"No diga más y juegue"
El final memorable de una a su vez memorable película de la historia del cine.
Comentario
de Joaquín Carlos Martín Muñoz
Porqué
comentar esta película:
Este
film fue premiado en 1960 nada menos que con 5 premios Oscar: a la
mejor película, a la mejor dirección, al mejor guión original, al
mejor montaje y a la dirección artística. Tenía además 10
nominaciones a los oscar. Fue elegida también como mejor película
del año, mejor actor y actriz protagonista tanto en los premios
BAFTA como en los GLOBOS DE ORO. Billy
Wilder escribió junto con I.A.L Diamond el
que es considerado por muchos críticos y clasificaciones de
películas como el
mejor
guion de la historia del cine.
Traemos
a continuación algunos pasajes literales de la crítica que le
dedicó en junio de 2010, en el diario El País, el afamado crítico
Carlos Boyero (que por otra parte suele ser muy ácido con las
grandes obras de reconocimiento universal):
“Es
el retrato más penetrante, duro y compasivo que se ha hecho nunca de
un trepa patético e indigno al que un amor no correspondido
transforma en un hombre digno, capaz de despreciar su escalera hacia
el éxito si éste le exige el envilecimiento moral. Billy Wilder nos
habla con lenguaje inmejorable de las eternas relaciones de poder, de
un degradado y astuto ratón que presta su casa para los juegos
sexuales de los gatos con la esperanza de que éstos le devuelvan el
favor admitiéndole en su gremio, de cómo un Robinson Crusoe urbano
puede recobrar la esperanza de huir de la soledad al descubrir unas
milagrosas huellas en el asfalto, del permanente desencuentro entre
lo que se anhela y lo que conviene…”
“No
conozco ningún final tan emocionante (incluidos los de ese poeta del
fracaso llamado John Ford) como el de la señorita Kubelik
abandonando su inútil amor para entrar en el apartamento del eterno
náufrago que pagó un precio muy caro por su redención, pidiéndole
al comprensiblemente embobado que siga jugando a las cartas, que ya
veremos lo que pasa. No conozco
ninguna película tan romántica, realista, soñadora, triste,
mordaz, sensata, cabrona y bonita como esta”
(el realce con negrita es mío).
“Consulto
fechas y descubro que Psicosis, esa
genialidad sobre la incertidumbre y el horror, fue parida el mismo
año que El apartamento. Mi
idea más perfecta de la felicidad es ver este programa doble en un
desaparecido cine de barrio, en una tarde de invierno, compartiéndolo
con la persona amada. Pero también sería impagable en soledad. El
gran cine la espanta. Es una droga irremplazable. Y no deja resaca”.
Mi
opinión personal es que sin duda es una de las mejores
comedias-drama de la historia del cine, tal vez la mejor. Acida y
crítica con la jungla social en que nos movemos y sufrimos, y con
los seres humanos que pueblan este cosmos social. Pero que merced al
arte de un inconmensurable guión y del lenguaje cinematográfico
consigue el giro en sus entrañables protagonistas, la restitución
en sus vidas, despertando nuestra complicidad, nuestro cariño y
nuestra sonrisa grande cuando los vemos encantados jugando a las
cartas, en ese final memorable de la historia del cine: no
diga más y juegue.
A
continuación, tras una breve introducción a la biografía y obra de
su director, Billy Wilder, y tras la ficha técnica de la película,
vamos a destacar en apartados independientes algunos de los aspectos
sobresalientes del film.
Una
breve reseña de su director: Billy Wilder:
Su
verdadero nombre era Samuel Wilder; nació en Sucha, actual Polonia,
en 1906. Murió en 2002 en Los Ángeles. Fue guionista, director y
productor de cine. Cursó estudios en la Universidad de Viena. En
1929 codirigió el documental Menschen
am Sonntag y posteriormente
escribió varios guiones para películas alemanas y francesas.
Teniendo ascendencia judía, la llegada al poder de Adolf Hitler en
Alemania le obligó a exiliarse. Se trasladó a París, México y,
finalmente, a Hollywood, donde trabajó como guionista y director de
escena.
|
Billy Wilder
|
Tras
la Segunda
Guerra Mundial inició
su actividad como director, destacando por su fina ironía y la gran
calidad de sus guiones, escritos la mayoría en colaboración con A.
