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viernes, 27 de julio de 2018

Los estrenos en Sevilla de 27-07-2018



5 películas se estrenan el 27 de julio de 2018 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Tres son producciones francesas y dos son estadounidenses. Ningún estreno español. Pasemos a nuestras recomendaciones para esta semana.


Misión imposible: Fallout. (USA, 2018). Dir. Christopher McQuarrie.
Sexta entrega de la saga de acción con el personaje Ethan Hunt, interpretado nuevamente por Tom Cruise.
Completa el reparto Rebecca Ferguson, Henry Cavill, Simon Pegg, Ving Rhames, Vanessa Kirby, Michelle Monaghan, Alec Baldwin, Angela Bassett y Sian Brooke.
La saga cinematográfica de “Misión Imposible” ha consolidado hasta tal punto su personalidad propia que se corre el riesgo de olvidar que todo este universo tenía un lejano origen televisivo: la brillante serie creada en 1966 por Bruce Geller, cuyos episodios concentraban en concisos 50 minutos delirantes e intrincadas tramas de espionaje que avanzaban al frenético ritmo de la mecha explosiva que inmortalizaron sus cabeceras pegadas al mítico tema de Lalo Schifrin. De vez en cuando, algunos de los directores reclutados para la franquicia han querido recordar esas fuentes: lo hizo J. J. Abrams al abrir “Misión: Imposible III” (2006) con una secuencia pre-créditos que anticipaba el momento más resonante del clímax y lo hace ahora Christopher McQuarrie —el único que ha repetido— al incorporar una cabecera que, con espíritu de viejo episodio de la era catódica, hilvana imágenes de los mejores momentos de lo que está por venir. La película es, así, un blockbuster entregado al sueño de ser el súper-episodio que la televisión de los 60 jamás hubiese podido concebir.
“Mission: Impossible: Fallout” es, quizá, la entrega que se ha tomado mayores molestias a la hora de rendir tributo al legado de Geller, porque pone continuamente de manifiesto ese subtexto que era una constante en el original: sobre el grupo de personajes del universo de “Misión Imposible” se superponen las figuras del espía… y del actor teatral, porque bajo cada aventura palpita la exigencia de la representación. Todo queda claro en esa secuencia inicial que obliga a los héroes a representar, directamente, el Apocalipsis en una falsa habitación de hospital que es, en realidad, un decorado. A medida que avanza la trama, el espectador repara en que hay una frase que se repite insistentemente: “Estamos en ello”. McQuarrie reformula a los héroes de Geller como maestros de la improvisación.
Lejos de la acusada identidad de autor que tuvieron las entregas firmadas por Brian De Palma y John Woo, “Mission: Impossible: Fallout” cumple con el reto de ser una superproducción de acción irreprochable, en la que se equilibran las siempre hiperbólicas escenas de acción con unas someras notas de humor que no parecen interferencias extemporáneas y con unos trazos emocionales que se mantienen varios grados por debajo del sobrepeso sentimental. Y, sí, esta película tanto podrá ser recordada por su extraordinario duelo de helicópteros como por revelar los primeros rasgos de madurez (tardía) en el rostro de Tom Cruise. Recomendada (con reservas).


