Título
original: Saint Omer. Dirección: Alice
Diop. País: Francia. Año: 2022. Duración: 122 min. Género:
Drama.
Guión: Alice Diop, Marie NDiaye,
Amrita David. Fotografía: Claire
Mathon. Montaje: Amrita David. Sonido: Dana Farzanehpour,
Josefina Rodríguez, Lucile Demarquet, Emmanuel Croset. Producción: Rym Hachimi, Paul Sergent.
Gran Premio del Jurado y
Mejor Ópera Prima en el Festival de Cine de Venecia 2022. Premio César 2022 a
la Mejor Ópera Prima. Mejor Película y Mejor Guión en el Festival de
Cine Europeo de Sevilla (SEFF 2022).
Fecha del estreno: 3 Marzo 2023 (España).
Reparto:
Kayije Kagame, Guslagie Malanda, Valérie
Dréville, Aurélia Petit, Xavier Maly, Robert Cantarella, Salimata Kamate,
Thomas De Pourquery, Ege Güner, Atillahan Karagedik, Fatih Sahin, Salih
Sigirci, Lionel Top.
Sinopsis:
Tribunal de Saint Omer.
La joven novelista Rama asiste al juicio de Laurence Coly, una joven acusada de
matar a su hija de 15 meses al abandonarla a la subida de la marea en una playa
del norte de Francia. Pero a medida que avanza el juicio, las palabras de la
acusada y los testimonios de los testigos harán tambalear las convicciones de
Rama y pondrán en duda el propio juicio.
Comentarios:
En Nosotros, documental de 2021 de Alice Diop, la directora francesa exploraba en las grietas de la Francia multicultural a través de su propia biografía, concretamente, en la imagen distorsionada de la figura materna, símbolo del desarraigo y de las raíces africanas. Una fuente de dolor y misterio expresada a través de las trazas de los vídeos domésticos por los que se cuelan los anhelos de los hijos de la migración. Dos años después de su último documental, se estrena la primera película de ficción de Diop, la fascinante Saint Omer, que ahonda en esa misma herida a través de una historia real: el juicio contra una madre de origen senegalés que acabó con la vida de su hija de 15 meses abandonándola en una noche de luna llena en una playa de Calais.
La historia real ocurrió en 2016 cuando Fabienne Kabou dejó que su hija se ahogara en la playa de Berck-Sur-Mar. Diop asistió al juicio como oyente y con la transcripción de las sesiones en la mano elaboró un guion firmado junto a la escritora francosenegalesa Marie NDiaye, premio Goncourt en 2009 con Tres mujeres fuertes y coguionista de la película de Claire Denis Una mujer en África, y su colaboradora y montadora habitual, Amrita David.
Aunque Diop lleva años filmando en los márgenes de la banlieue, su primera ficción la ha catapultado directa a la autopista del cine mundial. Saint Omer ganó el León de Plata y el premio al mejor debut en Venecia y hace apenas una semana el César a la mejor ópera prima del año. Pese a ser una película árida, de un rigor formal que por momentos agota, su fuerza arrastra, sobre todo cuando llega el juicio, del que somos testigos a través de la mirada de una profesora y escritora, también de origen senegalés, que está embarazada. Interpretada por Kayije Kagame, el personaje funciona como alter ego de la directora en la pantalla, una autora a lo Janet Malcolm que busca en este proceso su propio mito de Medea.
Pero el objeto de su mirada, y de todas las demás miradas, es la acusada, en la piel de una sensacional Guslagie Malanda. Todas las intervenciones de su personaje, una joven culta cuya lucidez se convierte en un factor sorpresa, son magnéticas. Hierática, con su piel y su ropa fundida con la noble madera de la sala, habla de su educación, de la inmigración, de su madre y de la noche en que dejó morir a su hija con una dignidad que impide juzgarla.
Saint Omer es una exploración de la identidad africana en el exilio que disecciona, como símbolo trágico del desarraigo, el ajuste de cuentas maternofilial. Un sentimiento que reluce en muchos momentos, pero sobre todo en una secuencia reveladora en la que la escritora testigo del juicio se resiste a decirle a su propia madre que está embarazada. Es un gesto de rechazo que planeará sobre toda la película. Como si el personaje se negara a admitir el poder de un cordón umbilical marcado por el conflictivo legado de quienes abandonaron su tierra en busca de algo mejor. Aunque el momento más inolvidable de todo el filme es el leve gesto, cargado de emoción, que la acusada le dedica a la cronista desde el estrado. Son las dos únicas mujeres negras de la sala y automáticamente reluce de forma sobrecogedora el vínculo de sus raíces, de la lejana madre África. Es un instante que demuestra el genuino talento de su directora, cuya voz abre un nuevo camino, íntimo y sin estereotipos, hacia la Francia multicultural. (Elsa Fernández-Santos)
Recomendada.
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