sábado, 1 de junio de 2024

Patricio Guzmán, cincuenta años de memoria filmada en Chile

 

Cincuenta años de memoria filmada en Chile.

Patricio Guzmán y su obra fílmica documental,

testimonial y comprometida (1973-2022)


Un texto de Clara Pérez Murillo

 

 "Un país que no tiene cine documental es como una familia que no tiene álbum de fotos. Filmar la realidad es fundamental para la Historia, para la MEMORIA, para el presente".  Patricio Guzmán.


Patricio Guzmán nació en Santiago de Chile en 1941. Estudia en la Escuela Oficial de Cinematografía de Madrid y consagra su carrera al cine documental. Después del golpe de estado, Guzmán es detenido y llevado al Estadio Nacional de Santiago donde permaneció 2 semanas incomunicado y amenazado de fusilamiento. Logró abandonar su país en noviembre de 1973. Ha vivido en Cuba, España y Francia. Como el mismo cineasta señala: Desde aquel golpe de Estado, nunca volví a vivir a Chile, aunque toda mi carrera la dediqué a mi país. Sin embargo, Guzmán es el cineasta por excelencia de 50 años de la Historia de Chile.

Nos disponemos a señalar su prolífica filmografía:

          En 1973 realizó La batalla de Chile, un documental de 5 horas sobre el final del gobierno de Salvador Allende, filmado en Chile de marzo a septiembre de 1973, pero montado posteriormente fuera del país a modo de trilogía: La insurrección de la burguesía (1975), El golpe de Estado (1976) y El poder popular (1979). La batalla de Chile da testimonio de la lucha de la Unidad Popular por mantener el control político. Al mismo tiempo, registra y denuncia los actos de violencia de la derecha chilena conformada por organizaciones conservadoras (Frente Nacionalista “Patria y Libertad”) apoyadas por gran parte de las fuerzas armadas, secundadas por la CIA, por la multinacional estadounidense ITT y las políticas de Richard Nixon y Kissinger tendentes a generar el “caos constructivo”, constructivo de regímenes dictatoriales en América Latina. Todos estos factores contribuyeron a derrocar al gobierno democrático y constitucional de Allende, y de este modo preservar los intereses económicos de la oligarquía y de las grandes empresas norteamericanas frente a las reformas de la “vía chilena al socialismo” iniciadas por el gobierno de la Unidad Popular. 



La batalla de Chile ha sido considerada como una de las diez mejores películas de cine político, fue aclamada y difundida internacionalmente, aunque en Chile se proyectó por primera vez con la llegada de la democracia, a finales de la década de los noventa. En el contexto del cine político documental latinoamericano, ocupa un lugar fundacional, y es considerada una referencia obligada junto a otros directores del cine político de la época, como el argentino Fernando Ezequiel Pino Solanas, el cubano Santiago Álvarez Román y el brasileño Eduardo Coutinho.

          En 1985, Patricio Guzmán viaja clandestinamente a Chile para realizar la película En nombre de Dios donde se registran los movimientos de resistencia popular, las terribles represiones militares en las calles y la violencia del régimen de Pinochet. Es también un testimonio que da cuenta de los trabajos en defensa de los Derechos Humanos, llevados a cabo en el seno de la Vicaría de la Solidaridad (1973–1992), dependiente de la Iglesia Católica de Chile, para ayudar en su búsqueda a los familiares de los desaparecidos durante la dictadura. La Iglesia Católica chilena, inspirada en los principios del Concilio Vaticano II y de la Teología de la Liberación, jugó un papel transcendental en la defensa de las víctimas de la Dictadura.

 


En la película La Cruz del Sur (1992) Guzmán realiza un cuidado documental sobre las religiones en América Latina a través de tres contextos geográficos, históricos y antropológicos paradigmáticos, a saber: Mesoamérica, Los Andes y Brasil. La parte dedicada a Mesoamérica, filmada en México y Guatemala, se centra en las religiones prehispánicas (Azteca y Maya) a la llegada de los españoles, en los procesos de evangelización, aculturación y sincretismo religioso. Igualmente sucede con la parte dedicada a los Andes, donde pormenorizadamente se van mostrando las pervivencias de la ritualidad prehispánicas sincretizadas con el cristianismo. La tercera parte dedicada a Brasil es un botón de muestra de la cultura afroamericana y sus manifestaciones en el candomblé. Como hilo conductor de esta trilogía religiosa aparece un espacio controvertido entre la oficialidad, el poder dogmático por un lado y la religiosidad popular por otro. El film retrata la pugna entre las doctrinas hegemónicas y las liberadoras, entre el cristianismo, vinculado al poder, cómplice de dictaduras, frente el cristianismo encarnado en los pobres.


