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sábado, 3 de diciembre de 2022

Mitomanía... Mae West

 




Singular, como la personalidad de la propia estrella, la carrera de Mae West, iniciada con el siglo XX, refleja no sólo los profundos cambios operados en el mundo del espectáculo, sino también la impresionante revolución de la moralidad pública en lo tocante a la sexualidad.

 

Actriz y guionista estadounidense nacida en Brooklyn (Nueva York) el 17 de agosto de 1893 y fallecida en Hollywood (Los Ángeles, California) el 22 de noviembre de 1980. Aunque su auténtico nombre era el de Mary Jane West, ha pasado a la historia del Séptimo Arte por su sobrenombre artístico de Mae West. Encarnó a la perfección el papel de la mujer sexy, lenguaraz e insolente que es capaz de provocar y seducir a cualquier hombre, utilizarlo a su antojo y abandonarlo cómo y cuándo desea (la mujer vamp o vampiresa).

 

Hija de emigrantes europeos (un boxeador irlandés y una modelo alemana), heredó de sus progenitores su inclinación hacia el mundo del espectáculo, en el que debutó siendo aún una niña. Su madre la llevó, en efecto, en presencia de los cazadores de talentos que pululaban en los teatros vecinos al domicilio familiar, y así se introdujo en los escenarios del show-bussines de Broadway, con pequeños papeles en vodeviles y otros espectáculos englobados dentro del denominado "teatro de variedades".

 

Pronto dio muestras de poseer una gran soltura y un talante provocador que la convertían en una actriz idónea para la comedia amable, pero también para otro tipo de espectáculos más atrevidos y escandalosos. Consciente, entonces, de que tenía un brillante porvenir sobre los escenarios, en plena adolescencia tomó clases de baile y canto, actividades con las que reforzó sus papeles más seductores. Y tanto incidió en el cultivo de esta faceta provocativa de su personalidad que, a los catorce años de edad, fue bautizada con el remoquete de "The Baby Vamp" ("La Vampiresa Adolescente"), apodo al que correspondió con la lujuriosa ejecución, sobre las tablas de Broadway, del shimmy, un atrevido baile que la jovencísima actriz puso de moda en aquella primera década del siglo XX.

 


Al tiempo que daba estos primeros pasos en el mundo de la interpretación, la joven Mae West se iba procurando una buena formación cultural, con el propósito de acabar escribiendo sus propias obras. Fue así como debutó como autora de brillantes espectáculos teatrales que ella misma protagonizó, como los titulados Sex (1926), The Drag (1927) y Diamond Lil (1928), piezas con las que logró cautivar al público neoyorquino, seduciendo a los hombres y escandalizando a sus madres y compañeras.

 

Cobró, así, un inmediato protagonismo, aunque no meramente artístico: con su primera incursión en el show-bussines, Sex -una pieza escrita, producida, dirigida e interpretada por ella misma-, Mae West dio con sus huesos en la cárcel, acusada de provocar un escándalo público con la obscenidad del texto y de su puesta en escena. La autora y actriz comprobó, entonces, que su audacia y desenvoltura en el tratamiento de argumentos de contenido sexual redundaba en provecho de su fama, con lo que, lejos de arredrarse por su reciente detención, redobló la carga erótica en su segunda obra, The Drag (1927), que fue censurada por los empresarios de Broadway, ya que trataba abiertamente el tema de la homosexualidad.

 

Sí estrenó en la meca del teatro neoyorquino su tercer espectáculo, Diamond Lil (1928), con el que cosechó un rotundo éxito de crítica y público, lo que le dio ánimos para escribir una novela, The Constant Sinner (1931). Pero pronto relegó a un segundo plano esta vocación literaria, ya que, seducida por la incipiente industria del celuloide, pasó a interpretar algunas películas en las que los directores y productores le exigían mostrar el mismo desembarazo que le había hecho célebre sobre los escenarios teatrales. Sin embargo, no abandonó del todo la creación de situaciones y personajes, lo que le permitió ser guionista de algunas de sus primeras películas.

 


Debutó en la gran pantalla en 1932, con Noche tras noche, del director Archie L. Mayo, donde interpretaba un papel secundario lleno de gracia y picardía. Un año después, merced al interés que había despertado en las salas de proyección americanas la presencia en un filme de una joven intérprete teatral famosa por su libertinaje, convirtió en cinta cinematográfica su éxito teatral Diamond Lil, que, bajo el título de Lady Lou, fue rodado en 1933 por el cineasta Lowell Sherman. Esta obra, que pronto se convirtió en una joya del cine erótico -aunque por la sensualidad de sus diálogos, antes que por la voluptuosidad de sus imágenes-, contó con la interpretación masculina de un joven y casi desconocido Cary Grant, quien, a partir de entonces, habría de convertirse en partenaire laboral de Mae West en otros muchos rodajes. Fue la propia actriz y guionista quien se erigió en una de sus valedoras en aquellos primeros compases de su carrera, tras haberle visto interpretar un papel secundario en una versión cinematográfica de Madame Butterfly.

