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miércoles, 10 de febrero de 2016

La gran apuesta, de Adam McKay



Título original: The Big Short. Dirección: Adam McKay. País: EE.UU. Año: 2015. Duración: 130 min. Género: Drama. Guión: Adam McKay y Charles Randolph, basado en el libro “Un sueño posible, Moneyball”, de Michael Lewis. Producción: Brad Pitt, Dede Gardner, Jeremy Kleiner y Arnon Milchan. Diseño de Producción: Clayton Hartley. Fotografía: Barry Ackroyd. Montaje: Hank Corwin. Música: Nicholas Britell. Decoradora: Linda Lee Sutton. Dirección Artística: Elliot Glick. Vestuario: Susan Matheson. Estreno en España: 22 enero 2016.
Intérpretes: Christian Bale (Michael Burry), Steve Carell (Mark Baum), Ryan Gosling (Jared Vennett), John Magaro (Charlie Geller), Finn Wittrock (Jamie Shipley), Brad Pitt (Ben Rickert), Hamish Linklater (Porter Collins), Rafe Spall (Danny Moses), Jeremy Strong (Vinnie Daniel), Marisa Tomei (Cynthia Baum), Melissa Leo (Georgia Hale), Stanley Wong, Byron Mann, Tracy Letts, Karen Gillan (Evie), Max Greenfield, Margot Robbie, Selena Gomez, Richard Thaler y Anthony Bourdain.

Sinopsis:
Cuando cuatro tipos fuera del sistema descubren que los grandes bancos, los medios de comunicación y el gobierno se niegan a reconocer el colapso de la economía, tienen una idea: "La Gran Apuesta"… pero sus inversiones de riesgo les conducen al lado oscuro de la banca moderna, donde deben poner en duda todo y a todos...

Fotograma de "La gran apuesta"

Comentarios:
Basado en el libro “Un sueño posible, Moneyball” de Michael Lewis, que reflexiona sobre la quiebra del sector inmobiliario norteamericano que originó la crisis económica mundial en 2008, nos llega esta producción de Adam McKay coronada con 5 nominaciones a los Premios Óscar 2016, incluida la de Mejor Película.
Alguno de los protagonistas de este retrato del gangsterismo económico que estalló en el infausto año 2007 y que prolonga sus brutales efectos al aquí, allí, ahora y en el futuro, se afirma en algo tan obvio y elemental que podría entender hasta un bebé: “Esta crisis solo la pagarán los pobres y la clase media. Como siempre”. Normal. Hasta los disminuidos psíquicos saben que los creadores de la crisis, las agencias de calificación, los banqueros, los muy ricos, además de no pisar esos lugares tan poco civilizados llamados cárceles, de disfrutar de amañada impunidad, aumentaron considerablemente sus incontables fortunas. Los grandes robos, como siempre, están legalizados. Y los débiles, los hijos de los débiles, incluso sus nietos, seguirán pagando a perpetuidad la factura que les impusieron los grandes canallas, la rapiña de los pobladores menos legendarios de la historia universal de la infamia.
Carlos Boyero nos cuenta que “La gran apuesta”, como antes el tenebroso documental “Inside job” y la lúcida “Margin call”, habla de las raíces de la hecatombe, de la metodología delincuente de los que jugaron con el dinero ajeno, de su complicidad con otros poderes para crear esa torre que podía derrumbarse en cualquier momento.
Al parecer, lo que cuentan el libro de Michael Lewis y su adaptación al cine, realizada por el director Adam McKay, es dolorosamente cierto. Nos muestra a varios hombres especializados en fondos de inversiones que descubren aterrados como la pirámide económica ha sido construida con cimientos falsos, con un material basado en la nada, y el caos universal que provocará el derrumbe del mercado de inversión dedicado a las hipotecas, la burbuja inmobiliaria, las trampas con las que se ha montado el repugnante negocio. Y a partir de su estupefacción ante las dimensiones monstruosas del gran timo, y sabiendo que no pueden vencer al sistema, intentarán sacar provecho de él, jugar fuerte después de conocer las claves de lo que está ocurriendo.
En este sentido, Oti Rodríguez nos comenta que hay una posición moral clara en la película: casi todos son desaprensivos, incluidos los héroes de ella, los que apostaron su fortuna a favor de la quiebra global (tal vez las dudas del personaje de Steve Carell o la filosofía del que interpreta Brad Pitt tienen algún brochazo de ética), pero las motivaciones generales tienden a la falta de escrúpulos. Y hay una posición narrativa también clara: no se escabulle de la complejidad económica de la trama, y recurre a la jerga de términos y conceptos de ese mundo selvático, lo cual produce una ansiedad añadida en el espectador, un poco a la defensiva como si le hablara su asesor fiscal o su farmacéutico; pero McKay tiene el acierto de combinar explicación con ironía y sentido del humor mediante las apariciones, sin venir a cuento, de rostros famosos para aclarar mirando a cámara las entretelas del asunto. Grandes nombres de Hollywood se reparten el peso protagonista, y todos ellos (y los demás) consiguen que no te aburras y que se entienda al menos la letra gorda del mensaje, lo cual ya es un milagro.


1 comentario:

  1. Paco echo de menos la puntuación según tu criterio.
    Esta película pinta bien.

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