 

En 1997 se rodó Chile, la memoria obstinada, Se inicia con una reconstrucción meticulosa del bombardeo al Palacio de la Moneda el 11 de septiembre de 1973 que dio inicio a la dictadura de Pinochet y en la que Allende perdió la vida. Como en una especie de cine en el cine, se destacan las escenas donde Guzmán proyecta por primera vez en el país La batalla de Chile a jóvenes de diversas instituciones educativas, y filma las proyecciones. Las distintas reacciones de los estudiantes frente a la película, que se manifiestan fervorosamente a favor o en contra de la dictadura y del gobierno de Allende, nos dan una idea del agitado clima político y social en los primeros años del retorno a la democracia. Por momentos, Chile, la memoria obstinada, no sólo reconstruye la historia de la filmación de La batalla de Chile, sino también narra cómo un tío de Patricio Guzmán logró sacarla de Chile por tierra y mar tras el golpe de Estado. Esta película es una magnífica historia de historias recurrentes que, a través de las fotografías de los álbumes familiares, van desgranando microhistorias o historias de vida.

 


En 2001 filmó El caso Pinochet que revela todos los esfuerzos, tanto en Chile como internacionalmente, por sacar a la luz los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen de Pinochet, otorgando a España el papel primordial en dicha investigación. Es transcendental el testimonio de Joan Garcés, abogado español y principal consejero de Allende, Garcés logró salvar su vida tras el fatídico 11 de septiembre de 1973, y desde España se convirtió en el principal abogado del caso Pinochet, logrando que en 1996 se implicara el fiscal Carlos Castresana hasta sacar a la luz todos los crímenes del dictador utilizando como principal fuente los testimonios y denuncias de los familiares y amigos de los detenidos-desaparecidos, custodiados en la Vicaría de la Solidaridad, documentos ante los que la “justicia” chilena hizo caso omiso hasta que el fiscal Castresana, por solidaridad con el pueblo chileno, otorgó a España un papel transcendental en desvelar los horrores de la Dictadura y conseguir que Pinochet fuese detenido en Londres, donde se recuperaba de una operación, agasajado por su amiga Margaret Thatcher.

En 2004 con la Película Salvador Allende, Patricio Guzmán traza un perfil biográfico del personaje a través de la Memoria de cuantos lo cocieron. Concluyendo con esta última lo que algunos autores denominan la Trilogía de la Memoria (Cambridge University Press: 15 August 2022) que se inicia en 1997 con La Memoria Obstinada para continuar con El caso Pinochet hasta Salvador Allende.

 



De 2010 a 2019 tres películas constituyen la denominada Trilogía Subjetiva (Cambridge University Press: 15 August 2022): Nostalgia de la luz (2010), Botón de nácar (2015) y Cordillera de los sueños (2019). La referida Trilogía aborda acontecimientos del pasado reciente a través de la subjetividad. En dicha Trilogía las imágenes del desierto de Atacama, de la cordillera de los Andes y del océano Pacífico se acompañan de macro-tomas del universo y del océano que otorgan al paisaje un protagonismo sublime, casi épico. Desierto, mar y cordillera son más que paisajes, son los lugares de la memoria donde se inscribe la historia con un eco persistente que pregunta ¿dónde están los cuerpos de los desaparecidos? Toda la obra de Patricio Guzmán interpela los crímenes de la dictadura de Pinochet.

 


Nostalgia de la luz (2010) presenta como escenario al desierto de Atacama y a su cielo estrellado que es puro pasado, pura memoria contemplada y contempladora. Un universo “memorioso” plagado de estrellas, que explosionaron hace millones de años, que aún guarda el recuerdo de su fulgor. Un cielo estrellado que fue contemplado por hombres de todas las edades desde la Prehistoria a la contemporaneidad, desde las sociedades de cazadores-recolectores a los trabajadores, explotados colonialmente en las salitreras, cuyos infrahumanos habitáculos, transcurrido medio siglo, cobijaron también a los detenidos por la dictadura. Obreros del salitre y detenidos contemplaron el mismo cielo, a él confiaron sus más profundas confidencias antes de fundirse con las estrellas. El cielo de Atacama y la arqueología van recomponiendo la memoria histórica, cuyas protagonistas son las mujeres de Calama que buscan incansablemente los restos de los desaparecidos.

