¿Hay
algún género cinematográfico más americano -aparte del western- que el musical?
El nacimiento de éste género se remonta al año 1927 y la aparición del sonido,
con la película “The jazz singer”. Nacido en los años de la Gran Depresión
económica, compartió junto con el cine de gánster, los gustos de los americanos de la época.
Están
hechos de sueños, son vitalistas, y nos recrean un mundo de fantasías
imposibles de realizar en otro medio que no fuera el cine, permitiendo la evasión
y no la reflexión, un punto importante para su éxito en aquella dura época. Tenían
como principal tema el romanticismo, el clásico chico conoce a chica, tan
típico de las comedias románticas, aderezado con números de baile que, la
mayoría de las veces nada tenían que ver con la trama.
En
aquellos años, triunfaba el jazz y el Big Band, Broadway estaba en su apogeo y
era normal que un espectáculo musical que triunfaba allí fuera llevado al cine,
poco a poco el cine fue comiendo terreno al teatro, y tanto bailarines, coreógrafos
y guionistas se pasaron rápidamente a él. Otro motivo de su éxito eran las
costumbres de la época, la gente solía ir a bailar después del cine, allí volvían
a escuchar y a bailar esas canciones que habían visto, poniéndolas de moda.
Esta década de los treinta, está considerada como la época de esplendor del
género, Fred Astaire -con la elegancia que transmitía en su baile- y Ginger
Rogers, protagonizaron muchos de los éxitos y gozaron de una enorme
popularidad. Películas maravillosas como “Sombrero de copa”, “La alegre
divorciada”, “Sigamos la flota” (1934, 1935 y 1936, Mark Sandrich),
“Vampiresas” (1933, Mervyn LeRoy) y un largo etcétera, contribuyeron a darle
esplendor al género.
En la
década de los cuarenta y debido al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el
musical decayó un poco, aunque de aquellos años tenemos los éxitos de Judy
Garland con “El mago de Oz” de Victor Fleming y algunas de las que protagonizó
dirigida por su marido, Vincent Minnelli. Terminada la guerra el musical vuelve
un resurgir con el éxito de “Levando anclas” (1945, George Sidney),
protagonizada por Gene Kelly y Frank Sinatra. Entrando ya en la década de los
cincuenta les siguen otras como “Un americano en París” (1953, Vincent
Minnelli), “Cantando bajo la lluvia” (1952, Stanley Donen) “Los caballeros las
prefieren rubias” (1953, Howard Hawks), “Melodias de Broway” (1955, Vincent
Minnelli), “Siete novias para siete Hermanos” (1954, Stanley Donen) “Ellos y
Ellas” (1955, J. L. Mankiewicz) o “Gigi”
(1958, Vincent Minnelli).
Todas
estas películas se dieron gracias a la unión y al talento de grandes
personajes, como el productor Arthur Freed, que con uno de los grandes estudios
-Metro Goldwyn Mayer- produjo gran parte de ellas, tanto es así que a los musicales
se los denominaba, “los musicales de la Metro”. Otro gran binomio de la época
de los cincuenta fue el formado por el bailarín y coreógrafo Gene Kelly y su
amigo el guionista y director Stanley Donen, juntos hicieron el que quizás sea
el musical más famoso de todos los tiempos “Cantando bajo la lluvia”.
En
ésta década también entran en escena el cambio de tema en algunos musicales,
dejan de ser tan edulcorados y dan paso al drama, como en “Ha nacido una
estrella” (George Cukor), salen a filmar a la calle como “Un día en Nueva York”
(Stanley Donen), y gracias a Vincent
Minnelli los decorados se hacen menos aparatosos, debido a la sofisticación de
sus puestas en escena y los números musicales se integran muy bien en la trama.
Al
final de los años cincuenta, entra en escena, el que sería el protagonista del boom de la siguiente década:
Elvis Presley y el rock and roll, con películas como “Love me Tender”, “King
Creole” o “Loving you”. En ésta década de los sesenta, el musical comienza su
decadencia, la sociedad está cambiando, los temas sociales son ahora
protagonistas de esa actividad, la música ha cambiado con la entrada del rock
and roll, la juventud se vuelve más reivindicativa, y todo esto se refleja en
el cine, los grandes estudios pierden el interés por los musicales.
