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domingo, 14 de enero de 2024

Saltburn (Emerald Fennell, 2023)

 

Título original: Saltburn. Dirección: Emerald Fennell. País: Reino Unido. Año: 2023. Duración: 127 min. Género: Drama, Thriller.  

Guión: Emerald Fennell. Fotografía: Linus Sandgren. Música: Anthony B. Willis. Montaje: Victoria Boydell. Producción: LuckyChap Entertainment, Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), MRC Film, Media Rights Capital (MRC). Distribuidora: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), Amazon Prime Video.

2 nominaciones a los Globo de Oro 2023.

Fecha del estreno: 22 Diciembre 2023 (Prime Video)

 

Reparto: Barry Keoghan (Oliver), Jacob Elordi (Felix), Rosamund Pike (Elsbeth), Richard E. Grant (Sir James), Carey Mulligan (Pamela), Alison Oliver (Venetia), Archie Madekwe (Farleigh).

 

Sinopsis:

Mientras lucha por encontrar su lugar en la Universidad de Oxford, el estudiante Oliver Quick se ve arrastrado al mundo del encantador y aristocrático Felix Catton, que le invita a Saltburn, la extensa finca de su excéntrica familia, para pasar un verano inolvidable.

 

Comentarios:

A estas alturas, ya resulta indiscutible que Emerald Fennell se está convirtiendo en un nombre propio del cine actual. La joven cineasta británica encandiló al mundo y nos dejó con la boca abierta por su descaro con su poderosa ópera prima “Una joven prometedora”, una fascinante y tarantiniana gamberrada que provocó reacciones virulentas a favor (es mi caso y con devoción) y en contra, donde nunca cabe la indiferencia. “Saltburn” es un portentoso paso adelante en la carrera de Emerald Fennell porque consigue superarse con creces tanto en continente como en contenido creando un film imprescindible y gozosamente misántropo y cáustico, a medio camino entre Tom Ripley y Michael Haneke.

Desde sus créditos iniciales, en una tipografía maravillosamente setentera y con un gran plano secuencia, sabemos que estamos ante un film que ha nacido con vocación de perdurar en la memoria del espectador. Emerald Fennell se sabe superdotada y está dispuesta a demostrarlo a través de un brillantísimo ejercicio de estilo espectacular, creando planos de una belleza que corta la respiración y demostrando que en el mundo de la caligrafía visual aún queda espacio para la innovación. La película es una gozada para la vista del cinéfilo más exigente, que no sabe con cuál plano magistral quedarse conforme se van derrochando unos tras otros, gracias además a una épica dirección de fotografía de contrastados colores y juegos constantes de luces y sombras firmada por Linus Sandgren.

Pero que nadie vaya a pensar que estamos ante un mero virtuosismo visual. Lo mejor está en su contenido, en el espléndido guión de la propia Emerald Fennell que actualiza y rejuvenece a un nuevo Tom Ripley (con algunas escenas fuertemente provocadoras de clara inspiración en el cine de mi adorado Michael Haneke), tan despiadado y carente de escrúpulos como el original, que no tiene límites a la hora de introducirse y escalar posiciones en el seno de una familia británica riquísima que vive en un castillo y que interpreta como nadie más podría hacerlo en todo el mundo Barry Keoghan. Este joven actor nació para inquietar y atemorizar al espectador. Yo lo descubrí en una de las películas de mi vida, “El sacrificio de un ciervo sagrado” de Yorgos Lanthimos y, desde entonces, no ha hecho más que progresar e incidir en unos personajes malsanos, extraños, perturbadores, desagradables… Barry Keoghan quiere convertirse en el más grande y, qué duda cabe, va por el mejor camino posible para lograrlo.

Pero no está solo este aprendiz de Tom Ripley en este camino, porque el resto del elenco actoral trata de aguantarle el pulso interpretativo a Barry Keoghan, destacando especialmente para mí unas impresionantes Rosamund Pike como siempre y una estelar Alison Oliver como nunca en su papel de hermana del coprotagonista rico de esta extraña relación sentimental homosexual, magnífico Jacob Elordi.

La música de Anthony B. Willis acaba de cerrar el círculo del cine imprescindible en una partitura inteligentemente completada con bastante buena música electrónica que acaba aumentando la sensación de perturbación en el espectador. (Sergio Berbel)

Recomendada.



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