viernes, 7 de julio de 2017

Los estrenos en Sevilla de 07-07-2017



7 películas se estrenan el 7 de julio 2017 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Dos producciones son estadounidenses, una española, una francesa, una británica, una polaca y una finlandesa. Estamos en pleno verano y de la cartelera no afloran buenos títulos. Sólo una recomendación (y bajo sospecha). Lo demás, queda en sus tejados.    

Tom of Finland. (Finlandia, 2017). Dir. Dome Karukoski.
La brasa de un cigarrillo colocada a la altura de una entrepierna era un signo de invitación inequívoco en la oscuridad de los parques públicos del Helsinki de posguerra: un espacio público reciclado como zona de cruising en un contexto donde el deseo homosexual masculino se veía obligado a desarrollar sus propios códigos en clandestinidad, bajo la perpetua amenaza de la represión policial. Como si el deseo fuera algo parecido a los planos secretos que debía transportar un espía en zona hostil. Años más tarde, una ilustración de “Tom de Finlandia”, con sus musculados hombretones entregados a los más felices juegos lúbricos, colgada en el interior de la taquilla de un gimnasio sería otro mensaje en clave susceptible de propiciar complicidades inesperadas. El arte del finlandés Touko Laaksonen, alias Tom de Finlandia, proporcionó a la comunidad homosexual un imaginario que parecía una puerta abierta a un mundo ideal donde la sexualidad se vivía como incesante juego sin culpas, un espacio de edénica carnalidad en el que toda instancia represiva había sido radicalmente abolida. Los hombres de Tom de Finlandia, sancionados como carne pornográfica por casi toda mirada situada fuera del código, marcaron un punto de ruptura en el seno de una cultura homosexual que pudo contemplar cómo el talento de un único artista rompía con el tópico que asociaba la atracción de un hombre por otro con el afeminamiento. Sus personajes eran rabiosamente masculinos, obscenamente saludables y se entregaban a rituales de dominación y sumisión con la luminosa pureza de una pandilla de niños que saben que, en el fondo, todo es un juego y no hay nada sórdido mientras exista consenso y celebración igualitaria del placer. “Tom of Finland”, el biopic de Dome Karukoski, narra el camino entre la brasa del cigarrillo y el dibujo lúbrico en la taquilla del gimnasio como una aventura épica de camaradería y liberación colectiva. La película se divide entre el pulso contra la invisibilidad en un Helsinki iluminado con perpetuos tonos de Guerra Fría y la exaltación dionisíaca bajo el sol californiano a los sones de la música disco. El cineasta propone una solución brillante al puntuar, con planos detalle del sensual roce del lápiz sobre el papel, el encuentro con cada imagen inspiradora para este artista que valoraba sus resultados según la consistencia de sus erecciones. Su trazo idealizaba. El biopic como género, también. Ambas idealizaciones tienen aquí una clara intencionalidad política. Recomendada.
 
El hombre del corazón de hierro. (Francia, 2017). Dir. Cédric Jimenez.
Ya sea por casualidad o por espionaje industrial, dos grandes producciones europeas, británica y francesa, respectivamente, han ido a poner su mirada en el mismo lugar y, casi, a la misma hora: con apenas unos meses de diferencia se han estrenado “Operación Anthropoid”, de Sean Ellis, y “El hombre del corazón de hierro”, de Cédric Jiménez, ambas asentadas en la figura del líder nazi Reinhard Heidrych y en el atentado sufrido en Praga, organizado por un comando de la resistencia checa entrenado en el Reino Unido. Cada una con puntos de vista diferentes, cada una con distintas calidades. “Operación Anthropoid”, centrada en los dos soldados encargados del ataque, con Heidrych como mero fantasma al fondo, era torpe en la puesta en escena y equivocada en su tono épico y melodramático; “El hombre del corazón de hierro”, asentada, en cambio, en la figura y personalidad del objetivo militar alemán, y que solo en su segunda mitad se ocupa del comando rebelde, tiene una apariencia cinematográfica más notable y un tratamiento, al menos en la primera parte del relato, mucho más interesante. De la llamada Operación Antropoide y sus trágicas consecuencias ya se habían ocupado una gran producción británica, “Siete hombres al amanecer” (Lewis Gilbert, 1970), un puñado de películas checoslovacas de los años 60 y 70 (“Atentát”, de Jiri Sequens; “Sokolovo”, de Otakar Vávra; “Klíc”, de Vladímir Cech) y otra reciente producción checa, “Lidice” (Petr Nikolaev, 2011), cada una intentando atrapar como eje central una de las múltiples vertientes del asunto, y de camino acabar abrazando, aun con meros apuntes, las demás. “El hombre del corazón de hierro” nace y muere con Heidrych, apodado el Carnicero de Praga, y fundamental en la arquitectura organizativa del Holocausto: desde sus inicios militares hasta su salvaje papel en el Protectorado de Bohemia y Moravia, pasando por su alistamiento en el nazismo, su paso por el espionaje de las SS y, sobre todo, el importante papel de su inquietante esposa, Lina Von Osten, en el adiestramiento político de una personalidad ya violenta de por sí. A pesar de una dirección demasiado deudora del estilo malick (cámara en perpetuo movimiento, utilización de los rayos del sol como elemento tonal, el cuerpo como tragedia lírica...), y de algún momento puntual en el que parece deleitarse en el espectáculo del horror, esa primera mitad logra atrapar la aparatosidad, y la esencialidad, de la parafernalia nazi, y retratar a un matrimonio de una aterradora complejidad. Sin embargo, llegada la segunda mitad, con el cambio de punto de vista hacia el comando checo, la película se torna un bélico convencional que, eso sí, al menos hurga en una herida en la que no quiso adentrarse demasiado “Operación Anthropoid”: la inutilidad del ataque y las terribles, y esperadas, represalias. Recomendada (con reservas).