L. Diamond. Entre su filmografía cabe destacar Perdición
(1944), Días
sin huella (1945),
premiada con el Oscar, El
crepúsculo de los dioses (1950),
El
gran carnaval (1951),
Sabrina
(1954),
La
tentación vive arriba (1957),
Con
faldas y a lo loco (1959),
El
apartamento (1960),
que le supuso su segunda estatuilla, y Un,
dos, tres (1961).
Hijo
de un hotelero judío, Billy Wilder se licenció en derecho por la
Universidad de Viena, aunque nunca ejerció de abogado. En 1926 se
trasladó a Berlín, y fue introduciéndose en los ambientes
teatrales de la capital y entró en contacto con la productora UFA,
que le encargó la elaboración de algunos guiones para sus películas
mudas. El
reportero del diablo (1929)
fue su primera película como guionista. Llegó a escribir en 1931 el
guión de cinco películas. Al año siguiente siete de sus guiones
fueron llevados a la pantalla. La llegada de Adolf
Hitler al
poder en 1933 supuso dada su condición de judío que se refugiase en
Francia en 1934; pero su madre y la mayor parte de su familia
acabarían siendo víctimas del holocausto judío. En París dirigió
su primer filme, Curvas
peligrosas,
pero su estancia en la capital francesa fue breve. Al año siguiente
se trasladó a Estados Unidos y se instaló en Hollywood,
subsistiendo los tres primeros años con los ingresos obtenidos por
guiones ocasionales. En 1938 comenzó su colaboración con el
dramaturgo Charles Brackett, que se prolongaría hasta 1950 y produjo
algunos de los guiones más brillantes del cine estadounidense:
Ninotchka,
Bola de fuego y
Nace
una canción..
En 1942 dirigió su primera película americana, El
mayor y la menor.
Aunque
destacado en el género comedia, no ignoró otros géneros. Así, en
1944 dirige la genial Perdición,
considerada la primera película del cine negro. También se interesó
por temas sociales, sobre los que realizó dos películas
importantes: Días
sin huella (1945), que fue
premiada con los Óscar a la mejor película, mejor director y mejor
guion, y El
gran carnaval (1951).
Y en estos años dirige el melodrama El
crepúsculo de los dioses (1950),
una amarga y extraordinaria obra sobre la grandeza y la decadencia,
en el mundo del cine y en la sociedad en general. Es una ácida
mirada al lado más trágico de Hollywood.
|
Fotograma de El
crepúsculo de los dioses |
A
medida que
avanzaba su carrera, Billy Wilder fue decantándose por la comedia,
con una técnica que se conocería como el estilo
Wilder,
mezcla de sutileza y acidez. En la creación de esta forma de hacer
comedia tuvo mucho que ver su habitual colaboración con el guionista
I. A. Diamond, quien compartía con él una visión crítica de la
sociedad.
En
1954 rodó Sabrina,
con Audrey
Hepburn y
un Humphrey
Bogart desconocido
en modo comedia. Al año siguiente dirige La
tentación vive arriba,
desarrollando todo el encanto de Marilyn Monroe en la cumbre de su
carrera. En 1957 dio un nuevo giro para internarse de nuevo en el
cine de suspense, creando una obra maestra de inesperado final:
Testigo
de cargo.
Dos años más t
arde filmaría otro de sus grandes éxitos: Con
faldas y a lo loco. Con ella
disfrutamos de una de las más famosas frases que cierran una
película, cuando el millonario atraído por el Jack Lemmon “mujer”
no parece decepcionado al enterarse de que es un hombre; y se limita
a pronunciar la famosa frase: "Nadie es perfecto”.
En
los años siguientes dirigiría películas míticas como El
apartamento (1960),
film objeto de este comentario. A esta etapa pertenecen Un,
dos, tres o
Irma
la dulce.
Su última gran obra fue Primera
plana (1974),
donde volvió a combinar con una excelente vena cómica a la pareja
de Jack Lemmon y Walter
Matthau.
|
Fotograma de Primera plana |
Ficha
técnica: Título
original: The
Apartment; Año:
1960;
País: EE.UU.;
Dirección:
Billy
Wilder; Intérpretes: Jack
Lemmon, Shirley MacLaine, Fred MacMurray, Jack
Kruschen, Ray Walston, David Lewis, Naomi
Stevens, Edie Adams, Joan Shawlee, Hope
Holiday, Johnny Seven, Joyce Jameson; Guión: Billy
Wilder, I.A.L. Diamond; Música: Adolph
Deutsch; Fotografía: Joseph
LaShelle; Diseño
de producción: Alexandre
Trauner.