Un mar de enredos. (USA, 2018). Dir. Rob Greenberg.
Comedia romántica remake de la película “Un mar de líos” (1987).
Interpretada por Eugenio Derbez, Anna Faris, Eva Longoria, John Hannah, Conscientes de que el mercado hispano de Estados Unidos es cada vez más numeroso y potente, Hollywood echa redes desde Metro-Goldwyn-Mayer con “Un mar de enredos”, nueva versión de la olvidada comedia romántica de los 80 “Un mar de líos” (1987), dirigida tres años antes de “Pretty Woman” por el especialista en el género Garry Marshall, y protagonizada por Goldie Hawn y Kurt Russell.
Una nueva producción en la que, además de intercambiar el sexo de los protagonistas (el millonario es él y la de clase trabajadora, ella, cuando en la original era al revés), se introducen importantes matices en materia de origen y, consecuencia de ello, de reparto. El rico insoportable, superficial y clasista es esta vez mexicano, lo que lleva al protagonismo de Eugenio Derbez, una estrella de la comedia en su país y de gran influencia en los ámbitos hispanos de EE.UU., aunque casi desconocido en España, pese al éxito en buena parte del mundo de la directamente tóxica “No se aceptan devoluciones” (2013), de la que se hizo un remake en Francia.
Esa mutación de nacionalidades en la ficción lleva a un loable intercambio de roles con el que, huyendo del estereotipo en EE.UU., el que tiene abundante pasta es el hispano y la que debe bregar con trabajos basura mientras ansía el sueño americano de convertirse en enfermera es una anglosajona interpretada por Anna Faris. Un cambio que, sin embargo, no evita que el primer acto de la historia sea espantoso, con nula gracia en los diálogos y situaciones, y, sobre todo, con unos infames trucajes de guion que acaban acercando al equívoco de la situación eje de la película: el matrimonio forzado entre dos personas que se odian, y de universos sociales en las antípodas, gracias a la amnesia del personaje del próspero hijo de la tercera persona más rica del mundo.
Sin embargo, sorprendentemente, cuando parece que estés abocado a una infumable comedieta con tono y trama de fábula moral, “Un mar de enredos”, con fuerte presencia del idioma español (y de secundarios como Eva Longoria y Cecilia Suárez), va mejorando con el transcurso del metraje. Sigue sin tener gracia, y todo se ve venir, incluido el mensaje ético sobre las clases sociales y el amor a la prole como detonante para la felicidad, pero al menos su esquema de comedia familiar blanca y moralista molesta menos. No Recomendada.


Vacaciones con mama. (Francia, 2018). Dir. Eloïse Lang. 
Comedia familiar remake de “All Inclusive” (2014).
Interpretada por Camille Cottin, Miou-Miou, Camille Chamoux, Johan Heldenbergh, Gunther Love, Olivia Côte, Thomas Scimeca y Youssef Hajdi.
El resort, como concepto, hace coincidir las vacaciones con la ausencia total de expectativas. Se descansa incluso de la necesidad de descansar. Con determinado tipo de comedia televisiva francesa, y cada vez más popular en la propia cinematografía española, ocurre lo mismo. Es cine construido sobre la demolición de cualquier tipo de sorpresa, idea o simple alarde imaginativo. Es cine que bien podría ser serie de televisión. La directora Eloïse Lang deja que su actriz de cabecera (ha trabajado con ella en la serie “Connasse” y luego en la película basada en esa misma serie) vuelva a hacer alarde de su infatigable energía.
Dos hermanas, una desmadrada y la otra sólo maternal, organizan un viaje a su madre para que se cure de la depresión de verse sola: el padre ha huido con otra más joven. Y así, se van las tres a un resort de vacaciones. Lo que viene a continuación es, de la misma manera, una comedia resort. Todo tan perfectamente previsible que da en simple adefesio, en parodia de comedia, en vacaciones de las vacaciones. No Recomendada.


Llenos de vida. (Francia, 2018). Dir. Agnès Jaoui.
Comedia francesa interpretada por Agnès Jaoui, Jean-Pierre Bacri, Léa Drucker, Kévin Azaïs, Nina Meurisse.
El título original del quinto largometraje dirigido por Agnès Jaoui —co-escrito, como es habitual, junto a su ya expareja Jean-Pierre Bacri— aporta una buena clave para orientarse entre sus bulliciosos cruces de personajes: Place publique; es decir, espacio público, concepto que quizá sea urgente reevaluar en un presente que se define, precisamente, en la constante puesta en cuestión de los límites entre lo público y lo privado. Consciente de la ampliación del campo de batalla que supone esa vida paralela que propician las redes sociales, así como del sostenido asalto a la intimidad que, desde tiempo atrás, fomentan los medios de comunicación, la Jaoui se plantea en “Llenos de vida” el desafío de centrar la acción coral de su relato en el espacio único de una fiesta privada al aire libre en la que, de modo natural, confluirán algunos de los grandes temas de su filmografía. Un corpus creativo que, por cierto, nunca le ha servido para sentar cátedra, sino para proponer diversos terrenos de juego en los que esbozar, con mirada más comprensiva que biliosa, lúcidos diagnósticos sobre la era del narcisismo, los conflictos generacionales y las diferencias de clase.
A menudo, las comedias de la Jaoui recordaban a algunas de esas incisivas historietas –en especial, la serie “Cosas de la vida” y “La carrera del ratón”- que firmó Gérard Lauzier en los 70. “Llenos de vida” es, no obstante, la película que más cerca podría estar de ese modelo: en el cóctel de humanidades ridículas y vulnerables que maneja la autora destacan, en esta ocasión, una fatua estrella televisiva que ignora su inminente infortunio profesional, una camarera adicta al selfie con famosos, una desconsiderada celebridad millennial, una joven que ha convertido su dolor familiar en materia literaria, unos vecinos airados y una mujer que intenta, infructuosamente, colocar una concienciada entrevista con una refugiada afgana en el frívolo talk-show de su ex-marido.
Jaoui captura a la perfección la agresiva naturaleza de esas frases casuales que engrasan las interacciones sociales de una fiesta en una película que no es su mejor trabajo. No Recomendada.


