miércoles, 30 de marzo de 2022

Conducta (Ernesto Daranas, 2014)


 

Título original: Conducta. Dirección: Ernesto Daranas. País: Cuba. Año: 2014. Duración: 104 min. Género: Drama.

Guión: Ernesto Daranas. Fotografía: Alejandro Pérez. Montaje: Pedro Suárez. Música: Juan Antonio Leyva, Magda Rosa Galbán. Dirección artística: Erick Grass. Casting: Mariela López. Vestuario: Vladimir Cuenca. Asistente de Dirección: Geraldine León. Sonido Directo: Juan Carlos Herrera. Producción Ejecutiva: Isabel Prendes, Joel Ortega, Ramón Samada, Danilo León, Adriana Moya. Producción: Esther Masero (ICAIC, RTV Comercial).

Mejor Película Iberoamericana en el Festival de Málaga 2014. Mejor Película y Mejor Actor (Armando Valdés Freire) en el Festival de La Habana 2014. Nominada al Goya 2014 a la Mejor Película Hispanoamericana.

Estreno en España: 4 Junio 2015 (España).

 

Reparto: Armando Valdés Freire (Chala), Alina Rodríguez (Carmela), Amaly Junco, Miriel Cejas, Yuliet Cruz, Armando Miguel Gómez, Silvia Águila, Idalmis García, Tomás Cao, Héctor Noas, Aramís Delgado.

 

Sinopsis:

Chala tiene once años, vive solo con su madre drogadicta y entrena perros de pelea para buscar un sustento económico. Este mundo de brutalidad y violencia a veces sale a relucir en la escuela. Carmela es su maestra de sexto grado, por la que el muchacho siente cariño y respeto, pero cuando ella enferma y se ve obligada a abandonar el aula durante varios meses, una nueva profesora, incapaz de manejar el carácter de Chala, lo traslada a una escuela de conducta. Al regresar, Carmela se opone a esta medida y a otras transformaciones ocurridas en su clase. La relación entre la veterana maestra y el niño se hace cada vez más fuerte, pero este compromiso pondrá en riesgo la permanencia de ambos en la escuela.

 

Comentarios:

La película cubana Conducta, escrita y dirigida por Ernesto Daranas, nos cuenta la historia de Chala, chico de once años que vive en La Habana Vieja con su madre, por lo que nos hallamos ante una tipología familiar nuclear monoparental, muy propia de América Latina, pero, a diferencia de los tópicos sobre la mujer latinoamericana, aquí la madre no posee un rol activo, no es jefa de hogar, es una mujer drogadicta y alcohólica que depende de su hijo, es este el que, adiestrando a su perro de pelea, consigue algún dinero para el sustento diario y la supervivencia en un país, en una ciudad que, pese a su Revolución, presenta una miseria y violencia similares a las que reinan en países vecinos.

Conducta es un largometraje de ficción, también es un espléndido documental que a vuelo de paloma, a vista de pájaro, nos ofrece una panorámica de La Habana Vieja, el casco histórico de la decadente ciudad, capital de la que fue “la perla de las Antillas”, con sus esplendorosos palacios coloniales que, tras la Revolución, se transformaron en casas de vecinos cada vez más empobrecidas, habitadas por los olvidados de siempre y, por supuesto, los olvidados de la Revolución.

 

 

Ernesto Daranas, experto en el género documental, nos ofrece una imagen hiperrealista de la ciudad, el paisaje urbano es un protagonista más al igual que el interior de las viviendas, el hacinamiento, la pobreza, la violencia y el deterioro al que puede llegar el ser humano. ¿Dónde está “el hombre nuevo”, soñado por Ernesto Che Guevara?, quizás lo hallemos en Carmela, la descendiente de esclavos que, desde hace más de 50 años, y gracias a la Revolución, pudo estudiar la carrera de maestra.

Ernesto Daranas recrea a través de los medios de transporte el letargo del país: coches desvencijados de la época de Batista, Chrysler y Chevrolet, fabricados en los EEUU; ferrocarriles obsoletos que no se renovaron a lo largo de más de 60 años de Revolución, testigos de la fallida industrialización del país, pues Cuba se mantuvo casi como en la época colonial con el monocultivo de la caña de azúcar como única fuente de riqueza e importando casi todo (sobre todo la tecnología) antes de los EEUU y, tras la Revolución, de la URSS.

Tras las imágenes de la ciudad, La Habana Vieja, aquella que no visitan los turistas, Ernesto Daranas nos introduce en la escuela de la que es alumno Chala junto a otros niños olvidados como él, que hablan y se expresan en un argot marginal, pero visten el mismo uniforme que, desde 1959, pretendió romper con las diferencias de género, clase y etnia.