A
pesar de no haber una gran producción, de ésta década son títulos como “West
side story” (1961, Robert Wise y Jerome Robbins), en su argumento ya vemos
reflejado el cambio de rumbo que antes apuntábamos; “Mary Poppins” (1964, Robert
Stevenson), precursora de lo que más
tarde, en los años noventa, Walt Disney utilizó para sus grandes éxitos: música
y fantasía dirigidas a un público infantil.
En los
setenta se habla de un nuevo resurgir del musical, parte de ello se debe al
director Bob Fosse y a su exitosa película “Cabaret” (1972), se le denomina ya
padre del musical moderno.
También de ésta década son “New York New York” (1977,
Scorsese), “Fiebre del sábado noche” (1977, John Badhan), “Grease” (1978, Randal
Kleiser) y “Jesucristo Superstar” (1973, Norman Yewison).
En los
ochenta, después del éxito de “Grease”, algunos de los musicales van dirigidos
a un público adolescente, como “Fama” (1980, Alan Parker), “Flashdance” (1983, Adrian
Lyne) y la que más éxito cosechó “Dirty Dancing” (1987, Emile Ardolino). En los
noventa Walt Disney y sus musicales
infantiles de dibujos animados protagonizan los éxitos de la década, con
títulos como “Blancanieves y los siete enanitos”, “La bella y la Bestia”
“Pocahontas”, “La Sirenita”, etc.
Desde
la entrada de éste nuevo siglo, son pocos los musicales que se pueden destacar,
entre ellos está “Moulin Rouge” (2001, Baz Luhrmann), inspirado en La Traviata
de Verdi, “Chicago” y “Nine” (2003 y 2009, Bob Marshall), éstos dos últimos nos
recuerdan mucho a la estética de
“Cabaret”. En 2012, dirigido por Tom Hooper, destaca “Los Miserables”,
que siguiendo la tradición de los primeros musicales, fue llevado al cine
después de obtener un gran éxito como obra teatral; y el último estrenado recientemente
“La La Land” (2016, Daniel Chazelle), homenaje a los musicales clásicos de la
gran época dorada del género, y a los grandes directores como Minnelli, Fosse o
Donen.
La
decadencia del musical de Hollywood, se hace patente en la poca producción de
los últimos años; en mi opinión, la entrada de la música pop en los años
cincuenta juega una importante baza, los bailes y las canciones, los temas románticos
de los grandes éxitos de la época dorada, no tienen cabida en éstos tiempos,
los éxitos musicales vienen dados por otros medios ajenos al cine, ha cambiado
el escenario de los éxitos de antaño. Hoy no se concibe promover un éxito
musical si no va acompañado de su réplica visual e inmediatamente colgado en la
red, eso implica una mayor rapidez en su difusión y una llegada masiva al
público, esta industria musical de hoy en día es totalmente independiente de la
del cine, no como antaño, que una iba unida a la otra.
En
consecuencia, los éxitos musicales actuales no le deben nada al cine. La prueba
más reciente la tenemos en los últimos musicales que han tenido éxito, la banda
sonora de “Moulin Rouge” por poner un ejemplo sólo tiene un tema original, los
demás son canciones que ya eran famosas antes de la película.
Esperemos
que, aunque sean remakes de otros anteriores, éxitos teatrales, u homenajes a
lo que se hizo en los años cincuenta, se sigan haciendo filmes musicales, para
mayor disfrute de los que nos gusta el género.
Meli
de la Fuente
Me gusta el artículo Meli, un bonito recuerdo de los musicales que tantos buenos y agradables momentos nos han hecho pasar. La prueba está en el éxito del último,La La Land, que está arrasando. Ha conseguido varios premios Bafta. De aquí a los Oscars un paso.
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