Bienvenidas a Brasil. (Francia, 2017). Dir. Patrick Mille. 
Comedia francesa de adolescentes interpretada por Margot Bancilhon, Christine Citti, Vanessa Guide, Joseph Malerba, Patrick Mille, Philippine Stindel y Alison Wheeler.
Si, como sostiene Javier de las Mueles, el arte del cóctel es una liturgia, el actor-director Patrick Mille parece más bien confundirlo con una verbena en su segundo largometraje, “Bienvenidas a Brasil”. La mezcla de ingredientes resulta, a primera vista, imprudente como poco: una feminización del modelo “Resacón en Las Vegas” (2009) con un toque de “Very Bad Things” (1998) y algunos ecos, vaciados de transgresión, de “Spring Breakers” (2012) sobre una base de comedia de ambiente exótico fundamentada en el prejuicio cultural de estirpe post-colonial. Pero nunca hay que dar nada por hecho, porque, contra todo pronóstico, “Bienvenidas a Brasil” acaba por descubrirse una inesperada película con ángel movida por una gratificante energía lúdica y vitaminizada con unas micro-partículas #Metoo que quizá nunca se atreverían a reconocer su nombre (ni su potencial combativo).
Bienvenidas a Brasil es una comedia de acción protagonizada por un grupo de amigas invitadas a la boda de su antigua compañera de piso con el hijo de un turbio político carioca. Una serie de azares les llevará a matar al novio en defensa propia la noche anterior a la celebración. Patrick Mille aprovecha esa situación extrema para narrar la progresiva transformación del cuarteto protagonista en feroces mujeres armadas contra la violencia sistémica de una masculinidad que, en el curso del relato, adopta formas diversas unidas por el común denominador de lo grimoso. Excesiva y desaforada, la película tiene sus mayores fortalezas en su reparto, donde destacan el propio Mille como sinuoso cónsul con veleidades camp, una Suzana Pires que convierte su personaje de capo criminal de las favelas en una sostenida mascletá interpretativa y una Alison Wheeler que emerge como la presencia más poderosa, por su certera modulación de una aparente fragilidad, del grupo protagonista. No Recomendada.

sábado, 21 de julio de 2018

Los estrenos en Sevilla de 20-07-2018


6 películas se estrenan el 20 de julio de 2018 en la cartelera cinematográfica de Sevilla. Dos son producciones británicas, una estadounidense, una francesa, una alemana y una mexicana. Esta semana no se produce ningún estreno español en la cartelera y se queda sin editar en Sevilla la comedia paquistaní “Teefa in trouble” (Ahsan Rahim, 2018).  Pasemos a nuestras recomendaciones para esta semana.