Sinopsis:
C.C.
Baxter (Jack Lemmon) es un modesto pero ambicioso empleado de una
compañía de seguros de Manhattan. Está soltero y vive solo en un
discreto apartamento que presta ocasionalmente a sus superiores para
sus citas amorosas. Tiene la esperanza de que estos favores le sirvan
para mejorar su posición en la empresa. Pero la situación cambia
cuando se enamora de una ascensorista (Shirley MacLaine) que resulta
ser la amante de uno de los jefes que usan su apartamento (Fred
MacMurray) (FILMAFFINITY).
La
doble llave:
Este
recurso es uno de los principales hallazgos de la película: resumir
toda su trama en algo tan pequeño como una llave.
Se trata de la pequeña llave del apartamento que C.C. Baxter le deja
a sus jefes, apartamento como picadero para amores clandestinos, para
medrar en la empresa, lo que mueve toda la película. Pero esa llave
que se pasea por la oficina, ocupando varias secuencias del film, es
el símbolo de su decadencia moral. Es por esta llave y no por sus
méritos por los que el jefazo, el Señor Sheldrake (Fred MacMurray)
se fija en él, otorgándole diversas prebendas. Y o C.C. Baxter
(alias “Buddy) le da esa llave al jefazo para que utilice el
apartamento donde vive de picadero o lo despide. Finalmente, le dará
al jefe su propia copia porque eso de dejarla bajo el felpudo era
para los directivos inferiores. Y no es casualidad que el triunfo que
pretendía el protagonista dejando su llave venga en forma de otra
llave, la del aseo de directivos, como gran logro en la rígida
pirámide jerárquica de la empresa...
Notablemente,
es también con una simple llave con lo que la película simboliza
como el amor por Fran Kubelik (Shirley MacLaine) ha devuelto toda su
dignidad a C.C. Baxter. Sheldrake le pide de nuevo su llave, ya que
se deshizo de la suya por si le salpicaba el escándalo del intento
de suicidio de la joven, Baxter se niega y su jefe le responde: “se
tardan años en llegar a la planta 27, pero solo unos segundos en
estar en la calle”. Entonces Baxter le entrega la llave, pero no es
la de su apartamento, sino la de ese aseo de directivos que tanto
sacrificio infame le había costado conseguir. Con esto se transfoma
ahora en un “Mensch”
(palabra yiddish cuyo significado es ser un
buen ser humano),
un hombre de verdad como en una secuencia entrañable le ha reclamado
ser su vecino, el Señor Dreyfouss, el amable doctor. En suma, por
una llave dejó de ser un “mensch” y por otra lo volvió a ser.
Aunque claro, el impulso ha sido la
inconmensurable fuerza del amor.
Espaguetis
en raqueta de tenis:
C.C.
Baxter es un humilde soltero sin más aspiración que ascender en la
empresa. Aparte de ser un trepa laboral, el resto de su vida es
sencillo y triste. La película no duda en mostrarnos que su vida en
el apartamento da bastante pena. La primera noche que pasamos con él
le vemos hacer zapping en
la televisión, buscando una película con mujeres atractivas,
mientras come de una bandeja de congelados con las manos. Baxter no
se ha preocupado por su vida más allá del trabajo, por eso su
sacrificio de despedirse (precisamente cuando había conseguido subir
en el escalafón) por amor es todavía más grande. Esta triste y
solitaria vida es subrayada por las secuencias del film
correspondientes a los dos días en que la señorita Kubelik se
recupera en su apartamento, tras su intento de suicidio. Baxter
cuanta que se pasó las anteriores navidades solo, jugando a las
cartas. Por faltar, es la vecina la que tiene que darle servilletas
para comer… Pero nada simboliza mejor el carácter de Baxter que la
raqueta que utiliza para cocinar espaguetis. Convierte
su pobre cocina en diversión para la joven que ama, transforma algo
que podía haber sido ridículo en una comicidad que logra sacar una
sonrisa de la deprimida joven. Y también de todos los espectadores
que vemos encantados esta secuencia.
