lunes, 4 de marzo de 2013

Adiós a María Asquerino





María Serrano Muro, conocida como María Asquerino, aunque hasta 1953 se la llamaba Maruja Asquerino, falleció el 27 de febrero tras sufrir una afección respiratoria. Era hija de los actores que utilizaban como nombres artísticos Mariano Asquerino y Eloísa Muro (cuyos padres a su vez también eran cómicos). Nació en Madrid en 1925, aunque otras fuentes dan como fecha 1926 ó 1927. Debutó en teatro con tan solo 13 años junto a sus padres, en una obra de Jardiel, pasando poco después a la compañía del teatro de la Comedia de Madrid. Siempre compaginó su carrera cinematográfica, que comenzó con Juan de Orduña, con sus muchas apariciones en teatro y televisión.
 

Trabajó bajo las órdenes de los más destacados directores del cine español en distintas épocas, como Luis Buñuel, Rafael Gil, José Antonio Nieves Conde, José María Forqué, Fernando Fernán Gómez, José Luis Garci, Álex de la Iglesia o Agustín Díaz Yanes. En teatro triunfó con papeles en obras de Antonio Gala, Benet i Jornet, Bernard-Marie Koltès, Antonio Buero Vallejo, Ionesco y bajo la dirección de profesionales como José Luis Alonso, Jaime Azpilicueta, Josefina Molina, Lluis Pascual y Carles Alfaro, con quien hizo su último trabajo escénico en Tío Vania, de Chéjov, momento en el que decidió retirarse porque, afirmó, “ya está bien de hacer el tonto”.
 

Al margen de su prestigio profesional, destacó su decidida actitud de mujer libre que luchó contra el franquismo, contra la moral cicatera de la sociedad en la que le tocó vivir, contra la doctrina cristiana que marcó a las mujeres de su generación y, sobre todo, contra toda forma de conservadurismo que coartara su absoluta libertad. “La dictadura ocupó mis mejores años, pero eso me dio fuerzas para luchar”, señaló hace tres años esta mujer que decía que su estatura y su voz eran las que le daban esa imagen de marimandona, “pero en el fondo soy una tonta y una blanda”. Aunque no lo fue tanto cuando tras bailar con Orson Wells, en Cannes, este quiso llevarla a su hotel, a lo que María se negó, porque no le apetecía, no por el que dirán, lo que encolerizó a Wells. Su fuerte personalidad y la tremenda belleza de sus ojos la acompañaron hasta el final de su vida, que en los últimos tres meses transcurrió en un centro asistencial de El Plantío (Madrid), desde donde fue trasladada, ya agonizando, a la Fundación Jiménez Díaz, donde ingresó cadáver.

María Asquerino (en el centro) en la película  Surcos
 
Una de sus grandes contribuciones al cine español fue el desgarrado personaje de Pili interpretado en Surcos (1950), de José Antonio Nieves Conde, con el que demostró ser equiparable a las grandes actrices del neorrealismo italiano. Intervino en más de 80 películas, entre las que destacan Goya, historia de una soledad, de Nino Quevedo, Ese oscuro objeto del deseo de Luis Buñuel, El juego de la verdad de José María Forqué, Mambrú se fue a la guerra, El mar y el tiempo y Fuera de Juego, las tres de Fernando Fernán-Gómez. En su libro Memorias, de 1987, confesó que estuvo profundamente enamorada de Fernán-Gómez y que siempre se arrepintió de no haber tenido un hijo con él. En ese libro deja claro que era símbolo de una mujer libre que vivió intensamente, aunque afirmó: “Lo cierto es que he sido bastante moderada en todo, la única barbaridad que hice fue casarme... Lo que pasa es que me han tocado papeles de mujer fuerte, malvada, generalmente con un cigarrillo en la boca”. En Memorias confiesa que tuvo una infancia triste y solitaria. Se casó a los 17 años con un hombre muy celoso. “Era lo que hoy se llamaría un maltratador. Y yo una cría”.

Siempre fue considerada libre, moderna y todo un símbolo de la noche madrileña, sobre todo por su afición a las tertulias, primero en el Oliver y finalmente en el Bocaccio, donde llegó a tener una mesa que se reservaba para ella y que compartía con amigos como José Luis Balbín, José Luis Coll, Paco Valladares, Juan Diego y otros muchos. En la última década iba al bar del Teatro Español, donde decía que la trataban bien y podía charlar con compañeros. Comentó que al morir la llevaran al Español, donde se subió por última vez a un escenario para participar en la lectura de Don Juan dirigida por Mario Gas. Siempre le gustó callejear y tenía la tradición de no comer a mediodía y salir a cenar.
 
Asquerino demostró sus grandes dotes para el canto interpretando el bolero Obsesión en La vida en un bloc. En la última década trabajó con Agustín Díaz Yanes en Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, con Álex de la Iglesia en Muertos de risa y La Comunidad y con José Luis Garci en Tio vivo c. 1950.
 
En televisión fue destacada su participación en las series Sonatas de Valle Inclán, Anillos de Oro, de Ana Diosdado, Página de Sucesos, de Antonio Giménez-Rico, Cómicos, realizada por Francisco Abad, y La habitación del niño, de Álex de la Iglesia.
 
Entre sus éxitos dramáticos teatrales destacan sus trabajos con autores como Joaquín Calvo Sotelo, Lope de Vega, Paul Claudel, Goldoni, Jardiel, Buero Vallejo, Alfonso Sastre, Dürrenmatt, Benet y Jornet, Eduardo de Filippo, Chejov, Valle Inclán, Eurípides, Jaime Salom y Antonio Gala. De este protagonizó, entre otras obras, Anillos para una dama, obra que le dio popularidad y fama con su papel de doña Jimena, viuda del Cid. María Asquerino, vestida con un llamativo traje de Elio Berhanyer, se paseaba por el escenario con una cinta de raso que cubría discretamente su pecho. Una vez muerto Franco, se eliminó dicha cinta dejando al descubierto su busto... José Luis Alonso dirigió a María con la seguridad de que el personaje y la actriz se entremezclaban sin límites. Sus últimas apariciones han sido en el Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional: Roberto Zucco, de Koltès, bajo la dirección de Lluis Pascual; Flor de otoño, de Rodríguez Méndez, con dirección de Ignacio García; y Tío Vania, de Chéjov, en una personal versión de Carles Alfaro.

María Asquerino
 
Recibió numerosos galardones, como el Premio de la Unión de Actores a toda una vida, que le era especialmente querido.

Descanse en paz.

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