viernes, 27 de octubre de 2017

Los estrenos en Sevilla de 27-10-2017



5 películas se estrenan el 27 de octubre de 2017 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Una producción española (aunque con actores anglosajones), una película estadounidense, una francesa, una húngara y una japonesa. Esta semana sufrimos un parón en los estrenos en Sevilla y se queda sin editar en nuestra ciudad el documental colombiano “Jericó, el infinito vuelo de los días” (Catalina Mesa, 2016), un caleidoscopio de retratos íntimos de mujeres del pueblo de Jericó, en Antiquia, Colombia. También se queda sin editar en Sevilla la película de animación japonesa “El caso de Hana y Alice” (Shunji Iwai, 2015) y la comedia británica “Un golpe a la inglesa”  (Ronnie Thompson, 2017). De lo estrenado, esto es lo que pensamos.

En cuerpo y alma (Hungría, 2017). Dir. Ildikó Enyedi.
Oso de Oro en el Festival de Berlín 2017.
En el inicio, imágenes hermosas de una pareja de ciervos en un bosque invernal, buscando hierba bajo el manto de nieve, tranquilos aunque expectantes ante cualquier sonido; e imágenes de la mirada inexpresiva de las vacas en un matadero. Parece una alegoría de lo que va a ser la historia, pero las escenas con los ciervos alcanzan un poderoso significado, ya que los dos protagonistas sueñan que son ciervos, y sus sueños marcarán la pauta de la relación mutua y de la historia.
'En cuerpo y alma', muestra una cierta pujanza de los antiguos cines del Este de Europa. No es solo el rumano, tan alabado en la última década; el húngaro también tiene cosas que decir. Como en este filme sobre una relación extremadamente compleja relatada de manera simple pese a esa complejidad. Personajes singularmente desarraigados -el director administrativo del matadero y la nueva encargada del control de calidad de la carne-, con carencias físicas (él tiene un brazo atrofiado) o emocionales (ella no sabe relacionarse ni con los hombres ni con las mujeres). Afectos extraños, desde la óptica tradicional, relatados de forma limpia pese a la amenaza perenne de la tragedia. Recomendada.

El tercer asesinato. (Japón, 2017). Dir. Hirokazu Koreeda.
Sección Oficial del Festival de Venecia 2017.
El cine del japonés Koreeda tiene siempre todos los ingredientes del mejor clasicismo, tradición, sentimiento, emoción, dramaturgia, relaciones (familiares) complejas, reflexión ética…, y además asume riesgo narrativo y perspectiva moderna. Koreeda, aunque también, no es sólo una especie de testaferro de Ozu, y aquí, en «El tercer asesinato», y sin eludir guiños de punto de vista y de imagen (trenes, cables que se cruzan, perspectivas…), ensaya un prodigioso cambio de vías para narrar con absoluta personalidad una intriga criminal, un desarrollo judicial que se convierte, ante el pasmo del espectador, en un filosófico ensayo sobre la justicia y la identidad del juez, la culpabilidad del asesino, la función del abogado y la mano de Dios.
Argumento clásico: ya en la primera escena se muestra el asesinato de un hombre y a su asesino confeso, y hay por lo tanto un criminal, una acusación, un defensor y unas pesquisas para esclarecer los hechos y el mayor grado de verdad sobre las motivaciones y los efectos del crimen. El cine americano ha establecido unas reglas para este tipo de película y de narración, y Koreeda pasa muy por encima de todas ellas: altera el ritmo, dosifica la intriga con más pausa que prisa, provoca ideas, dudas, posturas morales y reacciones totalmente imprevistas dentro del género, y no busca tanto el entretenimiento (consabido) como el trastorno y el desconcierto (ignorado, insólito). Y así llega a un tercio final en el que solicita del espectador toda la sutileza que el derrama (ese hombre que abre las manos, libera al “pajarillo” y encara toda la profundidad del mensaje de Koreeda) para comprender todo el abismo que nos ha contado. No es una película fácil, pero sí maravillosa y llenísima de significado. La relación entre el acusado y su defensor, tan ambigua y tan profunda sobre el comportamiento humano, está trabada no solo por diálogos fascinantes sino también por un uso de la cámara y de la luz magistrales. Pocas veces la lentitud y la confusión (el puzzle de la Verdad) se visten con tan brillante agilidad y claridad. Recomendada.

El secreto de Marrowbone (España, 2017). Dir. Sergio G. Sánchez.  
Sección oficial (fuera de concurso) del Festival de San Sebastián 2017.
El director y guionista del cortometraje “7337” se lanza al largometraje con esta historia terrorífica, tras su etapa de guionista y colaborador de J.A. Bayona.
Es una historia con pegada, con mucho empaque visual y que coquetea con el terror psicológico y con los dramas familiares y psiquiátricos. Se desarrolla en la América rural y los personajes son cuatro hermanos que, junto a su madre, vuelven a la casa familiar en Marrowbone huyendo de un padre violento y que será el coco del cuento… Una serie de golpes de guion, de muertes y «presencias», y de fracturas temporales (se narra entre distorsiones de presente y pasado) animan a seguir el relato dentro de los códigos del «póngase usted en lo peor»… La amenaza no se concreta, pero apesta en cada plano y en cada situación, y el director tiene un buen gusto visual y buen tacto narrativo, al menos hasta que ha de encontrarle soluciones a todas las intrigas planteadas y ahí el género, o mejor, el subgénero, le puede y lo que parecía un estilete se convierte en una peonza. Recomendada (con reservas).
 