Estados Unidos del Amor. (Polonia, 2016). Dir. Tomasz Wasilewski.
Tercer largometraje del joven director polaco Tomasz Wasilewski tras “En una Habitación” (2012) y “Rascacielos Flotantes” (2013) en el que narra la historia de cuatro mujeres, de generaciones diferentes, cuyos deseos de cambiar la vida y de hacer realidad sus sueños, están enmarcados en una época de profundas transformaciones políticas en Polonia. La película obtuvo el Premio al Mejor Guion en el Festival de Cine de Berlín del año pasado, al tiempo que estuvo nominada al Mejor Guion en los Premios del Cine Europeo 2016. La película se pudo ver en el pasado Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF 2016). La soledad, incluso en compañía, dentro de la propia familia es el denominador común de las cuatro vidas interpretadas de forma implacable por Dorota Kolak, Marta Nieradkiewicz, Julia Kijowska y Magdalena Cielecka, mujeres de diferentes generaciones en busca de una forma de salir de la rutina diaria. Soledad agravada por la ausencia de amor y la necesidad de amar, de ahí que el deseo sexual sea la forma de salir de esa prisión y su esperanza para otra vida mejor. Las cuatro están unidas por un dolor desgarrador provocado por esa desoladora y tremenda soledad. A destacar la bella fotografía de Oleg Mutu, responsable de la película “4 meses, 3 semanas, 2 días”, que retrata de forma magnífica un mundo sombrío y frío, pintado en colores pastel, en diferentes tonalidades de azules y grises. “Estados Unidos del Amor” contiene una alta dosis de ironía, la nueva apertura ha traído consigo la frustración, al tiempo que una amarga y dulce liberación de la mujer contra la continua opresión ejercida de los hombres. Recomendada (con reservas).


Día de patriotas. (USA, 2016). Dir. Peter Berg.
Estados Unidos, su sociedad y su cine siempre han tenido una capacidad especial para convertir las derrotas en triunfo, para agarrarse a algunos de los valores asociados a un determinado acontecimiento o suceso, rotar en el apartado afectivo, y que el recuerdo legado sea radicalmente opuesto a cómo apuntaban las cosas desde el inicio. Una teoría en la que podría ejercer de paradigma la derrota en la Batalla de “El Álamo”, llevada al cine por John Wayne en 1960, y convertida en mito de la resistencia y el compromiso a unos ideales. Una sistemática en la que pretende asentarse el director Peter Berg, con la ayuda de Mark Wahlberg en la interpretación y en la producción, que parece estar desempeñando el papel de nuevo apóstol de los valores del americano medio, del heroísmo cotidiano, de la solidaridad asociada al impulso en el gran instante, en la acción y no en el discurso. A “El único superviviente” (2013), ambientada en Afganistán, basada en hechos reales y documento ensalzador de los Navy Seals, y “Marea negra” (2016), de nuevo suceso real, loa al valiente anónimo en medio de una catástrofe medioambiental sin precedentes, Berg, que ha logrado domar la fiera audiovisual que lleva dentro, añade “Día de patriotas” (2016), gloria al espíritu de la ciudad de Boston tras el atentado durante la maratón del año 2013. Una película con la que incluso emociona. Con un estilo de puesta en escena, montaje y electricidad emocional que parte, en principio, de Michael Bay, Berg ha añadido unas gotas del lirismo de la violencia del Michael Mann más digital, y se adueña de la situación. Así, aunque la estructura y el retrato de personajes de “Día de patriotas” no vaya más allá de una puesta al día del cine de catástrofes de siempre, se atreve incluso a introducir al villano (en este caso, los terroristas y su familia) en forma de ser humano, y no de simple sombra sin matices. El director de “Very bad things” y “La sombra del reino” siempre ha sido un director de cine de acción, y la espectacular secuencia entre terroristas y policías enfrentados en Watertown así lo demuestra, pero esta vez integra, además, un sugestivo elemento nuevo en materia narrativa: las secuencias reales de las cámaras de seguridad, por las que los hermanos Tsarnaév fueron cazados. Una vigilante realidad reintroducida que nos lleva al momento más mágico, absurdo y doliente de la película: ver que un terrorista que acaba de provocar una masacre es capaz de salir de casa cuatro horas después para comprar un cartón de leche. Recomendada (con reservas).


