sábado, 20 de abril de 2013

Tipos legales, de Fisher Stevens


Título original: Stand up guys. Dirección: Fisher Stevens. País: USA. Año: 2012. Duración: 95 min. Género: Comedia, thriller. Guion: Noah Haidle. Producción: Sidney Kimmel, Gary Lucchessi, Tom Rosenberg y Jim Tauber. Música: Lyle Workman. Fotografía: Michael Grady. Montaje: Mark Livolsi. Diseño de producción: Maher Ahmad. Vestuario: Lindsay McKay. Estreno en USA: 1 Febrero 2013. Estreno en España: 12 Abril 2013.
Intérpretes: Al Pacino (Val), Christopher Walken (Doc), Alan Arkin (Hirsch),  Julianna Margulies (Nina), Mark Margolis (Claphands), Lucy Punch (Wendy), Addison Timlin (Alex), Vanessa Ferlito (Sylvia).

Sinopsis:
Val (Al Pacino) sale de la cárcel tras cumplir 28 años de condena. Doc (Christopher Walken), su mejor amigo, le espera a la salida para ir a ver a Hirsch (Alan Arkin), otro viejo colega. A pesar de la edad, los tres gángsteres deciden reanudar esa misma noche su vida de crímenes, drogas y sexo. Sin embargo, Doc tiene que hacer antes un trabajo urgente que le ha encargado el jefe de la banda: debe matar a Val para saldar una cuenta pendiente. El dilema es peliagudo, y dispone de poco tiempo para resolverlo.

Al Pacino

Habló en su favor: Antonio Dopazo.
Contaba de antemano con ingredientes notables que invitaban a una película, por lo menos, alejada de la rutina y de la mediocridad y en efecto, aunque no se ha sacado todo el gran partido necesario, los resultados son satisfactorios.
De este modo el director Fisher Stevens, conocido entre nosotros solo por 'Beso en Manhattan', rentabiliza la coincidencia en el reparto de tres nombres excelentes, todos ellos galardonados con el Oscar, Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin, que hacen una labor impagable. Es cierto que todos ellos exprimen a tope las posibilidades de sus personajes, pero el asunto sería mucho más complicado si no mediara un guión desigual pero con toques inteligentes e infestado de salpicaduras de delicioso humor negro. La cita con tan ilustres veteranos se convierte a la postre en una excusa para el deleite y, además, permite asistir a un entrañable apología de la amistad que constituye el elemento determinante de la historia.
Pacino es, por supuesto, el más inspirado y brillante y de sus mordaces diálogos y consideraciones fluyen jugosas teorías. Es un gángster, Val, que acaba de salir de la cárcel tras cumplir 28 años tras las rejas, está en lógica decadencia física, pero su vitalidad y su optimismo lo irradian todo. Se ha reunido con su mejor amigo, Doc, que le ha estado esperando todo este tiempo y que le ofrece cobijo y compañía.
Da la impresión que al reunirse ambos han encontrado de nuevo el sentido a la vida, pero lo que Val ignora es que Doc ha sido contratado por un mafioso para que mate a su amigo y lleve a cabo una venganza, la de haber acabado con su hijo, que ha esperado tanto tiempo. Lo insólito es que ni siquiera cuando Val intuye lo que pasa, cuando sabe que en pocas horas su compañero de fatigas le va a matar, su conducta apenas cambia. Es más, los dos deciden ir a por el tercero en discordia, Hirsch, que está recluido en una residencia. Y todos juntos de nuevo vivirán unas horas intensas y explosivas en la que recuperarán el sabor y la esencia de los viejos tiempos, dando sentido otra vez a sus respectivas existencias. Con momentos tan deliciosos como las sucesivas visitas al prostíbulo y soluciones humanas como la que vincula a Doc con la atractiva camarera.

Christopher Walken

Habló en su contra: Sergi Sánchez.
¿Un «Space Cowboys» fortalecido por una sobredosis de Viagra? ¿Un mal episodio de «Los Soprano» para gerontófilos aficionados? Es difícil entender la existencia de esta película si no atendemos a la desesperación de los departamentos de marketing. Esto es, ¿a qué público va dirigida? A todos aquellos que aún creen que Al Pacino es un buen actor, que no son precisamente los que abusan de las descargas ilegales. Pacino, que representa el peso de la edad sobre sus espaldas como si fuera el jorobado de Notre Dame, y, en menor medida, Walken, invocan aquello de «como en los viejos tiempos» fingiendo que sus personajes tienen la suficiente entidad dramática como para sentir nostalgia.
Con el añadido de última hora del siempre digno Alan Arkin, ambos encarnan el estereotipo del gangster crepuscular recurriendo a clichés acumulados durante décadas de experiencia. En este epitafio que dura 24 horas, el mafioso de Pacino visita un burdel, acude a urgencias por priapismo, esnifa pastillas para la hipertensión y las cataratas e intenta ligarse a una chica que está a punto de caer en la trampa de su sobreactuación. Walken funciona como convidado de piedra a una fiesta funeraria que sólo demuestra lo mal que envejecen algunos mitos.

Trailer de la película: 


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