Thor: Ragnarok. (USA, 2017). Dir. Taika Waititi.
Universo Marvel.
Las cosas claras, el listón del tono desde el primer minuto, desde el primer diálogo, en una conversación entre el héroe Thor y el demonio de fuego Surtur, que se congratulan de verse con un saludo mutuo que define al contrario:  “Thor, hijo de Odin.  Surtur, hijo... de perra.”
A la tercera han dado en el clavo. “Thor: Ragnarok” es una comedia de superhéroes desinhibida y efervescente, divertida e irónica consigo misma. Tras la ocurrencia de Marvel de colocar a Kenneth Branagh como director de la primera entrega, “Thor” (2011), apelando al (risas) shakesperiano universo de intrigas palaciegas entre padres, madres e hijos de la historieta creada por Stan Lee, Larry Lieber y Jack Kirby, decisión que apenas se notaba en la realización de una película que, paradójicamente, donde más destacaba era en sus secuencias humorísticas en la Tierra, Alan Taylor tomó el mando de la segunda producción de la serie: “Thor: el mundo oscuro” (2013). Sin embargo, con Taylor, que siempre fue más un profesional de la narración que un autor creativo, la película, como suele ser habitual cuando se subraya la presunta oscuridad de un producto de aire popular, se convirtió en una losa de grandilocuencia.
Pero he ahí que Taika Waititi ha entendido por fin el material. Consciente de la refrescante idiotez que tiene entre manos, y en ese sentido los momentos con el sarcástico Jeff Goldblum son una muestra, el director y guionista de aquella desternillante desmitificación vampírica llamada “Lo que hacemos en las sombras” (2014) ha compuesto la película más luminosa y colorista de la saga, sin la agria pomposidad y la impostura dramática de la segunda parte de la serie, de la que incluso parece reírse con ironía autoparódica en la secuencia de la representación teatral.
Con Inmigrant song, de Led Zeppelin, como motor de propulsión sonoro, Waititi aprovecha los ya tradicionales juegos con presencias de superhéroes de la Marvel en películas ajenas, en un retroalimento comercial procedente del cómic y digno de estudio. Y, una vez más, junto a una Cate Blanchett en su salsa, Chris Hemsworth demuestra su poderoso sentido del humor. El hijo de Odín y el hijo de perra por fin han encontrado un padre creador que ha comprendido su fortaleza lúdica. Especialmente indicada para los amantes del Universo Marvel, los restantes pueden perdérsela sin problema. No Recomendada.
 
Nuestra vida en la Borgoña. (Francia, 2017). Dir. Cédric Klapisch.
Tener la oportunidad de heredar una empresa por parte de tu anciano padre a la hora de su jubilación o fallecimiento ―normalmente la muerte, pues incluso después del retiro suelen meter mano como si aún fuesen los jefes― tiene tanto de lotería como de condena. Si queda algo que no sea más que liquidar para saldar deudas, es que el negocio ha ido bien. Y si ha sido así, solo queda mantener el listón o cagarla. En definitiva, ínfimo margen para el triunfo.
No son pocas las situaciones reales de pequeñas y medianas empresas en tal tesitura, y el francés Cédric Klapisch ha sabido acudir a una tipología que dice tanto de su país como de su propio cine, a menudo apegado al conflicto de las proles desde su primer gran éxito: “Como en las mejores familias” (1996). Es “Nuestra vida en la Borgoña”, drama con apuntes de comedia, centrado en una empresa vinícola, que consigue transmitir con notable veracidad los dos aspectos esenciales de su relato: el habitual conflicto entre hermanos ―los que se quedaron y el que se fue, los que arrimaron el hombro y el que quiso ver mundo, cada uno de ellos con estilos, sensibilidades y caracteres opuestos― y la influencia del paisaje y de la tierra en las vidas de sus habitantes, con una celebración del vino, de la vendimia y del acto de procrear desde la uva de extraordinario gusto y respeto por lo que se está contando. 
Klapisch, que después de la magnífica “Como en las mejores familias”, escrita por los excelsos Agnés Jaoui y Jean-Pierre Bacri, se había desfondado un tanto durante más de una década con la trilogía juvenil “Una casa de locos”, “Las muñecas rusas” y “Nueva vida en Nueva York”, ha reencontrado en el argentino afincado en Francia Santiago Amigorena un excelente coescritor, en su segunda colaboración. Amigorena, director de la tan desconocida como insólita Algunos días en septiembre (2007), y que ya había escrito para Klapisch “Ni a favor ni en contra (sino todo lo contrario)”, aporta calidez, nervio y un punto de literatura a los diálogos de “Nuestra vida en la Borgoña”, que únicamente decae en su parte central cuando, agobiada por los excesivos interludios musicales de Klapisch y por una serie de secuencias cortas y agradables pero sin carga de profundidad, parece resbalar en su narrativa. No Recomendada.

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