El pastor. (España, 2016). Dir. Jonathan Cenzual Burley.
Anselmo es un pastor solitario y taciturno que vive una vida espartana en una pequeña granja en las llanuras españolas. Su hogar y modo de vida se verán amenazados cuando unos promotores de la construcción se interesen por su tierra. Anselmo rechazará la oferta pero parece que todo el mundo a su alrededor tiene alguna participación en el desarrollo urbanístico y, con su oposición, Anselmo provocará las reacciones más extremas de sus vecinos. “El pastor” es un drama psicológico y una parábola sobre la avaricia corporativa dirigida por el cineasta español Jonathan Cenzual Burley. Siendo una película de ficción planteada con cierto estilo de documental, “El pastor” resulta más interesante en lo contemplativo, en el documento observacional de la vida cotidiana de un pastor de ovejas, que en lo narrativo y en el conflicto dramático, centrado en el enfrentamiento del protagonista con unos promotores de la construcción que quieren comprarle sus tierras para edificar una zona residencial. En cuanto a lo segundo, es un filme demasiado evidente, simple, con unas interpretaciones demasiado forzadas y unos diálogos algo impostados. En lo primero, une bien la contemplación de esos gestos rutinarios y la relación del personaje con ese mundo del que no quiere desprenderse. No Recomendada.


Baby Driver. (Reino Unido, 2017). Dir. Edgar Wright.
Baby (Ansel Elgort) es un joven conductor especializado en fugas que trabaja al ritmo de su banda sonora personal para ser el mejor en lo suyo. Cuando un día conoce a la chica de sus sueños, Deborah (Lily James), Baby verá la oportunidad de dejar su vida de ladrón en el pasado y huir a un nuevo futuro. Pero, el jefe del crimen (Kevin Spacey) le forzará a un último trabajo en el que Baby tendrá que dar la cara cuando el golpe salga mal y amenace su vida, su amor y su libertad. El reparto lo completan Jamie Fox, Jon Hamm, Jon Bernthal y Eiza González. Edgar Wright, imaginativo y también pirotécnico, ha forjado su estilo entre la comedia, la fantasía y la acción trabajando codo con codo con los comediantes Simon Pegg (también coguionista) y Nick Frost en 'Zombies party', 'Arma fatal' y 'Bienvenidos al fin del mundo', aunque su mejor película la haya hecho sin ellos, la irónica meditación sobre el superheroísmo adolescente 'Scott Pilgrim contra el mundo'. En 'Baby driver' la historia flaquea y no están Pegg y Frost para redimirla a partir del gag más grotesco o corrosivo. La fórmula del filme es buena y funciona durante un rato, pero después se vuelve previsible: acción y música, persecuciones de coches y estándares de rock, gesto cómico y réplica dramática. Hay escenas punteadas solo a partir de la música: existen porque existen esas canciones. Otras son puro fuego de artificio con coches, derrapes y trombos. El envoltorio es vistoso, pero dentro no hay personajes sino figuras incorpóreas con pocos alicientes cómicos, el fuerte de Wright. No Recomendada.

Llega de noche. (USA, 2017). Dir. Trey Edward Shults. 
El director Trey Edward Shults que debutó con la multipremiada película “Krisha”, llega ahora con un nuevo trabajo en forma de thriller de terror psicológico, “Llega de Noche”, donde un adolescente se enfrenta a horrores cada vez peores tanto externos como internos, tras una gran catástrofe desconocida y muy virulenta. Una familia cree estar protegida en una casa aislada del mundo, pues una presencia misteriosa y malvada los acecha afuera en las sombras. No obstante, la frágil seguridad de su hogar se ve amenazada cuando una nueva familia les pide asilo con desesperación. A pesar de las buenas intenciones de ambas familias por llevarse bien y sobrevivir, las sospechas y la paranoia se apoderan del interior de la casa, mientras que afuera los horrores acechan más de cerca que nunca. La tensión de la situación despertará un monstruo desconocido en el padre de la familia, que hará lo que sea con tal de proteger a su mujer y a su hijo, a pesar del alto precio que tendrá que afrontar en consecuencia: la pérdida de su alma. En definitiva, el filme es aterrador y opresivo pese a recurrir apenas a las tácticas típicas del cine de terror. Su problema es que en realidad trata de ser algo más. No Recomendada.

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