Título
original: Die Adern der Welt. Dirección: Byambasuren
Davaa. País: Mongolia. Año: 2020. Duración: 92 min. Género:
Drama.
Guión: Byambasuren Davaa, Jiska
Rickels. Música: John Gürtler, Jan
Miserre. Fotografía: Talal Khoury. Montaje: Anne Jünemann Bfs. Producción:
Eva Kemme, Ansgar Frerich, Tobias N. Siebert.
Mejor Film Infantil en
los Premios del Cine Alemán 2020.
Fecha del estreno: 28 Octubre 2022 (España).
Reparto:
Bat-Ireedui Batmunkh, Enerel Tumen, Yalalt
Namsrai, Algirchamin Baatarsuren, Ariunbyamba Sukhee, Purevdorj Uranchimeg,
Alimtsetseg Bolormaa, Unurjargal Jigjidsuren, Batzorig Sukhbaatar, Sarantsetseg
Myagmar, Batbaatar Uukhaan.
Sinopsis:
En una provincia en medio
de la estepa mongola, Amra, de 11 años, vive una vida nómada tradicional con su
madre Zaya, su padre Erdene y su hermana pequeña Altaa. Mientras Zaya cuida del
rebaño, Erdene trabaja como mecánico y vende el queso casero de Zaya en el
mercado local. Su pacífica rutina se ve amenazada por la invasión de empresas mineras
internacionales, que excavan en busca de oro y devastan el hábitat natural.
Erdene es el líder de los últimos nómadas que se oponen a ellas, y trata de
unirse y convencer a sus compañeros de que no acepten las indemnizaciones que
las empresas han ofrecido.
Comentarios:
De formación
documentalista, Byambasuren Davaa, la cineasta más reputada de Mongolia, ha
logrado poner a su país en los cines de Occidente, más allá del Genghis Khan
de Omar Shariff y de El conquistador de Mongolia de John Wayne. Lo hizo
con su nominación al Oscar por La historia del camello que llora y con
la aventura (con el aire del cine iraní) de la niña y el cachorro de El
perro mongol, mediante una receta que sigue funcionando.
Regresa en esta
producción alemana a los temas que le son propicios y vuelve a demostrar, por
más que los argumentos del no nos moverán frente a las compañías
multinacionales (en este caso mineras) suenen a ya vistos en las pequeñas
cinematografías del mundo, que la sencillez encaja mejor con la poesía que las
ínfulas. La puesta en escena de la familia protagonista, con su chaval
obsesionado con Got Talent en YouTube, y la relación con su padre, en
ese lugar perdido de Asia coronado por un árbol cargado de sueños, es de una
autenticidad que sigue resultando relajante, muy de agradecer.
Cuando sobreviene la tragedia y la trama tiene que tejer su red hacia un arreglo argumental, la película pierde fuerza, pero la naturalidad de los personajes se funde con la fuerza del paisaje y, de las imágenes, aparte de las ganas de dar un pellizco a esos quesos salvadores, surge una luz que es puro oxígeno cinematográfico. (Carlos Marañón)
Recomendada.
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