La revolución silenciosa. (Alemania, 2018). Dir. Lars Kraume.
Cuatro nominaciones en los Premios del Cine Alemán 2017.
Drama ambientado en los años 50 interpretado por Jonas Dassler, Judith Engel, Tom Gramenz, Michael Gwisdek y Max Hopp.
El director alemán Lars Kraume dirige y escribe «La revolución silenciosa» a partir de los hechos reales descritos en la novela autobiográfica del recientemente fallecido Dietrich Garstka, «The silent classroom», publicada en 2006.
Ambientada en la ciudad de Stalinstadt (actualmente Eisenhüttenstadt), en Brandenburgo, la película recrea magistralmente un episodio vivido en la Alemania del Este en la época de las revueltas húngaras contra el poder soviético en 1956. Un grupo de jóvenes a punto de graduarse decide guardar dos minutos de silencio en clase en protesta por la represión soviética en Budapest. El resultado es una investigación por parte de las autoridades académicas para destapar a los supuestos cabecillas de semejante acto contrarrevolucionario. La solidaridad entre los compañeros será interpretada como un gesto subversivo antisocialista, y ello tendrá consecuencias desastrosas para los chicos y sus familias.
La película tiene como base un guion de hierro que hila las diversas tramas con un magnífico pulso narrativo, un intenso sentido del suspense y una profunda hondura dramática. A la compleja reflexión política sobre la profunda irracionalidad del totalitarismo, se añaden conflictos morales interesantes relacionados con la culpabilidad, el compañerismo, las relaciones paternofiliales, el sentimiento religioso, el miedo a la verdad o las lealtades excluyentes. A pesar de lo dramático de las situaciones y del sufrimiento de los personajes, la película ofrece una salida esperanzada, no solo por la resolución de la historia, sino por la fe positiva que profesa en el ser humano y en su capacidad de nobleza.
La puesta en escena es muy eficaz, enmarcada en una brillante dirección de arte, y sostenida por un reparto coral excelente, en el que destacan el joven Jonas Dassler en el papel de Erik, Leonard Scheicher en el de Theo, o Lena Klenke en su homónimo papel. Estamos ante una de las mejores películas de la temporada, un excelente ejemplo de cine de revisión histórica del socialismo real, y un buen ejemplo de cine educativo. Para no perdérsela. Recomendada.


Happy End. (Francia, 2017). Dir. Michael Haneke.
Sección oficial del Festival de Cannes 2017.
Drama sobre la familia interpretado por Isabelle Huppert, Jean-Louis Trintignant, Mathieu Kassovitz, Fantine Harduin y Toby Jones.
En 'Happy end' el austriaco Haneke ataca la podredumbre moral de la clase burguesa, y para ello se va colando en las grietas que resquebrajan la fachada de una familia de ricos industriales del norte de Francia. El título es, obviamente, irónico: Haneke y los finales felices casan tanto como los cuadros y las rayas.
La película pasa la mayor parte de su metraje cociéndose a fuego lento y presentando a los diferentes miembros de la prole, y la sucesión de diferentes puntos de vista apenas deja espacio a las historias individuales. Como de costumbre, Haneke está más interesado en ir creando una atmósfera que invita a pensar en los estallidos de violencia como algo inminente.
También de forma previsible, el rigor formal del que el director hace gala para establecer ese clima resulta imponente; lo que sorprende es que, en esta ocasión, no haya rastro de ese foco y esa precisión a nivel temático y de estructura narrativa. 'Happy end' quizá nos quiera hablar de la indiferencia de Europa ante los refugiados, y de cómo esa actitud contamina a las nuevas generaciones. O quizá no. Haneke acumula líneas argumentales que no avanzan ni conectan de forma particular, y el resultado es una película que apuesta por la ambigüedad pero más bien se percibe incompleta. 
De hecho 'Happy end' no es tanto una película como un recopilatorio de Grandes Éxitos del cine previo del austriaco. Contiene la psicopatía infantil de 'La cinta blanca', la eutanasia de 'Amor', las alusiones a clases altas amenazadas de 'Caché', el miedo racial de 'Código desconocido' y las reflexiones sobre el peligro de la imagen filmada de 'El vídeo de Benny' -aquí matizadas con advertencias sobre cómo internet y las redes sociales pervierten las relaciones amorosas-. Es una obra indudablemente hanekiana, pero no parece obra de Haneke sino más bien de un imitador. No Recomendada.