Botón de nácar (2015) nos lleva a las tierras australes donde se guarda la memoria y la lucha de los pueblos originarios como mapuches, pehuenches y más al sur, en la Tierra del Fuego, los yámanas, onas, kawésqar. Pueblos resistentes y masacrados en aras del “progreso colonial” que solo benefició a la ¿civilización? occidental. El “darwinismo social” sentó las bases del genocidio que han venido sufriendo estos pueblos desde el siglo XIX. Botón de nácar juega con la metáfora del botón como símbolo de la civilización occidental, como elemento aculturador de “bárbaros”, pero también el botón de nácar es un testigo que yace en el fondo del océano para recordarnos la barbarie de la dictadura de Pinochet y de los vuelos de la muerte que arrojaron al fondo del Pacífico a un ingente número de desaparecidos. Como en Nostalgia de la luz el cielo nocturno y sus estrellas que son las almas de los ancestros, siempre nos contemplan como jueces y memoria de nuestros actos.

La cordillera de los sueños (2019) cierra la Trilogía Subjetiva en la que la voz de Patricio Guzmán narra de forma intima, amorosa y confidencial desde un yo sabio y transcendente la historia y el alma de Chile, su propia alma como motivación del film: “Esta cadena de montañas gigantescas, que son el corazón de mi tema, se transformó en una metáfora de lo inmutable, de lo que nos queda y nos habita, a pesar de la desaparición de una parte de nuestra historia. Explorar la cordillera me empuja a explorar mis sueños. Observando sus empinadas cumbres, entrando en sus valles profundos, empiezo un viaje introspectivo que tal vez me revelará los ocultos secretos de mi alma chilena”.

En 2022 Mi país imaginario revela las desigualdades sociales y la exclusión como consecuencia del sistema económico neoliberal. A cincuenta años del Golpe de Estado de Pinochet los Chicago Boys lograron su sueño: el sometimiento y la casi desaparición del Estado al servicio de las empresas privadas, de las transnacionales. En definitiva, la pérdida de la soberanía, el deterioro medioambiental en aras de una desmedida y compulsiva explotación de los recursos naturales.

No hay cineasta que mejor haya filmado la Memoria de 50 años de la Historia de Chile como Patricio Guzmán.


Vídeo 1: Qué es el cine documental para Patricio Guzmán
 

Vídeo 2: 'La cordillera de los sueños' Goya Mejor Película Iberoamericana 2022


 

 

3 comentarios:

  1. Hermoso artículo sobre la trayectoria fílmica del gran director chileno Patricio Guzmán.
    Pareciera que solo alguien como Guzmán, perseguido, encarcelado y en el exilio perpetuo puede, valga la ironía, comprender en su totalidad la vida y la historia de Chile.
    Clara nos señala , de forma conmovedora, como la geografía de este país ha encarnado en Guzmán : la cámara subjetiva penetra en el alma de Chile, y como un espejo nos refleja y muestra sus estrellas, su inmensa cordillera y dentro del mar sus muertos.
    Un cine comprometido, como bien señala Clara, que denuncia esta peste que devora, deglute y aniquila todo lo que tiene a su lado: el neoliberalismo y sus políticas de exterminio de todo lo que sea soberanía.
    Invita Clara a volver al cine de Guzmán. De manera imperiosa.
    ¡Desde Argentina muchas gracias Clara!

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  2. Deseo agregar a mi comentario anterior que Argentina está pasando por la misma situación señalada por Clara.
    María Victoria Márquez

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  3. Fernando L. García de Sola Márquez24 de julio de 2024, 18:42

    La primera vez que tuve la oportunidad de ver "La batalla de Chile" aprendí que el papel del auténtico testigo no es solo contar lo que ve, sino bucear en la realidad de lo que cuenta para hacernos sentir lo que se siente desde dentro de esa realidad.
    En aquellos días yo era un entusiasta estudiante de Historia enamorado de América gracias a la labor de una excelente profesora-testigo, y me prometí entonces que si alguna vez llegaba a impartir clases de Historia nunca olvidaría esa lección para mis clases.
    Si la narración de la Historia nos debe servir siempre para no olvidar, Patricio Guzmán nos enseña, desde sus documentales, cómo mantener viva esta memoria y cómo sentir como nuestras las vivencias de quienes vivieron aquellos sucesos.
    Gracias, Clara, por ayudarme con tu excelente artículo a conocer mejor a Guzmán, por abrirme la puerta a documentales de Guzmán que no conocía y que estoy ansioso por ver y, también, por ayudarme a recuperar parte de mi propia memoria al recordarme la valiosa lección que aprendí entonces.
    No dejes nunca de compartir en estos artículos todo ese cine que llevas dentro y esa manera casi mágica de vivirlo y entenderlo.

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