Gran renovación en la
cartelera cinematográfica de Sevilla con el estreno de 10 películas el día 20 de
abril de 2018. Tres producciones son estadounidenses, dos españolas, una
japonesa, una británica, una canadiense, una francesa y una cubana. Variedad de
nacionalidades y de propuestas. A pesar de la avalancha de estrenos, queda sin
editar en nuestra ciudad el drama checo “Nunca estamos solos” (Petr Vaclav, 2016)
y el drama francés que compitió en el Festival de Locarno “9 dedos” (François-Jacques
Ossang, 2017). Como se observa, siempre, siempre, se queda algo en el tintero y
no se estrena en nuestra ciudad. Lamentamos estas ausencias de la cartelera y
pasamos a nuestro repaso semanal de lo estrenado en Sevilla.
Un lugar tranquilo. (USA, 2018). Dir.
John Krasinski.
Thriller psicológico interpretado por Emily Blunt,
John Krasinski, Millicent Simmonds, Noah Jupe y Cade Woodward.
El score está compuesto por Marco Beltrami.
“Ese motor me está volviendo loco”, exclama Abel
Rosenberg en “El huevo de la serpiente” (1977), de Ingmar Bergman, cuando
descubre que el angosto apartamento que comparte con su amante es una sucursal
del infierno: el espacio donde un oscuro científico desarrolla sus
experimentos, utilizando un persistente pero casi inapreciable estilete sónico
para perforar la tenue membrana que separa la cordura de su reverso. Los
enfermizos ambientes del imaginario lynchiano o el juego deconstructivo de la
brillante “Berberian Sound Studio” (2012) podrían proporcionar otros buenos
ejemplos, en el imaginario del terror, en torno al vínculo entre el sonido y un
Mal abstracto. En “Un lugar tranquilo”, John Krasinski propone una estimulante
vuelta de tuerca a la tradición: una pesadilla donde el silencio absoluto es el
único refugio pero, al mismo tiempo, la condena que condiciona las existencias
de unos personajes encerrados en una suerte de purgatorio permanente.
La premisa no puede ser más sencilla: nuestro planeta ha
sido invadido por una especie alienígena tan ciega como infalible a la hora de
detectar auditivamente a sus presas. La única posibilidad de supervivencia en
tan severo entorno pasa por abrazar un silencio absoluto, que, por supuesto,
aquí tiene muy poco de meditativo: un silencio tenso que define un permanente
estado de alerta y determina toda la expresión formal de la película. Un grito
de dolor o el incontrolable llanto de un recién nacido se convierten, en ese
contexto, en una instantánea condena a muerte. Cuando la película presenta a su
reducido grupo de personajes –una familia con la esposa en avanzado estado
gestante-, la potencialidad de la tragedia queda claramente establecida.
Noah Jupe y Millicent Simmonds –la actriz sorda de
nacimiento que, en un solo año, ha logrado dos papeles a medida: éste y el de “El
museo de las maravillas”- completan el reparto de cámara de un proyecto que
Krasinski y Blunt parecen asumir como aparatoso –y escalofriante- sucedáneo de
película familiar. Las únicas palabras que se pronuncian son a resguardo de una
cascada en esta joya sostenida sobre dos transparentes pilares: la puesta en
escena y el diseño de sonido. Recomendada.
Isla de perros. (USA, 2017). Dir. Wes
Anderson.
Premio al Mejor Director en el Festival de Berlín 2018.
Película de animación cuyo guión es firmado por el propio
Anderson, basado en una historia creada por él mismo y por Roman Coppola,
Kunichi Nomura y Jason Schwartzman.