Mamma Mia: Una y otra vez. (Reino Unido, 2018). Dir. Ol Parker. 
Comedia musical británica precuela de “¡Mamma Mia! La película” (2018). Interpretada por Amanda Seyfried, Lily James, Christine Baranski, Julie Walters, Pierce Brosnan, Colin Firth, Stellan Skarsgard, Dominic Cooper, Andy García, Cher, Meryl Streep.
Cuando hace justo 10 años llegó a las salas “Mamma Mia! La película”, versión cinematográfica del musical creado para las tablas, otra década atrás, por Catherine Johnson, Benny Anderson y Björn Ulvaeus, algunos vimos en ella una simple colección de canciones filmadas en un escenario paradisiaco más que un musical clásico; un festivo karaoke donde la inmensa mayoría ni cantaba ni danzaba demasiado bien, y en el que, como en una destartalada boda con barra libre, los intérpretes parecían dar todo el tiempo saltos de alegría en lugar de bailar, sin trabajo de puesta en escena, de coreografía ni de sentido de la armonía.
De modo que ante “Mamma Mia! Una y otra vez”, secuela tardía (en realidad, mitad precuela, mitad continuación), no era difícil superar un listón casi por los suelos en lo creativo, pero que había sido suficiente en lo comercial y popular gracias al incuestionable poder contagioso de las canciones de Abba y al carisma de Meryl Streep. Y, con los mismos responsables de guion y dirección, con el insustancial Ol Parker a la cabeza, lo han logrado incluso con la baja de Streep (salir sale, pero mejor pensar que no, para no llevarse un berrinche).
Con Lily James, graduada en el Guildhall School Music and Drama en 2010, como protagonista de los numerosos flashbacks, en el papel de Streep de joven y en fase de conocimiento de los tres padres de su hija, la película gana en sentido vocal. James sabe cantar y bailar y Parker, pese a su empeño en algún instante en necesitar cuatro planos en segundo y medio donde bien podía haber solo uno, se lo agradece con una puesta en escena más labrada y, al menos, con un par de números corales divertidos y artísticos, sobre todo el de “Waterloo”. Apenas unas gotas, pero gotas al fin, para los admiradores del musical clásico, el de la expresión de sentimientos a través de las canciones y el baile, sin excusas argumentales, necesitados de ejemplares que vayan manteniendo un género tan poco practicado que el número de estrenos anual se puede contar con los dedos de una mano, y quizá sobren.
A pesar de la ingente cantidad de canciones pegadizas creadas en su día por Abba, para que la película no se llene de singles tardíos y de caras B poco conocidas, los responsables repiten algunos temas que ya habían sonado en la primera entrega (“Mamma Mia”, por supuesto, además de “Dancing Queen” y “Super Trouper”), y la partitura musical de acompañamiento tira de melodías de otras cuantas. Como en las bodas, más vale no arriesgar con la selección, y ser sinceros.
Una franqueza que también practican con su evidente contenido hortera: plenamente conscientes de su dimensión kitsch, tanto en lo cinematográfico como en lo musical, cuando suenan temas de evidente sentido pegajoso y cursi, como el inenarrable “Fernando”, en lugar de suavizar su ridículo, se zambullen en él con meritoria autoconciencia paródica. No Recomendada.


Persecución al límite. (Reino Unido, 2016). Dir. Eran Creevy.
Nominada a peor actor secundario (Anthony Hopkins) en los Premios Razzie 2017.
Película de acción interpretada por Nicholas Hoult, Felicity Jones, Ben Kingsley, Anthony Hopkins y Clemens Schick.
Un dios hortera y otro altamente refinado libran su particular lucha de clases sobre una joven pareja a la que, insistentemente, le caen encima gratuitas comparaciones con Romeo y Julieta. Los dos dioses son, dentro del relato, capos criminales de dispar condición y parecen papeles hechos a medida para que dos monstruos sagrados –Ben Kingsley y Anthony Hopkins, respectivamente- se entreguen a sus particulares ejercicios de sobreactuación en el seno de un producto menor que ni merece, ni, probablemente, les exigía un más elaborado trabajo de composición. La serie B siempre ha sido un buen patio de juegos para el actor oscarizado sin ganas de dar otro do de pecho. El personaje de Kingsley, proxeneta con diversificación empresarial en el negocio de la equitación y en el sector servicios (especialidad narcotráfico), viste con chándales o batines que hieren los párpados, discursea al modo subtarantiniano sobre películas como “Perfect” (1985) de James Bridges o sobre las similitudes y las diferencias entre las putas y los caballos y tiene una irrefrenable tendencia al apodo pop: a sus ojos, Nicholas Hoult merece ser bautizado como Burt Reynolds (se supone que por su destreza al volante). El de Hopkins, por su parte, rico industrial con intereses bien compartimentados en el comercio de la droga, es todo dicción especialmente mimada para marcar distancias y, de paso, dejar claro que exigir un reparto equitativo del botín es una intolerable falta de etiqueta.
“Persecución al límite”, tercer largometraje de Eran Creevy tras “Shifty” (2008) y “Cruzando el límite” (2013), es una película donde todo es de segunda mano y, además, llega varias temporadas tarde. El pulso de excesos entre Kingsley y Hopkins aporta un ligerísimo toque de distinción a una trama manoseada, que reitera el esquema de la última misión delictiva del joven con necesidad de redención sentimental y doméstica. El recurso melodramático de la heroína necesitada de trasplante de hígado no incorpora ningún componente de emoción adicional, pero, sin duda, lo peor es el sentido del montaje, que funciona como una avalancha de bromuro para unas escenas de acción que la puesta en escena sabotea previamente. No Recomendada.


