gobernantes, incluso los microorganismos más diabólicos pueden doblegarse, antes o después. El arte, en cambio, no. El arte es indestructible porque forma parte consustancial de nuestra naturaleza como seres vivos”, dijo durante la ceremonia en la que se celebró el 30º aniversario de la AISGE, en plena pandemia, en noviembre de 2020. (Rosana Torres)
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