Cada plano de “Isla de perros” está diseñado con el gusto
por el detalle, el cuidado en la composición y la exigencia en el equilibrio de
una bandeja de bento. Cada corte de
su montaje está ejecutado con precisión de un itamae-san preparando una impecable ración de sushi. Y al propio Wes Anderson no deben de escapársele esas
metáforas, porque, en un momento de su película, las hace explícitas en una
secuencia donde la preparación de un suculento plato se convierte en síntesis
de las virtudes plásticas y dinámicas de una película que logra canalizar su
acusado sentido del artificio en una caligrafía visual que apuesta por la
síntesis y la esencialidad y nunca sucumbe a la tentación del desbordamiento
barroco. Cuando estrenó “Fantástico Mr. Fox” (2009), varias fueron las voces
que coincidieron en señalar que la animación se revelaba un lenguaje natural
para un fetichista de la estilización como él. Ahora, “Isla de perros”
demuestra que la cultura japonesa era un destino natural para su sensibilidad:
un espacio arcádico para un miniaturista empeñado en que ningún elemento de su
microcosmos, ni siquiera el más trivial, esté despojado de belleza.
Esta historia que mezcla el relato distópico con la
aventura de iniciación vuelve a dejar claro que, con cada nueva película,
Anderson sigue siendo igual a sí mismo, al tiempo que revela nuevas facetas de
su identidad. Aquí lo inesperado es el universo referencial, que toma como
punto de partida la línea noir de la filmografía de Kurosawa –El infierno del
odio (1963) y El ángel ebrio (1948)-, añadiendo claros ecos de “Los siete
samuráis” (1954) en la configuración de la patrulla canina que ayudará al héroe
humano del relato. Los perros, por cierto, son pura poética del desamparo andersoniano:
cuatro canes de raza condenados al exilio y la exclusión –es decir, cuatro
pijos desclasados- que encontrarán en un expeditivo chucho callejero a su
maestro de vida y supervivencia. Recomendada.
Custodia compartida. (Francia, 2017).
Dir. Xavier Legrand.
Premio al Mejor Director y la Mejor Ópera Prima en el
Festival de Venecia 2017 y Premio del Público al Mejor Film Europeo en el
Festival de Cine de San Sebastián 2017.
Drama familiar interpretado por Léa Drucker, Denis
Menochet, Thomas Gioria, Mathilde Auneveux y Coralie Russier.
La película arranca con lo que parece un desenlace: un
matrimonio se divorcia y dirimen ante el juez una difícil situación sobre la
custodia de sus dos hijos, una joven a punto de la mayoría de edad y un niño, y
ninguno de los dos quieren al padre y muestran su público desprecio y temor.
El director, el francés Xavier Legrand, ofrece en esta
primera, larga y templada escena inicial el punto de vista del matrimonio
irreconciliable, y mantiene al espectador con ciertas dudas sobre quién de
ellos, padre o madre, tiene la razón y si son justas las peticiones de ambos
sobre la custodia… Dudas que despeja en cuanto la historia pasa de lo objetivo
a lo subjetivo, y la cámara plena de autenticidad de Legrand va desmenuzando
los comportamientos de ellos, y la violencia pasa a ser un elemento visible
gracias a que el relato se instala en los ojos de Julien, el niño, interpretado
con gran verosimilitud por Thomas Gioria.
En las ocasiones en que el cine trata sobre la violencia
familiar o doméstica suele acercarse a las líneas del cine de terror, y aquí
las escenas de intriga y de tensión están magníficamente dosificadas en su
desarrollo de tal modo que nada rechina, ni siquiera su último tercio ya
volcado hacia una descontrolada brutalidad. Grandes interpretaciones de Léa
Drucker y Denis Ménochet que proponen un recorrido desde la duda, hacia la
incomodidad y el miedo. Recomendada.
Sergio & Serguéi. (Cuba, 2017). Dir.
Ernesto Daranas.
Presentada a competición en el Festival de Málaga 2018 y
ganadora del Premio del Público (Premio de la Popularidad) en el Festival de La
Habana 2017.
Drama interpretado por Camila Arteche, A.J. Buckley, Ana
Gloria Buduén, Tomás Cao y Yuliet Cruz.