 

Con Lady Lou, Mae West puso en boga en la industria de Hollywood un paradigma de protagonista femenina caracterizada, en su aspecto formal, por una figura escultural acentuada por una indumentaria ajustada y sugerente, y, en su caracterización psicológica, por el descaro, la desenvoltura, el descreimiento y la falta de respeto a los modales establecidos por la sociedad "bien pensante". Un tipo de mujer, en suma, sensual e iconoclasta, para la que los hombres no son más que meros objetos de placer que puede manejar a su antojo. Y este modelo caló tan hondo en la población masculina norteamericana de los años treinta, que los marines de la Armada estadounidense llegaron a bautizar sus salvavidas con el nombre de Mae West. La actriz, consciente del éxito alcanzado por un personaje en el que ni ella misma creía demasiado -y que, en consecuencia, poco a poco se fue convirtiendo en caricatura, por la exageración extrema de sus característicos rasgos físicos y psicológicos-, alimentó su crédito con frases de este tenor, que pronto le otorgaron celebridad mundial: "cuando soy buena, soy muy buena; y, cuando soy mala, soy aún mejor".

 

En 1933 obtuvo otro clamoroso triunfo con I'am no angel (No soy ningún ángel), escrita también por ella misma y dirigida por Wesley Ruggles, cinta cuyo éxito en taquilla fue tan arrollador que situó a la desinhibida chica de Brooklyn entre las diez primeras Money Making Stars ("actrices más taquilleras"). Luego supo adaptarse a la perfección a la gran revolución cinematográfica de la época, la irrupción del sonido en las películas, y siguió despertando la admiración de los espectadores (especialmente, del sector masculino) con otros filmes de excelente factura, concebidos también por su talento de guionista; entre ellos, cabe destacar los titulados Belle of the nineties (No es pecado, 1934), dirigido por Leo McCarey (1898-1969); Goin to town (Ahora soy una señora, 1935), de Alexander Hall; Go west, young man (1936), de Henry Hathaway (1898-1985); Klondike Annie (1936), de Raoul Walsh (1887-1980); y Every day's holiday (1937).

 


A pesar del éxito cosechado entre el público, Mae West comenzó a sentirse molesta por los ataques lanzados por la prensa y por la envidia de muchos colegas (especialmente, de actrices incapaces de encarnar, por sus condiciones físicas e intelectuales, ese papel de rubia explosiva que seduce tanto por la voluptuosidad de sus curvas como por su réplicas audaces y descaradas). Pero, sobre todo, se le hizo insoportable la lucha constante que, en su condición de guionista, tenía que mantener con los censores, avalados por una reglamentación mojigata (el código Hays) que obligaba a Mae West a revisar una y otra vez sus escritos, tachando muchas de las procacidades inherentes al personaje que había lanzado al estrellato. Por eso, harta de tantos inconvenientes, optó por abandonar el cine a finales de la década de los años treinta, para regresar a esos alegres escenarios de su juventud, donde la presión de la censura era mucho menor.

 

No obstante, volvió a asomarse a la gran pantalla en alguna ocasión esporádica, como en My little chickadee (1940) y The Heat's on (1943) -cinta en la que colaboró el español Xavier Cugat. Al cabo de treinta años, cuando la censura había desaparecido de Hollywood, regresó al cine con Myra Breckinridge (1970), en la que compartió cartel con Raquel Welch. Su aparición postrera en una producción cinematográfica tuvo lugar en 1978, cuando, a sus ochenta y cinco años de edad, compartió protagonismo con figuras de la talla de Ringo Star, Keith Moon y Alice Cooper en la película Sextette.

 

 
 



Filmografía esencial.

 

·        1932 | Night After Night (Noche tras noche) | Dir. Archie Mayo

·        1933 | She Done Him Wrong (Lady Lou) | Dir. Lowell Sherman

·        1933 | I'm No Angel (No soy ningún ángel) | Dir. Wesley Ruggles

·        1934 | Belle of the Nineties (No es pecado) | Dir. Leo McCarey

·        1935 | Goin' To Town (Ahora soy una señora) | Dir.

·        1936 | Klondike Annie | Dir. Alexander Hall

·        1936 | Go West, Young Man | Dir. Henry Hathaway

·        1938 | Every Day's A Holiday | Dir. A. Edward Sutherland

·        1940 | My Little Chickadee | Dir. Edward F. Cline

·        1943 | The Heat's On | Dir. Gregory Ratoff

·        1970 | Myra Breckinridge | Dir. Michael Sarne

·        1978 | Sextette (Seis maridos para Marlo) | Dir. Ken Hughes

 

Nos quedamos con un video que recorre lo más representativo de la vida cinematográfica de Mae West. A disfrutar!!!



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