Pero
como todas las grandes películas, esta logra evocar nobles
sentimientos de los pequeños detalles. En plena mudanza y cuando ya
cree todo perdido con Kubelik, ve la raqueta y en ella todavía queda
un espagueti de esa cena que nunca pudo tener con ella, que para él
fue en la que ella le besó aunque fuera en la frente… Fue en la
frente, sí, pero es suficiente para recordar ese
espagueti en esa raqueta como un preciado recuerdo.
|
Fotograma de El Apartamento |
Una
pistola de champán
Otro
de los logros fundamentales de la película es que, pese a su
engañosa sencillez, su magistral guion
nos plantea anécdotas, que aparentemente pueden resultar gratuitas,
pero que posteriormente van a tener una gran importancia. Eso ocurre
precisamente cuando C.C. Baxter le cuenta a la Señorita Kubelik que
él también se enamoró perdidamente de un imposible. Era la mujer
de su mejor amigo y llegó a pensar en suicidarse por este imposible.
Se compró una pistola y, cuando estaba pensando en hacerlo, un
policía le llamó la atención por estar mal aparcado y acabó
disparándose en la pierna: “Tardé
un año en poder doblar la rodilla pero solo tres semanas en olvidar
a la chica”.
Con esta historia Wilder
subraya
el pasado de Baxter, nos da un trasfondo de su historial amoroso.
Pero sobre todo, sirve de esperanza para Kubelik, recordándole que
es posible olvidar.
Pero
si ya de por sí esa historia del pasado era reveladora, Wilder
vuelve a dar unos geniales giros de tuerca. Porque esa pistola
reaparece en medio de la mudanza, C.C. Baxter la coge y la mira.
Inmediatamente después vemos a Kubelik correr sonriendo hacia la
casa de C.C.Baxter, decidida a dejar atrás al miserable de Sheldrake
y darle una oportunidad a un hombre que la merece. Cuando ya está
llegando al apartamento, oímos un
disparo. Tanto ella como nosotros
espectadores quedamos en tensión, incluso temiendo por ese ruido de
disparo un final que hubiese convertido el desenlace de ‘El
apartamento’ en uno de los más tristes de la historia del cine.
Rápidamente Kubelik y todos nosotros respiramos tranquilos. El ruido
era solo una botella de champán abriéndose. Ella, sin embargo, le
pregunta por su rodilla, recordando la historia de Báxter del tiro
en esa articulación. De modo que este sorprendente film nos ha
regalado unas impecables escenas de suspense.
Y
uno de los mejores finales de la historia del cine
Tras
el intento de suicidio de Kubelik, reponiéndose en el famoso
apartamento de Báxter, ella le confiesa que pese a todo sigue
enamorada de Sheldrake y se pregunta: “¿Por
qué nunca me enamoro de alguien como usted?”.
En esa secuencia de la película nos queda claro que Kubelick no se
siente atraída por C.C.Báxter. Pero sin embargo la historia de
ambos sigue avanzando, por eso cuando ella se entera de que él ha
dejado el trabajo por ella y sabe que si la quiere de verdad, va
corriendo a su casa, ilusionada, sonriendo. Como todos nosotros,
ilusionados y sonriendo. Y tras las geniales secuencias con suspense
de “la pistola de champán”, asistimos al final. Tras llegar al
apartamento ella no le besa, no le dice que le quiere porque sería
mentira, ambos se sientan en el sofá y juegan a las cartas,
repartiendo los naipes uno y otro, con este diálogo que pertenece a
la historia inolvidable del cine:
-
¿Qué ha sido del Señor Sheldrake?
-
Le enviaré un pastel de frutas cada navidad. Corte.
-
La amo Señorita Kubelik.
-
Tres, Reina.
-
¿Ha oído Señorita Kubelik, estoy perdidamente enamorado de usted?.
-
No diga más y juegue.
Otro
guion podría haber terminado la película con una potente
declaración de amor mutua, incluso con un largo beso, pero entonces
no sería una película de Wilder. Solo podemos creer que ella
intentará amarle, y quizás lo consiga. Porque así de complicadas
son las relaciones y aún más el amor, y por ello este es el final
de esta película. Wilder
cierra su film en
una perfecta ambigüedad, sin que podamos llegar a atisbar de nuestra
ya querida pareja ni su fracaso ni su triunfo. Pero acaba con ellos
juntos, y por esto suspiramos aliviados y complacidos. Ambos han
crecido juntos, ambos se han hecho “buenos”. Por ello: ¿qué más
da?.
Por
esto, ¡No diga más y juegue!
|
Fotograma de El Apartamento |