En medio del espacio, un astronauta suspendido en una de
las torres externas de la estación MIR arranca de su base una bandera
soviética, que queda abandonada en medio de la nada. Es la imagen simbólica de
la desaparición de la URSS, y también de la simpática coproducción entre Cuba,
España y Estados Unidos “Sergio & Serguéi”, inspirada en la figura real del
cosmonauta e ingeniero Serguéi Krikaliov, que vivió en 1991 el derrumbe del
antiguo sistema de su país desde las más altas cotas.
Triángulo de amistad tras las ondas de la radio entre el
histórico cosmonauta, un profesor cubano de marxismo y un enigmático
estadounidense, la película juega bien la carta de la doble metáfora. La de una
persona suspendida en el espacio y en el tiempo, a la que es complicado bajar a
la superficie porque es la última preocupación de un país que se desintegra, y
la de una isla y sus ideales, representados en un personaje que da clases
teóricas en la universidad mientras juega a un soterrado capitalismo práctico.
Porque, en realidad, son dos islas en el tiempo, allí donde se separan las
tesis del discurso final, y los ideales teóricos de su práctica cotidiana.
En su cuarto largometraje, y segundo estrenado en los
cines españoles tras la muy bien recibida por la crítica “Conducta” (2014),
Ernesto Daranas aplica un notable empaque formal y una calma, tanto en la
puesta en escena como en las interpretaciones, que llevan a su película a un
estado de paradójico sosiego en medio de la revolución. Y aunque el punto de
vista de la narración, llevado por la pequeña hija del cubano desde un futuro
contemporáneo, quizá no sea el más convincente, “Sergio & Serguéi”, que
fluye bien entre la comedia del absurdo, el drama existencial y la fábula
onírica, mantiene siempre un atractivo hechizo de doble hoja.
“No hay dinero ni para el papel de las revistas de la
facultad”, le dicen a uno, mientras el otro aguarda con impaciencia que haya
dinero para poder bajarlo del espacio. Son las dificultades políticas, sociales
y personales de dos hombres que deben lidiar con el sistema que representan, y
que en ambos casos quizá se hallara cerca de las nubes. Recomendada.
Las leyes de la termodinámica. (España,
2018). Dir. Mateo Gil.
Presentada a competición en el Festival de Málaga 2018.
Comedia romántica interpretada por Vito Sanz, Berta
Vázquez, Chino Darín, Vicky Luengo y Miki Esparbé.
Es tan innegable que “Las leyes de la termodinámica”
tiene una brillante premisa de partida como que el espectador puede acabar
odiando esa idea. Mateo Gil recicla la historia de dobles parejas de su
premiado corto “Dime que yo” (2008), y la reestructura dándole la forma de un
documental divulgativo de La 2, que se ilustra con el caso particular de una
comedia romántica. El problema es que pone tanto interés en las leyes físicas
que se olvida de las leyes de la comedia. Si los críticos tuviéramos una
herramienta de esas tan molonas que utilizan los realizadores de fútbol para
medir la posesión y pudiéramos minutar el tiempo que Gil dedica en pantalla a
la ciencia y el que dedica a las relaciones amorosas, es de sospechar que irían
considerablemente parejos… o esa es la sensación que tiene el espectador. Como
uno es de letras, acaba con cierta jaqueca y la sensación de haber estado
viendo un especial de Redes, con la diferencia de que la función mesmerizante
de la cabellera blanca y la voz relajante de Eduardo Punset es sustituida por
un Vito Sanz que no acaba de conseguir que suba la temperatura. Y he aquí el
segundo punto que niega las leyes de la comedia: es probable que Vito sea un
gran actor, pero desde luego, el intento de convertirlo en un Gabino Diego del
siglo XXI, de resucitar ese galán friqui que en los 90 se acostaba con Ariadna
Gil y en 2018 con Berta Vázquez, no acaba de funcionar. No Recomendada.
Bailando la vida. (Reino Unido, 2017).
Dir. Richard Loncraine.
Comedia británica interpretada por Imelda Staunton,
Timothy Spall, Celia Imrie, David Hayman y John Sessions.
