martes, 23 de octubre de 2012

Un viaje al pasado oscuro de Noruega




Muchas veces sucede, que las cintas que nos vienen desde países que no son los “típicos”, pasan desapercibidas entre la mayoría del público. La isla de los olvidados es un filme noruego del director Marius Holst que no le debe ocurrir esto.

La cinta hace un viaje 100 años atrás, hacia uno de los capítulos más desconocidos y oscuros del pasado de Noruega. La historia, basada en hechos reales, nos sitúa en Bastoy, una isla que funciona como correccionario para jóvenes de mala conducta. En medio del frío fiordo, los chicos (niños y adolescentes) son sometidos a un régimen más propio del de una cárcel que el de una institución que debería guiarlos por el “buen camino”. Maltrato, racionamiento de comida y duros castigos conforman el día a día de los allí presentes.

Cuando Erling (C-19 como apodan a los internos) llega a Bastoy, solo tiene una idea en la cabeza: escapar y recobrar su libertad. Junto a él, el desfallido y débil Ivan -C5, tendrá que luchar por adaptarse, sumiso, a sus nuevas circunstancias.  En el barracón C, dónde serán ubicados, conocerán al disciplinado Olav – C1,  responsable de sus compañeros dada su antigüedad en el correccionario. Este último, a diferencia del temperamental Erling, se esforzará en hacer las cosas como mandan sus prefectos, esperando que pronto su esfuerzo y disciplina sean recompensados con su salida del centro.


Benjamin Helstad


La isla de los olvidados en una cinta que destaca por su verosimilitud. Los personajes de la película cambian y evolucionan dentro de un guión bien elaborado. El trabajo de los actores es excelente y consiguen transmitir la realidad al 100%. Se destaca Stellan Skarsgard (está magnifico en su papel de estricto director) y como no, al joven Benjamin Helstad. ¡Ojalá este filme le sirva como carta de presentación! Lo hace realmente bien y sería de agradecer que contaran con actores como él para futuros filmes. El la película, que tiene un reparto 90% masculino, también podemos disfrutar de las interpretaciones de Kristoffer Joner y a Trond Nilssen.

El argumento nos puede hacer recordar a otras películas de género penitenciario, y aunque en momentos es fácil llegar a prever lo que va a pasar, no importa. Con una fotografía muy buena, que transmite a la perfección la sensación de que todo esta siempre helado y frío, se tratan temas como la colaboración, la amistad y el sentimiento común de impartir justicia. Se ponen sobre la mesa situaciones escabrosas como los abusos o el maltrato físico, pero siempre desde la elegancia, sin mostrar implícitamente, porque no es necesario. Lo realmente difícil y que esta película resuelve muy bien, es tratar estos asuntos con genialidades de guión, planos, miradas y obligando al espectador a “sobrentender”. Y es así cuando el público se da cuenta de la dureza, cuando sin ver, intuye y descubre las más macabras realidades.
 
 

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