Siberia. (USA, 2018). Dir. Matthew Ross. 
Thriller coproducido entre Estados Unidos, Canadá y Alemania, interpretado por Keanu Reeves, Molly Ringwald, Aleks Paunovic, Ana Ularu y Veronica Ferres.
Más que un lugar, que también, Siberia es un estado emocional. De aislamiento, de persecución, de purga. La Historia, con mayúscula, lo ha querido así, y cualquier historia, con minúscula, ambientada en sus tierras debería oler a frío y saber a represión.
Algo que intenta, aunque no consigue, el thriller estadounidense “Siberia”, incapaz de transmitir la desolación que pretende en un relato ambientado en parte en San Petersburgo, pero que tiene su núcleo central en una zona árida y rural cercana a la tundra. Con el más clásico de los mcguffins como excusa argumental, unos diamantes, su venta y su falsificación, la película renuncia a la fácil comercialidad del ritmo y del aparato de las secuencias de acción, que apenas tiene, para intentar abrazar el sello de los ejercicios de cine de autor.
“Siberia” juega incluso a ser conceptual, como lo era, por ejemplo, “El americano” (Anton Corbijn, 2010), en las antípodas climáticas pero con variadas semejanzas en su andamiaje narrativo y en su personalidad casi retro. Sin embargo, se queda en una vulgar sombra porque, aunque hay apuntes de estilo en sus primeros minutos, sobre todo por la utilización de su singular banda sonora, pronto se hunde en el tedio.
En su segundo largometraje, Matthew Ross, su director, pretende experimentar con el contraste entre el hielo y el fuego, entre la flema y el éxtasis, incluso en sus secuencias de sexo, cuatro polvos entre la misma pareja, con cuatro distintos modos de hacer el amor, o de fornicar, que seguramente no es lo mismo, entre la pasión y la decadencia. Pero el relato se estanca con el nulo dibujo de personajes, una cadencia que no es pautada sino morosa, y la gratuidad de ciertos diálogos presuntamente espectaculares, como un Tarantino de saldillo.
Que la secuencia climática pretenda ser un intercambio de parejas con felaciones al fondo ya da una idea de las intenciones de Ross: ir de frío y de abstracto para luego caer en el más fácil y ventajoso de los abismos. No Recomendada.


La leyenda del Chupacabras. (México, 2018). Dir. Alberto Rodriguez (II).
Nominada a mejor película de animación en los Premios Platino 2017.
Cuando el animador Ricardo Arnaiz estrenó “La leyenda de la Nahuala” (2007), mencionaba entre sus referentes una comedia popular mexicana como “Dos fantasmas y una muchacha” (1959), de Rogelio A. González, protagonizada por el gran Tin Tan, un cómico tan sobrecargado de carisma y de inflexiones personales que la cinefilia internacional agradecería descubrir. “La leyenda de la Nahuala” era tan solo el sexto largometraje animado producido en México: el año anterior, “Una película de huevos” (2006) de los hermanos Gabriel y Rodolfo Riva Palacio Alatriste se había convertido en un auténtico fenómeno popular planteando un modesto modelo de animación tradicional, con puntuales recursos a la imagen de síntesis, que podía enorgullecerse de no caer en ningún tipo de mimetismo con respecto a las formas dominantes de la animación norteamericana. También la película de Ricardo Arnaiz tocó una fibra colectiva, al recurrir a la mitología sobrenatural autóctona y crear un nutrido elenco de personajes –los niños calaca, los alebrijes, la pija Teodora- según una fórmula que se acabaría rentabilizando en otras cuatro películas. 
“La leyenda del Chupacabras”, de Alberto Rodríguez, es, así, el cuarto título de una serie que se ha prolongado con “La leyenda del Charro Negro” (2018) y su llegada a las salas españolas parece condenada a sembrar cierto desconcierto entre sus potenciales espectadores: la película presupone una familiaridad con los personajes que convierte en indescifrable a buena parte de la trama. Cuando la película se centra en el enfrentamiento de un grupo de insurgentes y soldados realistas con el Chupacabras del título, el cineasta logra que su animación artesanal y posibilista dialogue con eficacia con los estilemas y el tratamiento de los espacios propios del cine de terror. Lástima que parezca todo el capítulo perdido de un serial del que uno se ha perdido más de la mitad. No Recomendada.

