miércoles, 3 de octubre de 2012

Salvajes (Oliver Stone, 2012)


 

Título original: Savages. Dirección: Oliver Stone. País: USA. Año: 2012. Duración: 131 min. Género: Acción, Thriller, Drama.  

Guión: Shane Salerno, Don Winslow, Oliver Stone (basado en la novela de Don Winslow). Música: Adam Peters. Fotografía: Dan Mindel. Montaje: Joe Hutshing, Stuart Levy, Alex Marquez. Diseño de producción: Tomas Voth. Vestuario: Cindy Evans. Producción: Eric Kopeloff, Moritz Borman.

Fecha del estreno: 28 Septiembre 2012 (España)

 

Reparto: Taylor Kitsch (Chon), Benicio del Toro (Lado), Blake Lively (O.), Aaron Johnson (Ben), Salma Hayek (Elena ‘La Reina’), John Travolta (Dennis Cane), Emile Hirsch (Spin), Demián Bichir (Alex).

 

Sinopsis:

Dos amigos de Laguna Beach, que comparten novia, se dedican al tráfico de drogas. Un cartel mexicano secuestra a la chica y les exige como rescate todo el dinero que han ganado durante los últimos cinco años. Aunque los jóvenes se muestran dispuestos a pagar, al mismo tiempo, idean un plan para rescatar a la chica y vengarse de sus secuestradores.

 

Comentarios:

La novela Salvajes parecía reclamar a gritos una adaptación al cine. En ella, Don Winslow presentaba a Ben y Chon, personajes que en buena medida encarnan una brillante metáfora de la empresa estadounidense: Chon, veterano de guerra, es el brazo armado del negocio que invertirá algunos de los beneficios de su producto —la marihuana— en acciones humanitarias dirigidas por Ben, que es el Bill Gates del asunto, el responsable de darle un rostro humano a un dinero amasado en el bajo vientre de la sociedad de consumo.

Al leer Salvajes es inevitable pensar en un matrimonio entre la novela de Winslow y la vertiente más excesiva y lúdica de la filmografía de Oliver Stone. Rodada con colores de insolación, Salvajes no es solo una adaptación capaz de entender las claves y subtextos de la novela, sino que, además, la película se atreve a jugar con su referente, y ampliar su campo de batalla, con la complicidad del autor.

A primera vista parece un anacronismo: no es tan excesiva ni desaforada como Asesinos natos (1994) —la apropiación estoniana de lo tarantiniano que repudió Tarantino—, ni conquista la extravagancia pulp de la sensacional —y en su día menospreciada— U-Turn, giro al infierno (1997). Salvajes parece algo fuera de programa, pero Stone ha tenido la habilidad de ocultar bajo la superficie suficientes elementos para garantizar su futura reivindicación como uno de los noirs más pertinentes del momento.

Como Mátalos suavemente, Salvajes ciñe una lectura de la crisis en el subsuelo de la economía criminal. El título es polisémico: el término lo aplican los protagonistas a los cruentos protocolos del cartel mexicano y lo aplica el personaje de Benicio del Toro al hedonismo militante de sus competidores, unidos por un triángulo que parece la versión psicotrópica de Jules y Jim (1962). La mirada de Stone suma equivalencias entre los funcionamientos delictivos a uno y otro lado de la frontera, pero su gran gesto de insolencia llega en un desenlace que transforma el poético equilibrio del final de la novela en un irónico arreglo made in Hollywood. Puede parecer redundante, pero no lo es en absoluto. (Jordi Costa)

Recomendada.




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