En esa escuela la maestra es Carmela, biznieta de esclavos, una maestra-abuela de gran sabiduría y tacto, cuya pedagogía es una síntesis de la del “oprimido” de Paulo Freire y de la de María Montessori, fundamentada en el respeto, libertad e independencia. Carmela cree en una educación que, basada en el amor entre maestro y alumno, haga a este descubrir sus verdaderas potencialidades. Carmela es radicalmente opuesta a la educación conductual de los reformatorios o correccionales que, a la sazón, dan nombre al film, pues en Cuba se les denomina eufemísticamente “centros de conducta” que, como las cárceles, son las universidades de la delincuencia.

 

 

La maestra Carmela es contraria a la educación entre rejas de la Conducta: “si quieres un delincuente trátalo como un delincuente”. Ella dignifica y defiende la función del maestro como un instrumento al servicio de los alumnos y al desarrollo de sus potencialidades humanas y creativas. El maestro, la maestra en este caso, es una facilitadora que hace aflorar lo mejor de cada niño-a, y nunca un castrador conductual. Carmela es el ejemplo de un Magisterio entregado e implicado con sus alumnos, un Magisterio asistencial que suple, en parte, las carencias que hay en los hogares de los niños. Carmela convierte al aula en familia, incluso ella misma proyecta en los alumnos a su familia ausente y emigrada a Miami.

Carmela es el humanismo, la plena confianza en el ser humano, el sentido común y el respeto, frente al dogmatismo irracional de los burócratas de la docencia, de esa meritocracia sin vocación, que ante los problemas reacciona como el avestruz “escondiendo la cabeza bajo el ala”, y quitándose de en medio los conflictos como si de una cirugía menor se tratara, privando de libertad a los niños distintos, aparcándolos en los correccionales o Conducta, verdaderos semilleros de delincuentes. Así los “asépticos” e intolerantes maestros-burócratas quedarán bien ante los inspectores, ellos y sus centros sin mancha curricular se rendirán al servicio de la maquinaria del sistema y no de las personas. Y de esta forma podrán pronunciar aquello de “todo va bien” reverenciando a las falsas estadísticas.

 

 

La crítica que la película Conducta hace al dogmatismo nos recuerda en gran parte a La muerte de un burócrata de Tomás Gutiérrez Alea, donde la norma pugna frente al sentido común.

Otro tema transversal que nos revela Ernesto Daranas es el de las migraciones internas en la Isla de Cuba hacia La Habana, a estos migrantes pobres, procedentes de otras provincias sobre todo de la región del Oriente cubano, se les denomina peyorativamente “palestinos”, son como apátridas carentes de derechos -como el de la escolarización- fuera de su provincia, y que en la película está representado por Yeni. A los “palestinos” se les considera “nómadas marginales”, delincuentes e ilegales. La injusta legislación respecto a esta población surgió en la década de los noventa, en 1997, pues la extrema pobreza, generada en el llamado “Período Especial” a raíz de la caída de la URSS, significó la migración masiva hacia La Habana de la población del medio rural, sobre todo de las provincias orientales como Santiago, Holguín, Guantánamo, etc. En 2011 la ley contra los denominados “palestinos” se endureció prohibiéndoles residir más de 72 horas en La Habana, transcurrido ese tiempo, serían encerrados en un centro de detención en las afueras de La Habana para su posterior deportación al Oriente cubano. La niña protagonista, Yeni, es una víctima de la absurda burocracia, aunque Carmela hará caso omiso a la ley admitiéndola en su clase de sexto grado en donde la aporofobia y el racismo no tienen cabida, pues todos son cubanos y su bandera identitaria, además de José Martí, es también la Virgen de la Caridad del Cobre pese al ateísmo impuesto por decreto, que niega la identidad y el pensamiento mágico-simbólico del imaginario colectivo.

 

 

El amor entre los dos niños, Chala y Yeni, olvidados y sin cabida en la aséptica y normativa escuela oficial, es mostrado con gran maestría, ternura y delicadeza, dando rostro humano y dignidad a niños que, para las instituciones, no tienen rostro, son solo número para “cuadrar” una “buena o mala gestión burocrática”.

También a lo largo de la película se deja ver el control inquisitorial de los CDR (Comité de Defensa de la Revolución) que en cada manzana tienen por cometido espiar, extorsionar y mandar a la cárcel a todos aquellos que se “desvíen” de la praxis revolucionaria.

Conducta cumple con las características del Nuevo Cine Latinoamericano pues se trata de una historia muy bien narrada en donde la ficción y el documental se aúnan; los protagonistas son los olvidados que están sacados de la vida real e interpretan su propia historia; hay una crítica a los dogmatismos y una profunda creencia en el ser humano como agente del cambio. Es una obra que rompe con prejuicios y paradigmas. El lenguaje que se utiliza es el de la calle, lo que convierte a la película en más creíble, más documento histórico en su forma de expresión en aras del hiperrealismo que siempre ha buscado este tipo de cine. (Mª Dolores Pérez Murillo)

Recomendada. 



1 comentario:

  1. Espero que la pogan en los cines de aquí, tiene un tema interesante. Me ha gustado el trailer. Ana

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