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Zhang Yimou |
Coleccionista de premios en festivales
con obras maestras como Sorgo rojo o El camino a casa, Zhang Yimou acabó
erigiéndose en el cineasta más prestigioso y admirado de la llamada quinta
generación. Pero le sobrevolaba un pasado de disidente que incluso le impidió
un tiempo matricularse en la Academia de Cine de Pekín. Víctima de la censura
implacable, que intentaba sortear con talento creativo, las cosas cambiaron con
el paso de los años y su prestigio internacional. Así que en 2008 fue elegido
para dirigir la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín.
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Fotograma de "Las flores de la guerra" |
A pesar de la controversia suscitada
por aquella superproducción de intrigas palaciegas y eróticas, su película La
maldición de la flor dorada (2006) se convirtió en la más taquillera de la historia
del cine chino. Para Las flores de la guerra, Yimou ha dispuesto de un
presupuesto que rebasaba los noventa millones de dólares. El objetivo: plasmar
en imágenes la guerra chino-japonesa, partiendo de la estremecedora matanza de
Nankín, acontecida en 1937.
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Fotograma de "Las flores de la guerra" |
El cineasta adapta la novela de Geling
Yan (Alfaguara), quien señaló: "Las mujeres son siempre las mayores
víctimas de cualquier guerra, y también más fuertes y fiables que los
hombres". Es una historia coral, pero en la que resulta determinante el itinerario
de un maquillador de difuntos, norteamericano y tendente a la dipsomanía, cuyos
servicios son requeridos para enterrar al párroco de una iglesia católica de la
ciudad, último reducto ante las tropas imperiales japonesas.
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Fotograma de "Las flores de la guerra" |
La vida de las colegialas
refugiadas en la iglesia corre peligro, y también la de un grupo de prostitutas
que piden ser acogidas. El maquillaje funerario puede obrar milagros, así como
propiciar una vocación de entrega y amor a los demás. Se trata, a pesar de la
abundancia de medios, de una película intimista. El autor escruta rostros,
sentimientos y -por supuesto- también toma partido. No está a la altura de sus
mejores obras, pero logra captar al espectador y emocionarle.
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Fotograma de "Las flores de la guerra" |
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