martes, 8 de enero de 2019

Silvio (y los otros) (Paolo Sorrentino, 2018)


Título original: Loro: International Cut. Dirección: Paolo Sorrentino. País: Italia. Año: 2018. Duración: 150 min. Género: Drama. 

Guión: Umberto Contarello, Paolo Sorrentino. Fotografía: Luca Bigazzi. Montaje: Cristiano Travaglioli. Música: Lele Marchitelli. Vestuario: Carlo Poggioli. Dirección artística: Cristina Vittoria Marazzi. Casting: Annamaria Sambucco. Producción: Carlotta Calori, Francesca Cima, Nicola Giuliano, Viola Prestieri.

La versión original estrenada en cines en Italia consta de dos películas: 'Loro 1' y 'Loro 2'. Para su distribución en el resto del mundo se ha hecho una sola película de 150 minutos de duración (54 minutos menos que la suma de las dos partes).

Fecha del estreno: 4 Enero 2019 (España)


Reparto: Toni Servillo (Silvio Berlusconi), Elena Sofia Ricci (Veronica Lario), Ricky Memphis (Riccardo Pasta), Fabrizio Bentivoglio (Santino Recchia), Riccardo Scamarcio (Sergio Morra), Kasia Smutniak (Kira), Dario Cantarelli (Paolo Spagnolo), Euridice Axen (Tamara).

Sinopsis:
Silvio Berlusconi se encuentra en el momento más complicado de su carrera política, recién salido del gobierno y con las acusaciones de corrupción y de sus conexiones con la mafia a punto de llegar a los juzgados. Sergio Morra es un atractivo hombre hecho a sí mismo que sueña con dar el salto de sus cuestionables negocios de provincia a escala internacional. El camino más rápido para conseguirlo es acercarse a Silvio, el hombre más poderoso de Italia. Para Sergio solo hay una manera de llamar la atención de Il Cavaliere: las fiestas, las velinas, las extravagancias y el exceso.


Comentarios:

Erik Gandini esgrimió el concepto de la maldad de la banalidad —inversión de la banalidad del mal de Hannah Arendt— para describir el patológico universo que documentó en su brillante “Videocracy” (2009), descenso a los infiernos del Berlusconismo en el que no resultaba tan importante la figura del mandatario como el alto radio de infección moral que se extendía a su alrededor. El material parecía pedir a gritos una mirada satírica, pero Gandini prefería no frivolizar y dejar al espectador con la sangre progresivamente helada. En uno de los momentos más inenarrables de “Videocracy” se mostraba el vídeo de la campaña presidencial de Berlusconi, con la canción “Meno male che Silvio c’è!”, que acabaría alcanzando el top 10 en Spotify tras su resurrección para las elecciones de 2018.
En “Silvio (y los otros)” —montaje internacional de lo que originalmente es un díptico: “Loro” y “Loro 2”—, Paolo Sorrentino recupera el himno y reconstruye, a su particular manera, un vídeo electoral, pero lo que transmiten sus imágenes, bajo el subrayado de que todo es una supuesta sátira feroz, no es lo mismo que transmitía la película de Gandini: palpita una extraña fascinación por ese imaginario hipersexualizado de velinas loando al amado líder. Fascinación que no sólo recorre esta secuencia, sino que se convierte en clave estética dominante de toda la película. La pregunta a formularse es si es posible contar a Berlusconi evitando la vulgaridad estética de un sistema de poder fundamentado en lo que podríamos llamar la proxenetización de la política. En otras palabras, “Silvio (y los otros)” es una película que grita bien alto su intención de burlarse de Berlusconi al tiempo que se rinde una y otra vez a la seducción de su obsceno imaginario.
Toni Servillo galvaniza la pantalla —y, quizá, llega al hueso del personaje— en el largo monólogo en el que Berlusconi recupera su esencia de vendedor al llamar a una solitaria votante posible, pero en el resto de la película rara vez logra trascender la máscara. “Silvio (y los otros)” llega incluso a flirtear con la idea de un Berlusconi contemplado como héroe trágico romántico, con esa alusión al parecido entre sus amantes y su esposa hostil y esquiva que tiene todas las trazas de un blanqueado de esencias cipotudas. Al final, el terremoto de L’Aquila sirve la excusa para un enfático gesto ideológico disfrazado de duelo religioso, que llega tarde y suena falso. (Jordi Costa)
No Recomendada.


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