jueves, 19 de julio de 2018

La música en el Cine: La Ciencia-Ficción

Programa nº 012 de "La música en el Cine".
20 de julio de 2018.  Radio Tomares (92.0 FM)

"La música en el Cine" es un programa de Linterna Mágica en Radio Tomares

jueves, 12 de julio de 2018

La música en el Cine: Brian de Palma

Programa nº 011 de "La música en el Cine".
13 de julio de 2018.  Radio Tomares (92.0 FM)

"La música en el Cine" es un programa de Linterna Mágica en Radio Tomares

sábado, 7 de julio de 2018

No te preocupes, no llegará lejos a pie (Gus Van Sant, 2018)

 

Título original: Don't Worry, He Won't Get Far on Foot. Dirección: Gus Van Sant. País: USA. Año: 2018. Duración: 114 min. Género: Drama.

Guión: Gus Van Sant (basado en una historia de John Callahan, Gus Van Sant, Jack Gibson, William Andrew Eatman y las Memorias de John Callahan). Fotografía: Christopher Blauvelt. Música: Danny Elfman. Montaje: Gus Van Sant, David Marks. Vestuario: Danny Glicker. Producción: Charles-Marie Anthonioz, Mourad Belkeddar, Steve Golin, Nicholas Lhermitte.

Sección Oficial de Festival de Berlín 2018.

Fecha del estreno: 6 Julio 2018 (España).

 

Reparto: Joaquin Phoenix (John Callahan), Ethan Michael Moran (John Callahan), Jonah Hill (Donnie), Rooney Mara (Annu), Jack Black (Dexter), Mark Webber (Mike), Udo Kier (George), Angelique Rivera (Terry Alvarado), Olivia Hamilton (Enfermera Lily), Carrie Brownstein (Suzanne), Heather Matarazzo (Shannon), Rebecca Rittenhouse (Bonnie), Ron Perkins (Morton Kimble), Rebecca Field (Margie Bighew), Kim Gordon (Corky), Emilio Rivera (Jesús Alvarado), Sunny Suljic (skater #2), Beth Ditto (Reba), Mireille Enos (la madre fantasma de John).

 

Sinopsis:

En los años 70, John Callahan sufrió un accidente de coche a la edad de 21 años. Fruto de aquel suceso quedó paralítico, lo que le llevó a dibujar como parte de su terapia.

 

Comentarios:

La filmografía de Gus Van Sant parece hecha por dos primos que se desprecian, y la mitad de ella es petulante e insufrible (pongamos «Last days») y la otra es despreocupada y afable (pongamos «El indomable Will Hunting»). Esta película de largo título pertenece al primo afable y trata de un peculiar y real personaje, John Callahan, un auténtico «prenda», alcohólico, abandonado en la infancia, paralítico y caustico dibujante de chistes que interpreta, con lo mejor de sí mismo, Joaquin Phoenix a lomos de una silla de ruedas y de un sentido trágico del humor que soportan por completo toda la película.

Nuestro Gus Van Sant, quizá en recuerdo de su primo, se divierte con la mezcla de tonos y de tiempos, y relata la historia con un muy legible desorden (ahora, luego, antes, después…) y mediante un montaje divertido y empapado de dibujos e ideas. Es un biopic bienhumorado y que mastica la desgracia que encierra con dientes de viñeta y que, sin ínfulas, presenta personajes rotundos (el de Jonah Hill es magnífico) y una creíble pero disparatada forma de lucha contra el alcoholismo y contra el amargor. No es éste el primo favorito de los críticos admiradores de Gus Van Sant, pero es el que ha conseguido que Joaquin Phoenix no sea ese tipo que llena con lo suyo los personajes, sino su revés, el que se deja llenar por ellos. (Oti Rodríguez Marchante)

Recomendada.