Conscientes de que el arco de público instalado en la
sesentena de edad, jubilado del trabajo pero nunca del entretenimiento, ahora
más que nunca, y quizá necesitado de estímulos vitales y emocionales, pasa por
ser uno de los más fieles en los cines españoles, las distribuidoras se afanan
en descubrir productos con los que saciar su constancia. Algo que están
encontrando sobre todo en Reino Unido, donde desde hace algo más de un lustro
son habituales las películas a medio camino entre el drama y la comedia,
siempre con el buen rollo como bandera —lo que ellos llaman feel good movies—,
forjadoras de un espíritu un tanto superficial, pero cotidiano, identificador
y, hasta cierto punto, ensoñador. Obras como “Tres veces 20 años”, “El exótico
hotel Marigold” y su secuela, “El nuevo exótico hotel Marigold”, y “Una cita en
el parque”, a las que ahora se une “Bailando la vida”.
Instaladas en el subgénero de la comedia romántica de
corte otoñal, todas ellas se agarran al cliché como sello de estilo, y aquí hay
unos cuantos, desde el baile de salón como semanal salida de escape para las
relaciones sociales y el mantenimiento del físico, hasta el viaje esperanzador
como ideal de escapada hacia lo aún no vivido. Un espíritu de esforzada
efervescencia que, claro, debe convivir con asuntos como el del alzhéimer, el
cáncer, la discusión constante y, por qué no, las relaciones extraconyugales a
edades tardías, pero aún de cierta lujuria.
Dirigida por Richard Loncraine, que sabe de lo que habla
a sus 71 años, “Bailando la vida” no engaña, pero está muy lejos de sorprender,
marchitada por dos razones. La primera, el convencionalismo en la puesta en
escena de su director —con solo una película importante, aquel Ricardo III
ambientado en la II Guerra Mundial, con el monarca gritando “mi reino por un
caballo” entre los tanques—, que incluso se arma un pequeño lío con la
perspectiva en la secuencia del descubrimiento del adulterio, entre la
escalera, los protagonistas y los invitados. Y segunda cuestión, un guion mucho
mejor dialogado que pergeñado, lastrado por una trama donde la previsibilidad
de cada acontecimiento y de cada giro es constante.
Sin embargo, otros dos aspectos la hacen levantarse hasta
alcanzar la categoría de película obvia, aunque siempre llevadera. El carisma y
el brillo de sus extraordinarios intérpretes, comandados por Imelda Staunton y
Timothy Spall. Y un hermoso subtexto que subyace con convicción entre lo
predecible: esa magnífica sensación de penúltima copa de una vida, a la que es
necesario agarrarse, porque aún queda un rato para que se enciendan las luces
de la discoteca y pongan punto final a la diversión. No Recomendada.
Sanz. Lo que fui es lo que soy. (España,
2018). Dir. Óscar García Blesa, Mercedes Cantero, Alexis Morante y Gervasio
Iglesias.
Documental que lleva a cabo un minucioso repaso con
material inédito a la trayectoria profesional y personal de Alejandro Sanz, uno
de los cantantes españoles más conocidos a nivel mundial. Un artista que cuenta
con una prolífica carrera en el mundo de la música y que ha ganado 20 Premios
Emmy Latino y 3 Premios Grammy. Por otro lado, es el artista que cuenta con dos
de los discos más vendidos de España, como son 'Más' y 'El alma al aire'.
Además, el pasado año fue galardonado con el premio a “Persona del año 2017”
por la Academia Latina de la Grabación. El film se estrenó en el Festival de
Málaga y de forma simultánea en el resto de España. Este documental cuenta con
una producción de Telecinco Cinema y Sacromonte Films. Desde luego, realizado
para los incondicionales de Alejandro. El resto del público se la pueda evitar.
No Recomendada.
Cada día. (USA, 2018). Dir. Michael
Sucsy.
Romance y elementos fantásticos en una película
interpretada por Angourie Rice, Justice Smith, Maria Bello, Debby Ryan y Colin
Ford.
Una adolescente de la América suburbana se enamora de un
espíritu que pasa cada 24 horas metido dentro de un cuerpo diferente. Es la
intrigante premisa de esta fantasía romántica en última instancia inocua, que
crea varios hilos argumentales a los que inicialmente parece dar enorme
importancia antes de dejar casi olvidados. Asimismo, apunta mensajes sobre la
diversidad y la importancia de apreciar la belleza interior en los demás y los
increíbles obstáculos que acechan a toda relación sentimental, pero prefiere
ser el tipo de película que acumula montajes ñoños a ritmo de canciones pop. No Recomendada.
Fireworks. (Japón, 2017). Dir.
Nobuyuki Takeuchi y Akiyuki Shinbo.
Presentada en las Proyecciones Especiales de la Sección
Oficial del Festival de Cine San Sebastián 2017.
Película de animación japonesa.
Hace algunos meses llegaba el primer encuentro entre el
cineasta Shunji Iwai y la animación: realizada mediante la técnica del
rotoscopiado, “El caso de Hana y Alice” (2015) respondía a la estrategia del
cineasta de aportar una precuela a su precedente “Hana y Alice” (2004) sin
tener que renunciar a su reparto original, cuya edad real ya no se podía
corresponder a la de sus personajes. Ahora, “Fireworks”, de Akiyuki Shimbô y
Nobuyuki Takeuchi, adapta la aportación que hizo Iwai a una serie televisiva de
1993 que, bajo el influjo de la coetánea “Atrapado en el tiempo” (1993) de
Harold Ramis, convocaba a diversos directores en torno al tema común de las
posibilidades alternativas frente a una situación dada, en una azarosa
revitalización del planteamiento de “La vida en un hilo” (1945) de Edgar
Neville. La cercanía entre “El caso de Hana y Alice” y “Fireworks” invita, así,
a preguntarse cuánto le debe el vigente interés de la animación japonesa por
las melancólicas fragilidades adolescentes a la poética cinematográfica de
Iwai.
Como en una versión (demasiado) modesta de la excepcional
“Your Name” (2016), “Fireworks” sumerge a dos adolescentes en un torbellino de
variables que acaba estando demasiado condicionado por la mala integración de
elementos digitales sobre una animación poco flexible y aún menos ambiciosa,
por los ocasionales picos kitsch –la visión del planeta lapislázuli- y por una
extemporánea hipersexualización de sus figuras femeninas. Sin ser completamente
desdeñable, esta parece una película en la que Iwai colabora a sabotear su
legado. No Recomendada.
El príncipe encantador. (Canadá, 2017).
Dir. Ross Venokur.
Película de animación canadiense.
Después del y ¿fueron felices para siempre?, la historia no fue como
creíamos. Al príncipe encantador, todo el reino le persigue. Ellas, para
casarse con él, ellos, para desterrarle para siempre o algo peor. Y la cosa no
mejora cuando Blancanieves, la Bella Durmiente y Cenicienta descubren que están
prometidas (y a punto de casarse) con ¡el mismo príncipe! Y es que el Príncipe
Encantador es, en realidad, un príncipe encantado, sometido al terrible hechizo
de una malvada bruja que odia el amor; condenado desde la cuna a ser
absolutamente encantador e irresistible para todas las chicas, Philippe está
destinado a ser el culpable de que el amor desaparezca para siempre de su reino
si antes de los 21 no es capaz de encontrar el amor verdadero. Pero ¿cómo puede
un irresistible príncipe, condenado a enamorar a todas las doncellas que
conoce, encontrar el amor verdadero? Con la ayuda de Lenore, una indómita
ladrona caza fortunas, que por alguna misteriosa razón no ve en él ningún
encanto más allá de las riquezas que posee, Philippe emprenderá una aventura
llena de peligros, enigmas y situaciones hilarantes, empeñado en salvar a su
reino del fatal destino. Sin comentarios. No Recomendada.
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